Miles de jóvenes están abandonados por el Estado

Por Dr. Ramiro Hernández, director del Programa PUNA - UNT.

30 Julio 2021

Los profesionales que trabajamos en el abordaje de los consumos problemáticos de diversas sustancias sabemos que pueden ocasionar dependencias o cuadros relacionados con excesos, intoxicación o abstinencia, con consecuencias tanto en quien consume como a nivel social y familiar. Sabemos también que los episodios de crisis son eventos generalmente previsibles y evitables.

Miles de jóvenes, al igual que Chano, se debaten en el país con esa cruda realidad, sin lugares para tratarse adecuadamente y menos aún para internarse. Salvo familiares y amistades, son abandonados a su suerte por un sistema de salud en reducción de gastos para la salud mental, incrementado ahora por la pandemia.

A más de 10 años de la sanción de la Ley de Salud Mental, es importante remarcar la responsabilidad del Estado en generar recursos y brindar herramientas para ofrecer abordajes con un enfoque de derechos humanos y salud comunitaria, que de las respuestas que necesitan las personas con padecimiento mental y sus familiares.

Cualquier estrategia de intervención en una situación crítica debe priorizar el cuidado de la vida, con la contención apropiada tanto física como subjetiva de las personas.

La legislación establece que la intervención en crisis debe hacerse a través de un procedimiento en el que intervenga personal de salud; de ser necesario, podrá contar con el auxilio de las fuerzas de seguridad, quienes deben estar capacitadas para ayudar a garantizar los derechos de las personas con padecimientos de salud mental y también cuidar a quienes intervienen.

Una vez más nos enfrentamos con la imposibilidad de llegar a tiempo para asistir al que padece una enfermedad. Es necesaria la educación de los equipos de salud mental sobre la actuación en la emergencia de graves patologías, así como la existencia de dispositivos domiciliarios de atención de dicha urgencia.

Por otro lado, es imprescindible visibilizar el tratamiento público sobre este episodio, donde nos encontramos (en algunos casos) frente a una lectura que asocia la peligrosidad a las personas con padecimientos mentales, lo que contribuye a perpetuar discursos estigmatizantes y discriminatorios.

Nadie está exento de atravesar una problemática de salud mental en algún momento de su vida, ni a necesitar apoyo y acompañamiento. La respuesta debe ser sanitaria. Ojalá Chano pueda recuperarse y ojalá también los padecimientos mentales no sean noticia nunca más.

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