Bienvenidos a la fiesta

La historia de una camiseta que terminó convirtiéndose en símbolo de la tucumanidad.

POSTAL DE UNA PASIÓN. Las tribunas de la cancha de Atlético colmadas y los Naranjas listos para dar ba talla. Así se escribió la historia. POSTAL DE UNA PASIÓN. Las tribunas de la cancha de Atlético colmadas y los Naranjas listos para dar ba talla. Así se escribió la historia.
08 Agosto 2021

- ¿Esto cómo se explica, Jorge?

- No sé, pero esa camiseta tiene algo...

- ¿Algo como qué?

- La verdad... No se puede describir. Hay que ponérsela para explicar lo que se siente. Pero hay algo ahí, en ese color, en lo que representa. Más que el rugby, más que la mística. Es un símbolo, ¿no?

Era tarde en la Redacción de LA GACETA, quedaba sólo el equipo de cierre, apurado para ganarle al reloj mientras avanzaba la noche. Un rato antes, Tucumán había derrochado épica en la cancha de Atlético. Y en medio de esa efervescencia, mientras las viejas máquinas de escribir llenaban el aire con su música inolvidable, Jorge Bascary lanzaba dardos de sabiduría. Porque era un placer conversar con Jorge, tan dado a enseñar en pocas palabras y a mirar en profundidad lo que muchos solemos pasar por alto.

“Es un símbolo, ¿no?”, afirmaba Bascary aquella noche, hace más de 25 años. Se permitía además el “¿no?” como un recurso de pura modestia, aunque estaba claro el ejercicio retórico. Un símbolo, sí, un símbolo... ¿Pero un símbolo de qué?

Para el rugby ya habían dejado de ser los tucumanos; eran los Naranjas. Para el resto, la identificación con esa camiseta era un proceso natural. Pocas veces una marca se impuso con tanta contundencia, cruzando edades, condiciones y clases. Y como quienes se ponían la camiseta tenían por costumbre transformarse en un ejército de Davides plantado ante los más famosos Goliats del rugby internacional, el ansia de pertenencia nunca dejó de crecer.

Sí, ahí está el símbolo entonces. Símbolo de un Tucumán unido, fuerte ante la adversidad, valiente y sacrificado. Pero también de un Tucumán ganador, sobre todo en aquellos Campeonatos Argentinos que se celebraban como un título de Atlético o de San Martín. Símbolo de un Tucumán capaz de hacer, de la suma de individualidades, un todo superador. Símbolo de lo buenos que podemos ser.

Por eso estos 50 años que cumple la camiseta naranja merecen festejarse como corresponde, con una fiesta a la altura de lo que representa. Hay pocos fenómenos similares en el mundo, es un caso de estudio al punto de que la hinchada se animaba a cantar: “... sol y luna, sol y luna; la naranja es la nueva camiseta de Los Pumas...”

Y así llegó el momento en el que los chicos no hablaban del seleccionado nacional. Querían ser Naranjas, ese era el sueño. Y tal era el asombro de los visitantes que nadie quería perderse la oportunidad de enfrentar a los Naranjas en su tierra, frente a un público que el periodista francés Jacques Verdie comparó, en originalidad y pasión, con el del mismísimo estadio Maracaná.

¿En qué momento la naranja trascendió al rugby para impregnar al resto de los deportes? ¿Y en qué momento la onda expansiva sacudió al resto de la provincia, hasta convertirla en sinónimo de tucumanidad? Fue un proceso, iniciado la tarde del debut frente a Oxford-Cambridge y construido ladrillo a ladrillo (naranjas, como no podía ser de otro modo), año a año, triunfo a triunfo, hazaña a hazaña. Y también a partir de las derrotas, siempre vendidas dejándolo todo. Porque esa es otra de las condiciones irrenunciables que implica la naranja: de pie, en todo momento, en todo lugar, venga lo que venga. Como el Tucumán que tanto anhelamos y que el símbolo naranja invita a creer posible.

Punto de Vista

Es un color con energía

Leandro Fernández

Artista plástico - ex jugador de Los Tarcos

Creo que el naranja simboliza lo cálido. Calor, mucho calor. Es un color con energía, “piola” podríamos decir. Habla de la buena onda, del verano. Además, al ser un color vibrante llama mucho la atención. Cuando pinto me gusta usar contrastes y colores complementarios, entonces el naranja siempre me parece una de las mejores combinaciones. En estos momento estoy pintando en la Sala Cuna y, justamente, uso una paleta con tres tipos de naranjas. Así que a “full” con él.

Por todo esto pienso que nuestro rugby está muy bien representado con ese color. Es un poco eso: Tucumán, verano, el calor, la vibración en el aire, los naranjos en las calles. Con todo eso nos identificamos. Y por otro lado está el efecto que el color naranja provoca en la gente y es totalmente positivo.

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