Natación campeón del apertura: la furia de color "blanco"

Natación se quedó con un partidazo ante Tucumán Rugby, al que venció con una defensa impecable y la precisión para golpear en los momentos justos.

EL “BLANCO” GRITÓ MÁS FUERTE. El capitán Matías Orlande levanta la copa que certifica a Natación como campeón del Apertura, torneo en el que perdió sólo el primer partido y ganó los ocho restantes. EL “BLANCO” GRITÓ MÁS FUERTE. El capitán Matías Orlande levanta la copa que certifica a Natación como campeón del Apertura, torneo en el que perdió sólo el primer partido y ganó los ocho restantes.

En el mundo del deporte abundan los preceptos que pretenden servir de base argumental para explicar ciertos resultados. Uno de ellos es compartido por toda clase de disciplinas colectivas desde hace décadas con una vigencia que todavía refulge: las ofensivas ganan partidos, pero las defensas ganan campeonatos. Y el título que hoy consagra a Natación y Gimnasia como campeón del Apertura del Anual “Raúl ‘Carozo’ Ternavasio” le debe mucho, muchísimo, a su enorme trabajo defensivo. Porque hay que tener el corazón, los hombros y las piernas muy firmes para frenar al tren ofensivo de Tucumán Rugby, el equipo con mayor cantidad de puntos y bonus ofensivos cosechados a lo largo de la fase regular (y de yapa, el que menos tries había recibido). Después vienen sus demás virtudes colectivas e individuales, que por supuesto las tuvo. Pero si hubo algo que agigantó a los “Blancos” y carcomió psicológicamente a los “Verdinegros” fue la prolijidad e impermeabilidad de la defensa, sobre todo en el primer tiempo. En eso reside la clave principal del 30-25 que cerró en Yerba Buena una final de esas que da gusto ver, porque nadie quedó debiendo nada. Ambos rivales dejaron absolutamente todo, y esa emotiva entrega de los jugadores se completó con un gran marco festivo y de respeto entre ambos clubes.

Ya desde los primeros compases del partido se notó una clara bajada de línea de los dos lados: había que pelear cada pelota como si fuera la que definía el partido. El ruido seco de los cuerpos chocando con dureza se sobreponía incluso al de los cánticos que bajaban desde las tribunas. Tucumán Rugby, sin una obtención clara en el line (Natación le robó tres lanzamientos y le entorpeció otros tantos en la primera etapa), apostó a un estilo conservador, jugando pegado a la formación y percutiendo con sus delanteros, pero le costó decenas de fases acercarse al ingoal porque la asfixiante marca de Natación le ahogó la salida y le cerró los caminos con prolijidad y disciplina. Por tierra no hubo manera: la única forma de sumar fue con dos envíos a los palos de Augusto López Salas. Natación, con el empuje y la experiencia de un enorme Gabriel Ascárate poniendo siempre el equipo adelante, fue contundente y en la más clara que tuvo, facturó: Agustín Ramasco jugó rápido un penal, agarró a la defensa local dormida y abrió el camino para el try de Matías Bascary bajo los palos. Todo esto cuando estaba con uno menos, por la amarilla a Mariano Perondi. El propio Bascary aumentaría con un tremendo drop de mitad de cancha. Los aciertos de Santiago Rodríguez a los palos terminaron de configurar ese 13-6 parcial en favor de los visitantes.

Hasta entonces, no había qué discutir. Tucumán Rugby había jugado exactamente a lo que quería Natación, y las dos veces que llegó con pelota controlada a un metro del ingoal, se empecinó en ir a lo seguro, jugando corto y buscando entrar con los forwards antes que arriesgarse abriendo hacia los tres cuartos. Y no paró de rebotar contra la muralla “blanca”.

Ya en el segundo tiempo, el “Verdinegro” se pareció más al de siempre y evitó caer siempre en el contacto directo, dándole mayor vuelo a la pelota y tratando de sacar partido a su dinámica frente a un Natación que ya empezaba a mostrar cierto desgaste después de ese primer tiempo de altísimo ritmo. Y así fue generando penales que López Salas, con la responsabilidad de patear heredada por la lesión de Jorge Domínguez, transformó en puntos con gran efectividad: seis de seis acertó el “Chino”, poniendo a su equipo al frente por primera vez en el partido: 18-16.

No duró mucho más la ilusión de los “Verdinegros”. Viendo que el partido comenzaba a irse de las manos, Natación ajustó las tuercas y retomó la iniciativa, abriéndose paso a pura potencia hacia el try de Federico Luna. Y el golpe de nocaut lo firmó Perondi, atento para capturar una pelota sin destino cierto y correr hacia el ingoal como si fuera un wing de casi 100 kilos. Partido liquidado. El descuento de Gonzalo Martínez Zavalía, sellado por López Salas, llegó sólo para decorar el resultado. La historia ya estaba escrita.

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