Mientras la población argentina mayor de 18 años sigue completando el esquema de dos dosis de la vacunas contra el coronavirus, ya sea con AstraZeneca, Moderna, Sputnik o Sinopharm, se avanza también con las imunizaciones de los adolescentes de entre 12 y 17 años con Moderna y Pfizer. Pero ayer, un anuncio del Gobierno nacional confirmó una noticia que hasta ese momento ya circulaba como trascendido: se vacunará con Sinopharm a niños y niñas de entre tres y 11 años.
Pero, ¿por qué? ¿Qué argumentos avalan esta decisión? El primero (aunque no en orden de importancia, quizá) es el stock. Argentina tiene más de 12 millones de dosis, a pesar de que ya aplicó más de 15 millones de unidades entre primeras y segundas puestas. En cambio de los otros sueros, queda menos provisiones. De Moderna y de Pfizer, los fármacos también aprobados en menores, restan menos jeringuillas.
La segunda razón radica en que Sinopharm tiene estudios avanzados sobre la seguridad e inmunogenecidad de su fórmula. Incluso ya fue autorizada para su uso de emergencia en Chile, China y Emiratos Árabes Unidos. En un ensayo clínico de fases I y II con más de 1.000 participantes de entre tres y 17 años, sólo se detectaron reacciones adversas leves y, algunas, moderadas. Y los voluntarios generaron en promedio una buena respuesta de anticuerpos neutralizantes. Por el contrario, Sputnik V y AstraZeneca, las otras dos vacunas con buen stock, todavía no mostraron resultados en ensayos clínicos con población menor de edad.
Finalmente, el tercer argumento a favor de Sinopharm es que, al ser una vacuna de virus inactivado, tiene más probada su seguridad. La vacunación contra el coronavirus en niños y adolescentes, una estrategia que comenzó a aplicarse en diversos países, es una herramienta que no sólo beneficia a quienes reciben el inoculante sino que contribuye a lograr una protección colectiva, aseguraron especialistas. Así las cosas, la vacunación pediátrica será el nuevo desafío sanitario.