La fachada de San Francisco está peor de lo que suponían los expertos

El avanzado estado de deterioro del frente del edificio obligó al equipo de restauradores a extender los plazos. Además surgió un nuevo enigma: ¿cuál era el color original del templo?

SE QUITARON OBJETOS DAÑINOS. Los técnicos retiraron de la fachada elementos nocivos adheridos como vegetación, reflectores, lámparas y cables. Fotos gentileza Comisión de Recuperación del Conjunto Franciscano SE QUITARON OBJETOS DAÑINOS. Los técnicos retiraron de la fachada elementos nocivos adheridos como vegetación, reflectores, lámparas y cables. Fotos gentileza Comisión de Recuperación del Conjunto Franciscano

Desde 1887, cuando se irguió la fachada actual del templo San Francisco, nadie había podido mirar desde tan cerca el rostro del emblemático edificio de Tucumán. Hasta que el 26 de abril, gracias a 23 metros de andamios que se consiguieron levantar gracias a una empresa de Buenos Aires, los expertos llegaron por primera vez a la parte superior del frente. Lo que vieron era peor de que lo que esperaban: revoque y molduras se desmoronaban como un alfajor de maicena. El plazo de ejecución que en principio era de tres meses, se extendió a dos más y la inversión de $ 20 millones de la municipalidad de San Miguel de Tucumán para el inicio de la obra quedó corta.

En este punto estamos. La situación es crítica. Los fieles abrazarán simbólicamente al templo hoy, día de San Francisco de Asís, a las 19, para pedir por la pronta restauración y la apertura del templo. También se abrió una cuenta bancaria para aportar a la causa franciscana (CBU 0070089420000018477920 del Banco Galicia).

“Los equipos técnicos tuvieron que sortear numerosos inconvenientes: la covid, la lluvia al inicio de la obra, la contratación de una empresa que coloque un andamio de esas características, y sobre todo el estado de deterioro de la fachada. Todo esto ha exigido un estudio minucioso y ha llevado a extender dos meses más el plazo de ejecución previsto originariamente para tres meses”, explica la arquitecta Olga Paterlini de Koch, coordinadora de la Comisión de Puesta en Valor del Patrimonio Cultural de Tucumán.

Al llegar a la cima el equipo técnico se dio con que gran parte del revoque estaba desprendido o suelto, que las cornisas estaban dañadas y los pináculos - esos elementos decorativos que se elevan para dar majestuosidad al templo -, con problemas de arraigo. Los capiteles y balaustres se veían en pésimo estado, por lo que interviene también un escultor para hacer la restauración. Pero antes de todo eso es necesario realizar un diagnóstico de las estructuras sobre las que se va a trabajar, de allí que antes del escultor debió consultarse a un ingeniero estructuralista para determinar el estado de los pináculos y las esculturas, detalla la arquitecta Paterlini de Koch.

El equipo contratado por la Comisión de Puesta en Valor está dirigido por el arquitecto Andrés Nicolini, además representante de la Dirección Nacional de Arquitectura. Integran el grupo de trabajo las arquitectas María Laura Cuezzo y Ana Lozano, con el apoyo del estudiante Rodrigo Esteban Molina.

Estudios de diagnóstico

“Durante todo este tiempo hicimos cateos para saber la composición de los revoques. Hace 30 días se mandaron las muestras al Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y estamos esperando los resultados. La segunda semana de octubre nos enviarán los resultados no sólo del revoque de muro de fachada, sino también de columnas y cornisas”, señala la arquitecta Cuezzo.

Destaca que se eliminaron de la fachada todos los elementos invasivos desde la vegetación, que había crecido increíblemente hasta los que estaban enclavados en el edificios como reflectores, cables y lámparas.

Párrafo aparte merece la cuestión de la pintura. Se recogieron varias capas de distintas épocas y distintos colores. Todo ese material se llevó al laboratorio del Conicet. “Estamos haciendo estratigrafías y hemos podido observar que las últimas capas de pintura detectadas son de otro color al que está pintado el frente”, informa Cuezzo.

Los arquitectos destacan el trabajo exhaustivo que se está realizando sobre la materialidad, sistema constructivo, identificación de lesiones de la fachada. Todo ello servirá para conocer más sobre la construcción pero también para saber con qué material intervenir de manera no invasiva.

“La fachada restaurada forma parte del conjunto de la transformación del microcentro junto con las semipeatonales de la San Martín y la 25 de Mayo y restauración de la plaza Independencia”, enmarca Alfredo Toscano, secretario de Obras Públicas de la Municipalidad. Recordó que en el interior del templo también se avanzó en acciones con el objetivo de que cuanto antes se abra el templo. “Lo más caro es la cúpula, que está en riesgo pero es una obra millonaria. Estamos gestionando los fondos. Pero más allá de estas obras, es un compromiso del intendente realizar la conservación del templo todos los años”, promete.

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