Historias detrás de la historia: Amín, una especie de líder en el penal

Décima parte.

PASIÓN. Pablo Amín tomó clases de violín en la cárcel. Así lo imaginó el dibujante de LA GACETA Héctor Palacios. PASIÓN. Pablo Amín tomó clases de violín en la cárcel. Así lo imaginó el dibujante de LA GACETA Héctor Palacios.

Pablo “El Loco” Amín, en el juicio por el femicidio de María Marta Arias donde terminó siendo condenado a prisión perpetua, se identificó con los nombres de más de cinco personalidades diferentes. Se llamó Alex Day, para muchos un nombre inventado. Pero se trata de Alex Dey, un motivador que es conocido a nivel mundial por escribir libros de autoayuda y dar consejos de superación. Y al parecer, el santiagueño, que actualmente tiene 47 años, lo estudió de memoria. Siguiendo su filosofía no sólo rehizo su vida dentro del penal de Villa Urquiza, sino que realizó numerosos emprendimientos para ganarse la vida y ayudar a su familia. Esa buena conducta le abrió varias puertas en la cárcel.

Con la condena no se acabaron los problemas judiciales para el santiagueño que asesinó a su esposa el 28 de octubre de 2007 en la habitación 514 del hotel Catalinas Park. A los ocho días de haber recibido esa dura pena, en octubre de 2009, el fiscal Alejandro Noguera lo citó a declarar como imputado por haber amenazado al secretario judicial Luis Lezana Flores por haberle dicho en una audiencia “¿querés que te saque los ojitos? Otra vez las corridas. Otra vez las locuras. En esa declaración se hizo llamar Ygohor Khano. Tampoco logró que lo declararan inimputable y se pidió que lo enjuiciara. Después de una espera de casi cuatro años, en abril de 2013, Amín volvió a enfrentar proceso, esta vez, integrado por un solo juez, el ya jubilado Marcelo Mendilaharzu, quien decidió absolverlo porque no se había logrado demostrar que con esa frase haya cometido un delito.

Paralelamente, los defensores Roberto Flores y Martín Zottoli hicieron todo lo posible para recurrir el fallo que habían dictado los jueces Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Emilio Páez de la Torre. El primer golpe se los dio la Corte Suprema de Justicia de la provincia al convalidar la sentencia.

Fueron hasta la Corte Suprema de la Nación. Allí, el jubilado vocal Eugenio Zaffaroni había aceptado tratar el caso, pero como sus compañeros dijeron que no había razones para hacerlo, la pena quedó firme. “Fue una verdadera lástima que el máximo tribunal del país no haya analizado esta causa. Ellos podrían haber analizado la cuestión de la inimputabilidad y haber generado jurisprudencia en este tipo de expedientes”, explicó la fiscala Adriana Reinoso Cuello, que intervino en la investigación del hecho. Los profesionales también recurrieron a al menos un tribunal internacional, pero los resultados de esta gestión no se conocieron porque renunciaron a la defensa del condenado y la actual abogada del santiagueño se negó a realizar declaraciones cuando fue consultada por LA GACETA.

“Siempre fue un crack”

“Piensa en todo lo que puedes lograr con tu compromiso”, es la frase de cabecera que aparece en la página oficial del motivador Dey. Varios especialistas habían pronosticado que Amín no la pasaría bien en el penal. Por el aberrante hecho por el que fue condenado y por su papel de loco que él mismo se encargó de agrandar, se había transformado en candidato a ser asesinado porque violaba todas las “normas” tumberas que se usan para poder sobrevivir en ese infierno llamado cárcel. Como cualquier recluso recién ingresado tuvo sus problemas, pero ninguno grave. Él se había transformado en uno de los presos “famosos” que formaban parte de la población carcelaria y con el tiempo se fue ganando el respeto de los otros reos. De alguna manera se transformó en una especie de líder. Y lo hizo por su condición de ferviente luchador por sus derechos y, por ende, de sus compañeros de encierro.

EL ÚLTIMO JUICIO. Amín fue absuelto por la Justicia en un debate oral por una supuesta amenaza en contra de un funcionario. EL ÚLTIMO JUICIO. Amín fue absuelto por la Justicia en un debate oral por una supuesta amenaza en contra de un funcionario.

Amín fue el primer detenido que denunció ante la Justicia el trato inhumano que recibía en la Unidad de Máxima Seguridad. Se presentó ante un juez de instrucción y le contó cómo vivía: lo mantenían encerrado en un calabozo de cuatro por cuatro, donde sólo tenía un inodoro, un lavamanos y una cama que utilizaba para dormir y comer, ya que se alimentaba dentro de la celda. Dijo además que tenía un recreo de una hora diaria que consistía en caminar por la galería del pabellón. Además de pasar meses sin tener contacto con la luz natural, contó que le suministraban a é y a sus compañeros, medicamentos para mantenerlos tranquilos todo el tiempo. Por su presentación, el juez Alfonso Zottoli ordenó modificar el régimen que se utilizaba al considerar que era violatorio a todos los derechos humanos.

“’El Loco’ siempre fue un crack. Él era nuestro abogado en el penal”, resumió Hugo Medina, un ex detenido que compartió días de encierro con el santiagueño. Los internos contaron que, por su nivel cultural, era el que redactaba las notas para que los detenidos tuvieran una vida digna detrás de esos enormes muros.

Él era uno de los pocos reos que enviaban extensas cartas al ex juez de Ejecución Roberto Guyot (destituido años después por no haber cumplido sus funciones) con el fin de que se presentara en el penal a observar las condiciones en los que se encontraban los reos o para reclamar que atendiera los pedidos de salidas transitorias o los planteos de semilibertad que se acumulaban en su despacho. En definitiva, le pidió en reiteradas oportunidades que cumpliera con su trabajo.

Por su condición de “líder”, las autoridades del Servicio Penitenciario en varias oportunidades lo eligieron como negociador para controlar situaciones que amenazaban con la paz en el penal. “Amín nunca participó en un motín. Si había problemas, él se encerraba en su celda. No quería tener nada que ver con la violencia. Él prefería el diálogo. Charlaba un poco y las cosas se solucionaban. Tenía un chamuyo el ‘turquito’”, añadió Medina. Funcionarios reconocieron que es uno de los presos que más colabora en mantener la calma en Villa Urquiza y al que eligen para resolver conflictos.

Historias detrás de la historia: Amín, una especie de líder en el penal

El director del Servicio Penitenciario Juan Zaracho confirmó que Amín es un interno modelo. “Por su conducta ha venido gozando de algunos beneficios dentro del penal. En todos estos años tuvo un comportamiento ejemplar. Es apegado a las reglas, tiene muy buen trato con los guardiacárceles y se relaciona muy bien con sus compañeros”, indicó. “Puede haber sido condenado por un crimen aberrante, pero dentro de la prisión, su conducta es muy buena. Nada que ver con lo que hizo”, añadió.

Multifacético

“Comprométete contigo mismo y conviértete en un campeón de la vida y firma todos los días el contrato irrevocable”, siempre sugirió el motivador Dey. Y Amín, desde que fue privado de su libertad, parece haber grabado a fuego esas palabras en su cabeza. Realizó numerosas actividades dentro del penal. La mayoría de ellas vinculadas a la música, su otra pasión. Como buen santiagueño, el folclore era lo suyo, y los músicos de su tierra su razón de ser. Hasta que sus familiares pudieron costearlo, tomó clases de violín en el penal. Las chacareras de Cuti Carabajal nunca dejaron de sonar en los diferentes pabellones que le tocó ocupar desde hace ya más de 14 años.

También fue monaguillo del cura del penal. Pero su gran logro fue transformarse en uno de los integrantes del coro. “Era la figura. Su voz era increíble y llenaba de paz a todos los que lo escuchaban”, dijo un ex funcionario de la cárcel. Dirigido por el ya fallecido maestro Gerardo Calderón, Amín fue protagonista de otra historia. El grupo coral de la cárcel contaba con cierto prestigio. A alguien se le ocurrió la idea de que realizaran una presentación en un establecimiento educativo para recaudar fondos para diferentes obras de bien. Pensaron que con Amín como integrante, muchos tucumanos concurrirían a presenciar el espectáculo. Estaba todo listo, pero el juez Guyot no autorizó que saliera de la cárcel, por lo que la idea se marchitó antes de florecer.

Y fue ese mismo magistrado el que se opuso a que el santiagueño cumpliera con otra de las metas que se había propuesto: estudiar Derecho. No hubo manera de convencer a Guyot de que podría estudiar y que sólo saldría de la cárcel a rendir. El juez le puso la misma traba a Silvia Raquel Lai, que llegó hasta la Corte Suprema de Justicia para que la dejaran estudiar. El máximo tribunal de la provincia le dio la razón y hoy, la condenada por el crimen de su marido, ya tiene su título de abogada. El santiagueño nunca se rindió. Siempre buscó la manera de estudiar. No se sabe cuántos cursos hizo, pero sí trascendió que estaba gestionando autorización para hacer uno de peluquería.

“Un Pase a la Gloria” (Upal) es el nombre del programa de enseñanza de rugby en contexto de encierro, es decir, un grupo de personas se encarga de enseñar los secretos de este deporte en la cárcel. Y Amín fue el segunda línea del equipo hasta que su artrosis le dijo basta. Sus dos metros de altura y lo más de 100 kilos de peso le sirvieron para ser una de las figuras del equipo. “Uno escucha lo que pasó y realmente no puede creer que sea la misma persona. Conmigo siempre fue un hombre muy respetuoso, se adoptó a las reglas que imponemos y no faltó nunca”, indicó Patricio Perondi, referente del programa. “Pablo es un hombre muy respetado por sus compañeros. Estuvo años con nosotros y nunca generó problemas”, dijo el entrenador que ahora está afrontando otro desafío: mantener la primera escuela de árbitros de este deporte para detenidos del país.

Relaciones amorosas

Amín desde que fue detenido por el femicidio de María Marta, tuvo dos amores detrás de las rejas. La primera relación que entabló fue con una misionera que conoció cuando estuvo internado en el hospital. Cuando él fue llevado a la cárcel, ello lo siguió visitando por un buen tiempo hasta que, por razones que no se conocen, dieron por terminada la relación.

Después, sin que se conocieran más detalles, inició un noviazgo con una peluquera. Al parecer, la joven lo conoció cuando visitaba a otro interno. Se casaron en diciembre de 2018 y actualmente sólo los separan los gruesos muros de cemento del penal. Rigurosamente, ella lo visita en la cárcel cada vez que se abren las puertas para que los parientes ingresen. Cuentan los más cercanos al santiagueño que su familia lo inspira a componer canciones y escribir poesías. Lo mismo ocurre con su libertad que, como se verá, está cada vez más cerca de concretarse.

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