La educación, atada de pies y manos

03 Diciembre 2021

Los expertos aseguran cientos de veces que la mayoría de los trabajos en los que se desempeñarán nuestros hijos aún no han sido inventados. Las universidades por su parte, junto con los congresos y los reportes de las empresas más exitosas enarbolan la bandera de la innovación, asegurando que vivimos en terrenos movedizos, con pocas certezas sobre el mercado laboral.

La educación argentina, escenario de formación y de punto de partida para los sueños de los futuros ciudadanos, no está a la altura de las promesas de transformación y sus índices alertan sin importar el color de la bandera política de cada gestión. Así lo demuestra al menos el estudio realizado por el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe de la Unesco. Según dicho trabajo, el desempeño de los estudiantes argentinos está por debajo del promedio regional en las áreas de Lengua, Matemáticas y Ciencias Sociales. No solo eso, el análisis temporal indica que los índices están peores que hace casi 10 años atrás.

El trabajo de la Unesco tomó en consideración las evaluaciones aplicadas durante 2019 en estudiantes de 3° y 6° grado de 16 países de América Latina y el Caribe. En total se incluyeron 4.500 escuelas y 202.000 alumnos, una muestra más que considerable para comparar los distintos contextos educativos. Los números hablan por sí solos: en matemática, el 48,9% solo pudo alcanzar un rendimiento básico, mientras que en lengua el 46% de los alumnos pudo rendir en el nivel 1. En comparación con las evaluaciones realizadas en otros países, los resultados de ambas asignaturas estuvieron por debajo del promedio regional.

Si los resultados actuales duelen, más lastimosas son las comparaciones. Si se cruzan los datos con los obtenidos en 2013, momento en el que se hizo la evaluación por última vez, nuestro país sufrió una caída en todos sus índices educativos, salvo en la prueba de lectura para los alumnos sexto grado, en donde se pudo mantener la misma calificación. Si nos vamos un poco más en el tiempo, encontramos índices aún mejores: en 2006, cuando se hizo por primera vez el Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE), nuestro país quedó por encima del promedio en las cuatro asignaturas evaluadas. Es decir, a contramano de lo que indican las exigencias de un mundo tecnologizado, nosotros vamos hacia el pasado.

¿La decadencia educativa es de carácter exclusivo de nuestro país? A pesar de que algunos funcionarios nacionales quisieron anclar los resultados en términos de la grieta, el problema excede la política local. Los datos del estudio revelan que, en los otros 15 países evaluados también se observó que en promedio, más del 40% de los estudiantes de tercer grado y más del 60% de sexto grado de primaria no alcanzan el nivel mínimo de competencias fundamentales en Lectura y Matemática esperadas. A contramano de la evolución tecnológica, en la mayor parte de los países no se evidenciaron mejoras de aprendizaje de los estudiantes o, incluso, bajaron los resultados entre 2013 y 2019.

¿Qué futuro podemos construir entonces si nuestros chicos no pueden reconocer ideas centrales en los textos que tienen enfrente? ¿De qué innovación podemos apropiarnos si los estudiantes no logran escribir números naturales hasta el 9.999? Existe una alerta gigante en nuestro presente que sin dudas impactará en unos años, pero principalmente en términos de accesibilidad. Los resultados de la Unesco están asociados directamente con los contextos socioeconómicos de los alumnos evaluados.

Los datos del reporte son previos a la pandemia. Ni los expertos más capacitados se imaginaron condiciones aún peores para el acceso a los conocimientos básicos. Lo que queda por delante entonces es un desafío gigante, atravesado por condiciones estructurales y coyunturales que hacen de la educación un campo de permanente preocupación para todos los actores involucrados. A la vista está que sin dicha premura, los próximos resultados serán aún peores.

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