La importancia de apoyar los valores del deporte

06 Diciembre 2021

La red de clubes deportivos, desde que estas instituciones comenzaron a ejercer un rol social, siempre ha sido extensa, laboriosa, dedicada y amplia en sus conceptos acerca de las disciplinas que en cada uno de ellos se practican. Salvo excepciones, históricamente en Tucumán a la mayoría no le ha resultado sencillo llevar adelante sus destinos, mucho menos crecer y fortalecerse. Influyen en esto variables tan diversas como la ubicación geográfica, las posibilidades económicas, el sentido de pertenencia de sus asociados y allegados y las gestiones, empuje e interés que demuestren sus integrantes en el futuro.

Llegamos a un presente en el que muchas veces la lucha por mantener en pie a un club se torna desigual en medio de una crisis social y económica que obliga a pensar, y repensar, cada paso que se da. No obstante, es del caso reflexionar sobre quienes, a pesar de tanta carga, mantienen en alto el espíritu de la formación, la integración y la ayuda a las generaciones de deportistas que buscan en los clubes un salvoconducto a sus realidades.

El caso que mostró LA GACETA el sábado, con la dirigente de Tucumán Central Soledad González, poniendo cuerpo y mente en el afán de volver a hacer del “Rojo” de Villa Alem una institución referente de nuestro deporte, es conmovedor. Y, a la vez, ella es una clara muestra de cómo muchísimas personas, en toda la geografía provincial, creen, confían y trabajan en la idea de que al futuro se lo forja, entre otras cosas, con una actitud inquebrantable, un amor propio a prueba de todo y una identidad con el legado dejado por quienes las precedieron.

Siempre se escucha decir que no existen escuelas para formar a un dirigente deportivo. Hacer camino al andar es norma, al menos en esta parte del mundo. Dejando de lado a aquellos que se acercan a conducir o trabajar en los clubes provenientes de otras esferas -sobre todo la política-, este tipo de dirigencia como la que representa González, es la esencia pura de aquel que, incluso integrando a la familia, a sus amigos y allegados, apuesta por ayudar, iluminando caminos a quienes quizás no tienen en claro cómo concretar objetivos.

Hasta hace algún tiempo, volcarse al campo de la dirigencia deportiva era puramente vocacional. Incluso, en la historia tucumana se multiplican los nombres de personas que, desde una gestión en este campo, saltaron a otros, quizás de mayor envergadura, pero con una similar responsabilidad social. Hoy ocurre de manera frecuente que, para dedicarse a una institución, primero hay que encontrar tiempo entre la maraña de actividades laborales que se tienen. Esto deja prácticamente en un segundo plano a la vocación. Algo tan importante como los valores que se transmiten desde la función.

Envueltos en los laberintos propios de circunstancias poco propicias para cumplir con los objetivos que se plantean desde los clubes, no obstante, no se debe perder de vista la relevancia de lo que se debe hacer. En ese sentido, apoyar, instar, acompañar, alentar a la gente a volcarse a la dirigencia deportiva se hace fundamental. Lo es mucho más en esta sociedad necesitada de los clubes como centros de contención física y emocional. Cuando no, están quienes los ven como sitios donde pueden comenzar a construir caminos de vida. El desafío está planteado desde hace tiempo. No desfallecer ante las vicisitudes supone un ejercicio que compromete a todos los actores sociales.

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