26 Diciembre 2021

La debilidad de los partidos

Julio María Sanguinetti

El mayor problema de la democracia hoy es el debilitamiento de los partidos políticos. Estos son los grandes estabilizadores de la opinión pública. La democracia, ya lo explicaba Aristóteles hace 25 siglos, es un problema aritmético muy complejo porque se basa en la articulación de mayorías. Ahí está el rol imprescindible de los partidos, que se demostró en el correr de la vida -Jefferson no pensó en partidos políticos cuando estaban haciendo la constitución sino en ciudadanos y estado-. Hoy vivimos un período de reformulación con estructuras menos rígidas, liderazgos menos estables, con la presencia de nuevas modalidades de comunicación. Los Chávez no son la causa sino la consecuencia de la crisis de los partidos.

* Publicado el 28 de noviembre.

Nuevos liderazgos

Ricardo Lagos

Los nuevos temas están sobre la mesa. Los nuevos liderazgos tienen que saber adaptarse. Nosotros somos un poco analfabetos en el terreno digital. Nuestros nietos nos muestran las limitaciones que tenemos para comunicarnos entre generaciones. Es la primera vez en la historia que las generaciones tienen maneras distintas para comunicarse. Aprendamos rápido. Los más jóvenes deben aprender a escuchar. A valorar la separación de poderes. La demagogia está al alcance de la mano en estos tiempos. Los populismos están a la vuelta de la esquina. Lo más elemental de todo sigue siendo que mi verdad termina donde comienza la del otro. Tenemos ahora que aprender que somos capaces cada vez de tener un mundo que interactúa. Lo absurdo es que ese mundo está cada vez más globalizado y no logramos mantener las reglas de ese mundo. Así como la segunda mitad del siglo XX alumbró el mundo del Atlántico, en la primera mitad de este siglo viviremos en el mundo del Pacífico. Debemos preguntarnos qué nuevas formas de comunicarnos entre nosotros tendremos, cuáles serán las nuevas instituciones políticas y los nuevos liderazgos para este cambio epocal.

* Publicado el 28 de noviembre.

La verdadera educación

Santiago Kovadloff

“Debemos ser prudentes cuando adjetivamos la palabra educación, para eso hay que saber el lugar desde dónde se la enuncia. Para quienes nos consideramos republicanos y liberales, profundamente constituciona-listas, la verdadera educación, entonces, es la que promueve la conciliación entre la formación especializada que puede brindarse en una carrera universitaria y la identidad cívica de quien está llamado a ejercerla. Lo mismo creemos de la educación secundaria. Aspiramos a que los alumnos sean educados en el ideal cívico que implica las tres normas fundamentales de la concepción republicana: vivir en el marco de la ley; concebir al prójimo como indispensable para la constitución de la propia identidad y desarrollar tanto el espíritu crítico como el autocrítico. A esto llamamos verdadera educación; además, porque lo vinculamos con el título de nuestro libro. Allí donde la república es una urgencia, la educación verdadera ha de ser primordialmente aquella que contribuya a generar responsabilidad subjetiva en la concepción del sistema político en el cual se quiere vivir.  Y responsabilidad subjetiva hay donde yo no delego sumisamente en un liderazgo personalista la responsabilidad de pensar cuál es el camino que debe tomar mi país. Dejo para el final lo más importante. La escuela primaria es el primer escenario donde el ejercicio de la convivencia con el prójimo empieza a producirse bajo la orientación de un maestro, que puede ser caracterizado con estos términos: aquel que nos enseña a convivir… Ser ciudadano significa tener un alto sentido de la responsabilidad personal en lo que hace a la  vinculación de la vida privada con la vida pública. Es decir, es aquel que nunca concibe la vida pública como algo que le es ajeno a sus intereses primordiales como individuo o como persona. Ciudadano es aquel que sabe que dos viene antes que uno. Es decir que primero está la convivencia con el otro y de ella recién se derivan las posibilidades personales; es aquel, en suma, que entiende que la construcción de la república es una tarea de perfeccionamiento incesante, a diferencia del populismo que se presenta como una verdad consumada o como una verdad totalizada. En el campo de la ciudadanía republicana ser es no dejar de aprender.”

* Entrevista de Jorge Brahim publicada el 1 de agosto.

El toque personal en la ciencia

Alberto Rojo

El físico Richard Feynman, en un maravilloso ejercicio que yo llamaría histórico-científico, muestra que la teoría general de la relatividad de Einstein bien podría haber sido otra. La visión de Einstein, dice Feynman, resulta de un accidente histórico, y luego Richard nos muestra su formulación alternativa. Si, por algún motivo Einstein hubiera abandonado la física en 1908, por aburrimiento o víctima de un crimen, quizás otra u otro hubiera formulado una teoría a lo Feynman, y hoy no hablaríamos de agujeros negros sino de otra entidad, con otro nombre, con propiedades análogas pero no idénticas.

Nuestras leyes, aún cuando capturan parte de la realidad objetiva, están condicionadas por nuestro proceso de descubrimiento y están informadas por las herramientas que desarrollamos para indagar el mundo. Del mismo modo, el Impresionismo no puede pensarse aislado de la invención del pomo de pintura, que facilita pintar al aire libre, o de las teorías del color que vienen de la física del siglo XIX.  La composición de las sinfonías clásicas es inseparable de los avances tecnológicos en la fabricación de violines y otros instrumentos; la perspectiva de Brunelleschi y Piero della Francesca es inconcebible sin la invención de la cámara oscura y de las lentes ópticas, que permiten la proyección tridimensional en un plano.

No postulo una equivalencia entre la creación artística y la científica, sino una proximidad mucho mayor a la que plantea el enunciado del principio.

En un planeta con una evolución similar, pero no idéntica, sin Galileo y sin Heisenberg, tendríamos métodos parecidos, pero no iguales, de describir el movimiento uniforme y el mundo microscópico. Y en la métrica imaginaria de las estéticas, en ese posible mundo sin Bach y sin Vermeer, tendríamos también una pintura cercana a La Joven con el Aro de Perla, y una obra próxima, pero no idéntica, al Clave Bien Temperado.

* Fragmento del artículo publicado el 6 de junio.

Juan Bedoian, la mano prodigiosa de un gran editor

Ricardo Kirschbaum

Ñ fue su creación más sublime. Como editor, hizo realidad aquello que tantas veces se había debatido, esa idea que seguía allí, agazapada. Juan tomó el proyecto y lo configuró. Puso toda su experiencia y conocimiento periodístico, trabajando en su diseño junto a Antoni Cases, un catalán que tiene mucho más talento que palabras.

Se trataba, según Bedoian, de no escuchar a los “coros mínimos, que siempre hablan de lo mismo, es decir de sí mismos”.

A un año de la aparición de Ñ, se preguntaba: “¿Es posible hacer hoy un periodismo cultural en el que los discursos no prevalezcan sobre los hechos, un periodismo capaz de registrar el cruce del saber especializado con el más espontáneo y difuso, transmitir los conocimientos y los gozos sin cortedad de oídos, crear un espacio para fomentar la estrecha relación entre cultura, sociedad y persona?”

Y remataba: “Una revista cultural puede ser un lugar privilegiado si funciona honestamente como puente entre los agentes culturales, las obras y esos lectores; sirve si su mirada es amplia y variada, si se abandona la voluntad de escucha, si es capaz de registrar identidades colectivas, memorias y vanguardias…”.

* Artículo publicado el 5 de diciembre.

El periodismo y la ética de la moderación

Fernando Ruiz

Si antes la credibilidad consistía en reprimir la subjetividad y la firma, cada vez más la credibilidad ahora se busca exhibiendo al máximo la subjetividad. Nos hacemos más transparentes para ser más creíbles.

En la región ese proceso de mayor personalización y subjetividad coincidió con una creciente polarización y se expresó también en batallas entre periodistas. Si antes la mayoría eran personajes anónimos, ahora la escena periodística es un gran star-system que cada tanto riñe entre sí.

Esa polarización llevó a muchos a una etapa de periodismo de gatillo fácil. Podemos hacer un diccionario del insulto si vemos y escuchamos a la patria grietera en los medios.

Utilizan una argumentación cada vez menos sofisticada pues además su audiencia es cada vez menos exigente. El gatillo fácil embrutece a los periodistas pero también a las audiencias.

Por eso, así como durante muchas décadas el anonimato era un atributo de la calidad, ahora creo que lo es la moderación. No se puede ser un buen periodista hoy y al mismo tiempo ser un fogoneador del gatillo fácil.

© LA GACETA

* Artículo publicado el 12 de septiembre.

Tres actos

Guillermo Roux

“La importancia del planeta Tierra y la de quienes accidentalmente lo habitamos es tan ínfima que muchas cosas que nos son naturales o cotidianas, después de analizarlas, devienen ridículas. La vida yo la divido en tres actos. Nosotros llevamos a cabo el segundo, tal vez el más aburrido, el más tonto. El primero no lo conocemos;  ¿quién tiene memoria de las eras anteriores?  Y el tercero es la muerte. Yo a veces pienso que la muerte no existe y que la vida es un juego. Por momentos tedioso, por momentos divertido. Pintamos, hacemos música, nos enamoramos, sufrimos. Son juegos. Y que los jugamos muy mal.”

*Entrevista de Asher Benatar

publicada el 5 de diciembre.

“Los lectores son mi libertad”

Almudena Grandes

“Los lectores son la libertad del autor. Yo puedo escribir los libros que me da la gana porque mis lectores me mantienen. Si no los tuviera, debería escribir los libros que los editores crean que debo escribir. Sí, los lectores son mi libertad. Pero cuando escribo no pienso en ellos. Pienso en una sola lectora, que soy yo. Y trato de ser exigente conmigo como lo soy con los libros de otros. Desde ahí se produce una misteriosa conexión que hace que si soy capaz de reírme, de emocionarme conmigo misma, normalmente a los lectores les pasará lo mismo. Por eso cuando me aburro de algo que escribí, lo borro. Igual soy una escritora muy afortunada porque mis lectores me gustan. Podría tomar una cerveza con la mayoría de ellos y pasármelo bien.”

* Entrevista de Alejandro Duchini publicada el 5 de diciembre.

La radio y los libros

Alejandro Dolina

“Estoy muy entusiasmado con lo artístico… con el arte, podríamos hablar de una vocación artística y la radio fue hospitalaria con esa vocación. Gracias a la radio pude después escribir libros, conseguir que alguna gente los leyera, etc. No es que la radio me de temas para mi modestísima literatura porque nada cuesta observar que los programas de radio son bien distintos, tan distintos que parecen hechos por otra persona. Pero sí es cierto que la radio me ayudó a que mucha gente se acercara a los libros. Y el tercer elemento es la noche… la solución a un insomnio fatal y tremendo, que después resultó productivo. Pero también la ocupación de un espacio en donde todo lo que uno cuenta tiene otro tamaño. Los sueños tienen otra dimensión y algunas cosas que son imposibles a las once de la mañana son posibles a la madrugada.”

* Entrevista de Flavio Mogetta publicada el 12 de diciembre.

Gardel, mucho más que su mito

Felipe Pigna

“Gardel es más que el mito. Sería una injusticia decir que su grandeza se debe a que murió joven, como sugieren algunos. Al morir, estaba en lo mejor de su carrera: 44 años, bien físicamente, perfecto a nivel vocal, su fama consolidada y en el momento más fuerte de su carrera y a punto de dos cosas importantes: filmar dos películas y grabar discos en inglés. Tenía mucho para dar. Imaginate lo que hubiese sido Gardel abriéndose en el mercado inglés… En los Estados Unidos quedó muy vinculado al mundo latino porque no pudo atravesar esa barrera, que era lo que venía. Aunque es un músico muy reconocido en el ambiente de la música. Rosalía, que triunfa con flamenco trap, acaba de versionar Volver. Así que Gardel siempre está vivo. Vuelve permanentemente. Bueno, en realidad, nunca se fue.”

* Entrevista de Alejandro Duchini publicada el 24 de enero.

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