Todo trabajador tiene derecho a tomarse unas merecidas vacaciones, después de un duro año laboral. Pero cuando se trata de funcionarios públicos, estos “servidores del Estado” están obligados, mientras ocupen su cargo, a comportarse en su vida pública y privada como manda el “Código de Ética de la Función Pública”. Esta normativa exige al funcionario “observar una conducta digna y decorosa, actuando con sobriedad y moderación” para evitar “cualquier ostentación que pudiera poner en duda su honestidad o su disposición para el cumplimiento de los deberes propios del cargo”.
La decisión de dos funcionarios de la Nación de tomarse vacaciones en el Caribe -a pesar de las restricciones del propio Gobierno nacional para desalentar los viajes al exterior, lo que afecta a todos los argentinos- va a contramano de toda ética. No sólo contradice la normativa del Código de Ética de la Función Pública. La actitud de estos funcionarios, en franca desobediencia con el pedido expreso del Presidente de la Nación a su gabinete de no salir de vacaciones fuera del país, envía un mensaje, cuanto menos, disonante a la sociedad. Seguramente no era idea del Presidente que sus funcionarios se mostraran como ciudadanos privilegiados, que pueden pagar viajes carísimos, en dólares, mientras rigen las limitaciones de compra de U$S 200 por mes para todo el país y la imposibilidad de abonar un pasaje en cuotas. ¿Dónde quedan la “sobriedad” y la “moderación” que pide el Código de Ética del funcionario público cuando quien conduce una institución tan sensible como el PAMI, puede costearse unas vacaciones al Caribe mexicano por dos semanas, mientras el 50% de los jubilados argentinos apenas llega al haber mínimo de $ 29.062?
¿Dónde está la transparencia del funcionario público cuando según la declaración jurada presentada por la titular del PAMI en 2020 no dispondría del dinero necesario para tan costoso viaje?
El ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación también decidió tomarse unas vacaciones en Cuba, y aunque le fue advertido del pedido del Presidente se disculpó señalando que al pasaje ya lo tenía comprado y que había sido programado hace tiempo con su esposa. Nada de esto parece escandalizar al Gobierno. La titular del PAMI se fue de viaje con su subdirector pero también tomaron licencia el número tres y el cuatro en el orden de jerarquía, por lo que el organismo está prácticamente acéfalo de autoridades con poder de decisión.
La vocera presidencial Gabriela Cerruti, lejos de cumplir con su función de ser la voz oficial ante consultas de la sociedad, visiblemente molesta, se limitó a decir “sin comentarios”, cuando se le preguntó sobre un posible pedido de renuncia a la funcionaria. El lunes había dicho que “la posición (del gobierno frente a los viajes) es que todos tienen derecho a tomarse vacaciones”.
El único mensaje que le llega al ciudadano común es que desde la cima del poder algunos funcionarios ven y viven otra versión del país, que desde el llano nunca podrán conocer.