Panorama de las letras en Francia

Un recorrido por los autores y los libros de mayor repercusión. De Piketty, Onfray y Hoeullebecq a Leïla Slimani, Karine Tuil y Éric Neuhoff.

13 Marzo 2022

Por Paulo Cavaleri

Para LA GACETA - PARÍS

En abril habrá elecciones presidenciales en Francia. Los candidatos y precandidatos desde hace meses se posicionaron sobre una agenda que incluye temas económicos y sociales. Ante todo, Francia sufre un progresivo proceso de desindustrialización del que quedan exceptuados la industria nuclear, la aviación, los automóviles y el lujo. El país ha pasado de ser a fines de los años 70 el quinto a nivel mundial en materia de riqueza por habitante al número 26. Revertir la situación requeriría de remedios de largo plazo, y el electorado y los dirigentes lo rehúyen, con lo que el eje del debate público es otro y está centrado en la seguridad y la inmigración. La así llamada “fractura identitaria” de un país desgarrado y alejado de sus tradicionales valores universales.

En una reciente encuesta del CNRS (equivalente del CONICET), una mayoría del 51% se opone a la idea según la cual la inmigración es una fuente de enriquecimiento cultural y el 67% afirma no reconocerse más en los valores de la sociedad francesa. Sin duda, los atentados terroristas islámicos de los últimos años (los de 2015 y la decapitación de un maestro de escuela más recientemente) han dejado una larga sombra, sobre la que crecen discursos políticos, proveedores de soluciones simplistas e irrealizables. Mucho de esto se refleja en la literatura francesa contemporánea, sea en la ensayística como en la ficción.

Por lo pronto, la división que afecta a la sociedad se encuentra bien documentada en el reciente estudio l’Archipel Français (2019) del analista político Jerôme Fourque, que revela una nación múltiple y dividida, en la que la conjunción tradicional de una matriz católica y otra republicana y laica se encuentra agotada. Y fragmentada: secesión de la elites, autonomía de las categorías populares, formación de un núcleo de resistencia católico, instauración de una sociedad multicultural de hecho y dislocación de referencias culturales comunes, tal cual lo ilustra el hecho que casi un 20% de la población lleva un nombre árabe-musulmán. Thomas Piketty, reconocido economista, reflexiona sobre la necesidad de adoptar indicadores sociales de origen étnico (actualmente prohibidos) que reflejen las nuevas desigualdades del país. Por su parte, el filósofo anarco-libertario Michel Onfray, de gran popularidad, rescata en sus obras como La nef de fous o Le miroir aux alouettes una línea soberanista de raigambre gaullista, contraria a las directivas europeas de Bruselas y denunciadora del políticamente correcto. A pesar de no ser creyente (es autor de un Tratado de Ateología) estima que la base cristiana/republicana francesa debería haberse preservado. Sólo que actualmente ello es imposible, con lo que se explica su pesimismo radical, sin esperanza.

En materia novelística, mucho de este ambiente se manifiesta en diversos autores. El siempre provocador Michel Hoeullebecq, ha abandonado parcialmente las miserias del sexo en la sociedad moderna, y con una primacía indiscutible ha presentado en Soumission (2015), el escenario para muchos catastrófico de un presidente musulmán en una Francia en la que los “verdaderos” franceses han sido “reemplazados” y en el que un profesor descubre que su conversión a la fe de Allah sólo puede traerle ventajas de todo orden. Representante de la diáspora magrebina, Leïla Slimani (Premio Goncourt, 2016) desde una óptica inteligente y deliberadamente feminista, es autora del exitoso y atroz Chanson douce, en el que una niñera, de origen humilde y blanca, con muchas aparentes virtudes, termina por matar a los hijos de una pareja de origen mixto. Su último libro, Regardez-nous danser, aborda las contradicciones de la sociedad marroquí por 1968 en un país de reciente independencia en búsqueda de una nueva identidad. Otra reconocida escritora, Karine Tuil, en línea con anteriores obras en la que enfoca el tema de la identidad, real o construida, trata en La Décision paralelamente una historia de adulterio de una jueza y el proceso que le toca presidir de un joven sospechado de haberse unido al ISIS en Siria.

Pero la escena no está enteramente acaparada por cuestiones identitarias, y así Éric Neuhoff nos brinda en Rentrée littéraire una crónica de un amor en el medio de la edición parisina en la que unos pocos salen adelante vendiendo libros y en la que desfilan personajes a menudo ridículos (como la editora que asegura haber leído todo Proust a los 14 años) pero en la que prevalece el gusto de las cosas simples y mágicas de la vida, como un atardecer, la sensualidad o la buena mesa. Autor de grandes ventas, Frédéric Beigbeder prefiere por su parte el tema del calentamiento climático y en su última novela Un barrage contre l’Atlantique, pone en escena a un ex dandy parisino convertido en eremita en una lejana playa del Atlántico, donde dará una lucha magnífica e inútil contra las aguas que suben ineluctablemente. Y con una nota decididamente epicúrea, Daniel Picouly en su novela Les larmes du vin trata la pasión francesa por el vino, hilvanando los propios recuerdos personales, signados por la búsqueda, la medida y el equilibrio. En otro orden de cosas, Maylis Besserie, en Les amours dispersées evoca el fantasma de William Butler Yeats y sus últimos años en la Provenza. Finalmente, no debemos olvidar Buenos Aires n’existe pas, reciente libro del novel escritor Benoît Coquil que trata del imaginario diario del innovador artista Marcel Duchamp en la Argentina de 1918.

© LA GACETA

Paulo Cavaleri - Historiador y ex funcionario internacional, vive en París. Su libro de próxima publicación trata de un tucumano poco conocido: Juan Carlos Franco, Militar republicano y poeta criollo.

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