¿Quién se anima a usar un celular “tonto”?

¿Qué harías si tuvieses 18 horas adicionales en la semana? ¿A qué te dedicarías si tu día sumara al menos dos horas más? ¿Descansar bien, leer más, hacer deportes, pasar más tiempo con tus hijos? Sin dudas, suena bien el plan, aunque los relojes nos recuerdan que estamos limitados a las 24 horas de siempre. Para sorpresa de todos, hace 10 años sí teníamos esas dos horas adicionales por día, es decir, contábamos con más tiempo y no lo sabíamos.

Según un estudio de la empresa HDM Global, la misma que fabrica los históricos celulares Nokia, estamos tan pendientes de los teléfonos inteligentes que los activamos, en promedio, 142 veces al día, ya sea para chatear, hablar, ver la hora, o entrar a nuestra aplicación preferida. Esas 142 veces diarias se traducen en 18 horas y 12 minutos semanales de pantalla en el teléfono. Y si estos datos parecen desopilantes, basta con consultar herramientas como Bienestar Digital que traen los celulares con Android y chequear el tiempo de conexión. Es sorprendente ver de qué manera cambian los hábitos a lo largo de la semana y cómo a veces usamos mucho más el teléfono durante el sábado o el domingo, paradójicamente, los días de descanso para la mayoría.

Los datos de HDM Global fueron presentados en 2021 e indican que en los últimos 10 años aumentó en un 90 por ciento el uso de los teléfonos con conexión a internet y el 83 por ciento de las personas aseguran “amar” a su equipo. La investigación determinó además que, a pesar del amor que le tenemos a dichos objetos, los usuarios cambian sus teléfonos cada dos años en promedio. Aún así, ocho de cada diez usuarios indicaron que les gustaría que sus equipos duraran más tiempo, pero que los problemas de rendimiento inciden en su decisión de compra y los obligan a cambiar de dispositivos.

Las estadísticas de la empresa finlandesa sirvieron para alertar, una vez más, sobre la dependencia que existe a nivel global de nuestros teléfonos. Sin embargo, quizás ya no nos sorprenden estas advertencias pues hemos naturalizado que vivimos con ellos, o más bien, no podemos vivir sin ellos. Pero lejos de quedarse solo con los datos, HDM Global ha decidido a principios de este año modificar su estrategia de negocio para ofrecerles a sus clientes productos con menos distracciones y que eviten el círculo de la obsolescencia programada, es decir, la estrategia de mercado que obliga a cambiar de equipos cada cierto período de tiempo por “fallas” que comienzan a aparecer en los equipos. La compañía que creó el Nokia 1100, el celular más vendido de la historia, acaba de renunciar a competir en el mercado de los teléfonos inteligentes, no quiere ofrecer el rival del Iphone ni destronar a Samsung.

El plan de Nokia parece descabellado, pero no lo es. Según indicó su director de marketing, Adam Ferguson, no tiene sentido que su marca compita con teléfonos caros. Por eso, centrarán todos sus esfuerzos en equipos de gama baja, pero que tengan buenos materiales y duren el tiempo que sus usuarios necesiten. Veinte años después de que Nokia fuese el sinónimo de teléfono móvil, la marca apuesta por el mercado de los teléfonos “tontos”, es decir, aquellos que no pueden conectarse a internet, ni tener GPS o sacar fotos en altísima calidad. Equipos que cumplan la única función de comunicarnos con otras personas a través de llamadas o mensajes de texto y que por dichas limitaciones, su batería puede durar hasta 20 días sin cargar de nuevo.

Los costos de un celular “tonto” son casi irrisorios. Un Nokia 110 puede conseguirse a menos de ocho mil pesos por internet, un modelo que cuenta con las funciones básicas, puede usarse con dos tarjetas SIM y cuya batería puede durar hasta 18 días en reposo. En Argentina aún no se comercializa su versión 4G, la cual incorpora la posibilidad de utilizar Whatsapp entre sus prestaciones, pero a través de plataformas de compras en el exterior es posible adquirir uno por el mismo precio. Estamos quizás ante un renacimiento de estos equipos pues según un reciente artículo de la BBC, las búsquedas en Google de los mismos aumentaron un 89% entre 2018 y 2021. A ello se suma que según los últimos informes de ventas, las compras globales de “teléfonos tontos” alcanzaron los mil millones de unidades el año pasado, frente a los 400 millones de 2019.

Puede que las paradojas del capitalismo hagan que la limitación de prestaciones extrañamente sea un valor de un producto. Evidentemente el factor tecnológico no es el atractivo de estos equipos, sino más bien las consecuencias sociales que pueden devenir de renunciar a determinado uso del celular. ¿Quién está dispuesto a invertir menos de ocho mil pesos para ganar dos horas más por día? La pregunta puede inquietarnos y quizás todavía no tengamos respuesta, pero si comenzamos a pensarlo al menos ya habremos tomado consciencia de que los adjetivos “tonto” o “inteligente” no tiene que estar depositado en un celular, sino más bien en nuestra decisión.

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