Reírse “del” otro y no “con” el otro puede generar reacciones como la que empañó la reciente entrega del Oscar, cuando Will Smith le propinó una bofetada al monologuista Chris Rock por burlarse de la calvicie de su esposa, Jada Pinkett-Smith, que padece alopecía. El desenlace, sin dudas adverso para ambos, fue producto de las bromas de mal gusto del comediante, ya conocido por su tendencia a transgredir los límites establecidos e incursionar en un territorio donde el humor trata de convocar la risa valiéndose de medios poco inteligentes.
Incomodar al otro en un espectáculo de stand up ha sido un recurso utilizado a veces por los artistas de ese género, en los ámbitos donde se espera que suceda y se lo puede soportar. Pero en la ceremonia de la Academia de Hollywood no es tan frecuente. En los últimos años, los presentadores lo usaron para bromear con algunos de los nominados, siempre contando con su complicidad, pero nunca se mofaron de sus parejas. Mucho menos en referencia a una enfermedad.
Dicho sea de paso, el buen gusto y la creatividad no fueron protagonistas esta vez en la conducción de la entrega de premios. A los libretistas les pareció gracioso, por ejemplo, que las presentadoras palparan a hombres en el escenario o los convocaran para un supuesto “hisopado sexual” detrás de bambalinas. La decadencia del Oscar, como se ve, abarca muchos aspectos.
Consultados por LA GACETA acerca del tema de los límites que un humorista no debe traspasar, opinaron artistas de nuestro medio:
Miguel Martín
A todos los humoristas nos habrá pasado eso alguna vez, ya sea intencional o no. Chris Rock tiene guionistas pero al leerlos a veces uno no se da cuenta de que puede herir a alguien. A todos nos pasó alguna vez esto de ofender a alguien, que se levanten y se vayan... Uno está contando chistes de borrachos, de curas, de lo que sea y por ahí alguien se siente tocado. O uno está satirizando al tucumano y alguien dice: “yo soy tucumano pero no soy así”. Creo que los límites del humor han cambiado desde hace más o menos una década. Yo trato de hacer humor siempre en primera persona. Esa es la bendición del monologuista de stand up. Hablar de todo lo que le pasa a uno, de cómo uno ve determinadas cosas, tratando de no ofender a nadie. Hay que ser muy genio para tirar un palo y que pegue pero no duela. El que tenía esa calidad para hacer chistes era Alberto Calliera. Hablaba de los gobernadores de turno, les pegaba duro y no pasaba nada. Tato Bores era otro. Pero hay que tener mucha calidad para jugar al límite. Yo si hablo de defectos, hablo de los míos. Por ejemplo, cuento que tenía acné, o que cuando era chiquito era gordito y a todos los apodos de gordo me los digo a mí mismo. Los límites del humor se han ido achicando. Ya no es como antes. Veo videos míos con chistes que contaba hace diez años y que hoy estarían fuera de lugar. Uno se debe actualizar para poder seguir trabajando.
Catto Emmerich
¡Qué tema difícil el humor! En primer lugar, estoy en contra de todo lo que sea violencia. No me parece nada bien la reacción de Will Smith. Pero también puede ser violento el humor. Yo pensé, hasta no hace mucho, que el humor no tenía que tener límites. Que se puede hacer humor con todo. Con el tiempo me empecé a dar cuenta de que no vale todo. Que si el humor ofende, si lastima, ya no es humor. Porque el objetivo es hacer reír, no lastimar. Algunos piensan que el humor tiene que incomodar. No pienso así. Por ejemplo, nadie dudaría de la calidad del humor de Les Luthiers, de su cultura y fineza. Sin embargo, si revisamos sus espectáculos de hace algunos años, vamos a encontrar chistes misóginos, machistas, transfóbicos... Hay que revisarlos. Hoy sería imposible tener un Alberto Olmedo. Le pondrían mil límites. El programa “Peligro sin codificar” me parece que dejó de estar al aire por el tipo de humor que hacía: totalmente irreverente, atrevido. No dejaba de ser humor y nos causaba risa, y yo sigo viendo videos de Les Luthiers, pero cuando uno los ve dos o tres veces dice: “mirá el chiste machista que largaron ahí”. En este caso, lo de Chris Rock burlándose de la mujer de Smith tuvo su reacción, que fue mala pero indica que hay límites. El humor es para hacer reír, para sanar, para alegrar, no para lastimar ni ofender. Ahí ya deja de ser humor. Es más fácil hacer llorar que hacer reír. El humor es muy complejo. Genios como Buster Keaton o Charles Chaplin ya no hay.
Huerto Bravo Yñigo
El stand up es un género de opinión. Nosotros vamos a hablar de los temas que queramos abordar, nuestro punto de vista, pero hablando de nosotros mismos. Por eso es que los comediantes de stand up muchas veces quedamos muy expuestos. En el caso de Chis Rock, no hay humor sino violencia. Cuando se trabaja la técnica se la trabaja a partir de los recursos humorísticos sobre la base de que la primera persona con la que yo me agarro para crear mi monólogo, soy yo misma. Yo con mis “desgracias”. No me voy a reír de otros sino de mí y voy a trabajar con temas que sean universales, con cosas que nos hayan pasado a todos, en alguna medida. Por supuesto que hay otras formas de hacer stand up. Pero burlarse de alguien que tiene una enfermedad y que no puede defenderse, es traspasar el límite del humor. Hay que manejarlo con más inteligencia. Cuando buscamos ofender a otro ya no estamos haciendo humor sino violentando a otro desde una posición de poder.
Gustavo Delgado
Una formula del humor está regida por la máxima Tragedia + Tiempo, que indica cuáles son los temas delicados, tanto de índole pública (catástrofes, genocidios, hechos locales) como privados (separación, enfermedades, situaciones personales, ideologías) y cuánto tiempo tiene que pasar para poder abordarlos, o qué distancia tiene que existir entre el hecho y el momento de abordarlo desde el humor. Durante muchos años el humor estuvo centrado en reírse del otro, con el consiguiente riesgo de la reacción de la víctima. Una anécdota comenta que el cantante mexicano Juan Gabriel terminó una canción gritándole en el oído a un narco y que tuvo, por ese hecho, que huir en avión 20 minutos después. Siempre el límite debe ser el respeto. Podés estar de acuerdo o no, celebrar o no, pero si no hay respeto tanto del comediante como del público, pueden ser sujeto de reacciones y muchas veces ocurre en el caso de algunos comediantes, porque forma parte de su oficio.