Guerra en Europa del este: el Papa marca diferencias con la Iglesia Ortodoxa de Rusia

Francisco cuestionó la complacencia del jefe espiritual de los rusos con la operación militar. “El Patriarca no puede ser el monaguillo de Putin”, reflexionó. Kirill bendijo la ofensiva como una pelea “metafísica” contra la decadencia moral occidental

 OTROS TIEMPOS. Francisco y el patriarca Kirill juntos. Fue en 2016, cuando se encontraron en La Habana.  OTROS TIEMPOS. Francisco y el patriarca Kirill juntos. Fue en 2016, cuando se encontraron en La Habana.

Los jefes de la Iglesia Ortodoxa Rusa y de la Iglesia Católica, el patriarca Kirill y el papa Francisco, iban a encontrarse en junio, en Jerusalén, pero la guerra en Ucrania modificó los planes y la cita fue suspendida para “evitar señales ambiguas”, según explicó el Pontífice en una entrevista reciente con el Corriere Della Sera. En esa misma ocasión, el Santo Padre explicó que había tomado distancia de Kirill por la complacencia de este con la política militar del autócrata Vladimir Putin. Ocurre que el líder ortodoxo no sólo bendijo la oficialmente llamada “operación especial”, sino que también la dotó de significado espiritual al considerarla una cruzada contra la decadencia moral de Occidente.

“El Patriarca no puede transformarse en monaguillo de Putin”, cuestionó Jorge Bergoglio, quien descartó que las gestiones religiosas vayan a frenar la guerra. El Papa (85 años) confirmó al Corriere que Kirill (75) se había erigido en uno de los justificadores más prominentes de la invasión rusa. “Hablé con Kirill durante 40 minutos por Zoom. Los primeros 20, papeles en mano, me leyó todas las justificaciones para la guerra. Escuché y le dije: ‘no entiendo nada de esto. Hermano, no somos clérigos de Estado, no podemos usar el lenguaje de la política, sino el de Jesús, somos pastores del mismo pueblo santo de Dios, por eso debemos buscar caminos de paz para poner fin a los disparos de armas’”.

Los comentarios de Francisco despejaron las dudas que había generado la postura de El Vaticano respecto de la guerra, de Putin y de Kirill. Hasta el 22 de abril, el Patriarcado de Rusia consideraba que el Papa se expresaba sobre “el tema ucraniano” de una manera muy equilibrada. “Él conoce no sólo la historia actual del conflicto, sino también su prehistoria, que se remonta a los hechos de 2014”, había subrayado el metropolitano Hilarión de Volokolamsk, según una publicación todavía disponible en el sitio oficial del Patriarcado de Moscú. Francisco y Kirill celebraron un encuentro histórico en 2016, en La Habana (Cuba). Fue la primera vez que un Patriarca de Rusia y de todas las Rusias -tal el nombre oficial-, y un Obispo de Roma se reunían. Ese entendimiento derivó, invasión mediante, en cortocircuito.

“Hemos entrado en una lucha que no tiene un significado físico, sino metafísico”, dijo Kirill durante el sermón del Domingo del Perdón que pronunció a comienzos de marzo. El Patriarca repitió la teoría de Putin de que los ucranianos pretendían exterminar a la población rusohablante del Dombás (zona oriental del país que comprende a las dos provincias autoproclamadas repúblicas avaladas por el Kremlin, Donetsk y Lugansk). “Durante ocho años ha habido intentos de destruir lo que existe en Dombás. Y en Dombás hay un rechazo fundamental de los llamados valores que ofrecen hoy los que reclaman el poder mundial”, afirmó.

El líder de la Iglesia rusa acotó que los países que no aceptan los valores occidentales no son considerados parte del mundo. Y añadió que a los aliados, como Ucrania, se les exigía una “prueba de lealtad”: la celebración de encuentros públicos de la comunidad gay. “Los desfiles del orgullo gay están diseñados para naturalizar el pecado. Por eso, para unirte al club de esos países, debes tener un desfile del orgullo gay. Si la humanidad acepta que el pecado no es una violación de la ley de Dios, si la humanidad acepta que el pecado es una variación del comportamiento humano, la civilización humana terminará ahí”, agregó.

“Tono incorrecto”

La defensa y bendición de la guerra está provocando un cisma en la Iglesia Ortodoxa, cuya presencia es muy relevante en Ucrania. A diferencia de lo que sucede en el culto católico apostólico romano, el cristianismo ortodoxo presenta 15 ramas distintas más o menos representativas de los países que lo practican. Un movimiento interno pretende aislar y neutralizar a Kirill, que llegó a su puesto actual en 2009. Entre los que combaten la influencia y pretensión de supremacía del ruso, que encabeza la grey ortodoxa más numerosa, está su viejo contendiente de Estambul, el patriarca Bartolomé.

“(Kirill) está dañando el prestigio de todo nuestro culto. El cristianismo ortodoxo no apoya ni la guerra, ni la violencia, ni el terrorismo”, opinó Bartolomé en una conversación con la prensa de su país. La disputa entre las iglesias rusas y turca se remontan a la caída de Constantinopla (hoy Estambul) ocurrida en el siglo XV. Quizá por eso las palabras de Francisco cayeron peor que las de Bartolomé.

“El papa Francisco eligió un tono incorrecto para transmitir el contenido de la conversación (que sostuvo con Kirill)”, dijo ayer el Patriarcado de Moscú, aunque sin mencionar explícitamente el comentario del “monaguillo”. “Es poco probable que tales declaraciones contribuyan al establecimiento de un diálogo constructivo entre las iglesias católica romana y ortodoxa rusa, que es especialmente necesario en este momento”, agregó. Esta desaprobación, señal del alejamiento entre los líderes religiosos, anticipa que será difícil que Putin reciba al Papa en Moscú para hablar de la guerra, como este reclama. Desde hace años, Kirill y Putin actúan coordinadamente hasta el punto de que no resulta fácil saber quién es padrino y quién es ahijado de quién.

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