San Martín: jugando así puede soñar en grande

San Martín superó a Brown de Adrogué con aplomo y buen juego, está segundo y achicó la distancia con Belgrano; ahora debe ratificarlo

VENGA ESE ABRAZO. Parece decirle Miritello a Imbert, quien inicia el festejo luego de empujar a la red un pase de Jourdan. VENGA ESE ABRAZO. Parece decirle Miritello a Imbert, quien inicia el festejo luego de empujar a la red un pase de Jourdan.

“Es una final”. En uno de los carteles que el cuerpo técnico liderado por Pablo De Muner colgó en cada uno de los lockers del vestuario local, el mensaje estaba claro. San Martín se jugaba mucho anoche; muchísimo. Los sabían todos en La Ciudadela y la idea era que los jugadores lo tuvieran más claro que nunca. “Humildad, resiliencia, perseverancia y carácter”, eran otros de los ítems que les habían marcaron a los futbolistas antes de salir a jugar el duelo contra Brown de Adrogué. Y la estrategia surtió el efecto deseado.

El “Santo” salió hecho una fiera. Intenso, agresivo, solidario, punzante y efectivo. El equipo olió sangre de entrada y le saltó a la yugular a su adversario para asegurar la victoria, saltar al segundo lugar de la tabla y achicar la brecha con el líder.

Apoyado en su gran “refuerzo” Juan Imbert, asestó el primer golpe en la primera jugada que tuvo. El “10”, que jugó para ídem, fue una de las grandes figuras del partido y ese fue el mérito del entrenador para recuperar a un jugador que en los últimos tiempos pareció haber perdido su mejor versión. Pero en el juego con el “Tricolor” volvió con todo.

¡QUÉ GOLAZO, LUCAS! Diarte celebra con su marca registrada y es abrazado por Sansotre. El lateral clavó una “bomba”. ¡QUÉ GOLAZO, LUCAS! Diarte celebra con su marca registrada y es abrazado por Sansotre. El lateral clavó una “bomba”.

Juan asfixió en la salida, recuperó la bola en ataque y salió como un suspiro rumbo al área para tocar a la red un centro bajo de Federico Jourdan. Gol, 1-0 y la inyección de confianza y tranquilidad para manejar el partido con otro semblante.

San Martín parece haber entendido el mensaje. De acá al final del campeonato, el equipo deberá jugar de esta manera casa partido. Esta vez, saltó al campo con todos los resultados de la fecha puestos y con la necesidad de ganar para superar en las posiciones a su rival y para aprovechar los dos puntos que Belgrano había dejado en el camino en Puerto Madryn. Y no pisó en falso. Ganó con aplomo y se sacó de encima esa pesada mochila que le indicaba que no podía pisar fuerte en los juegos decisivos.

Lucas Diarte clavó una “bomba” para hacer más espectacular la victoria y el descuento de penal de Mateo Acosta sólo sirvió para ponerle una dosis de suspenso a una victoria tan inobjetable como justificada; porque salvo algunos pasajes en los que la visita intentó ensuciar el partido, San Martín mostró buen fútbol, inteligencia y solvencia para sacar adelante un juego que se enredó un poco por las ganas y el desorden propuesto por el visitante.

De Muner y compañía celebraron con todo el triunfo y no es para menos. El abrazo conjunto en el medio luego del pitazo final de José Carreras fue una muestra de lo que significó el partido para San Martín. El DT reunió a sus pupilos y les dio una arena que hizo explotar a los hinchas.

Claro, el equipo mostró hambre de gloria. Jugó como tal y dejó en claro que no deben darlo por muerto y que dará pelea hasta las últimas consecuencias.

La primera “final” está en el saco y eso no es poca cosa.

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