El fin de semana largo empezó con una vacuna para algunos tucumanos que se acercaron al operativo que realizó en el nodo del Hipódromo de Tucumán desde las 9 hasta las 14 de ayer. El mismo continuará hoy en los mismos horarios.
“Gracias a dios ya está la cuarta, nunca tuve problemas y espero no tenerlos. Para mí la vacuna es curativa”, dice Ramona Molina, una mujer de 82 años que espera sentada que le coloquen la vacuna contra la Covid-19.
Está tranquila, habla con seguridad y por cada palabra se le empaña un poco más el cristal izquierdo de sus anteojos a causa del barbijo. “No tuve miedo, para nada. Yo siempre les dije a mis hijos y a mis vecinos que la vacuna es una previsión, por eso la mandan”. Además, aclara; “también me puse la (vacuna) antigripal hace un mes y medio. La única que no me correspondía era la del neumococo, esa va a tener que esperar y Dios dirá”.
Ramona, que mantiene la prolijidad de su peinado sujetando el cabello blanco con una traba rosa, cuenta que aprovechó el feriado del 17 de junio para pedirles a sus hijos que la lleven al centro de vacunación para completar la última dosis de refuerzo. “Como tengo los dos hijos que trabajan en salud, los tengo en el hospital todo el día”, dice. El que accedió a llevarla fue Fernando Hautecur, quien no debe vacunarse porque ya recibió las cuatro dosis correspondientes. “Desde el primer momento quería vacunarse. Cuando surgió todo ella tomó la decisión, nos preguntó, y nosotros le dijimos que sí. Y la llevamos, claro”, indica Fernando.
Ramona tiene fe en que no sufrirá ningún síntoma una vez que sea vacuna y tiene por qué ilusionarse: con ninguna de las dosis anteriores tuvo alguna reacción de la enfermedad. Sin embargo espera recuperarse completamente de una fisura que sufrió en su tobillo izquierdo hace dos meses y la dejó caminando con bastón. “Ya estoy caminando y no me quedo quieta, nada más que dependo del bastón, quiero moverme como lo hacía antes, que no lo usaba para nada”, desea.
580 dosis
En las primeras horas apenas llega un puñado de personas al operativo, que parece tener menos éxito que otros fines de semana. Con el correr de las horas, no obstante, la gente se acerca con más frecuencia y terminó siendo una jornada con saldo positivo, según Lorena Coronel, coordinadora de enfermería en el operativo del Nodo Hipódromo.
En total, de acuerdo a la información oficial, se colocaron 580 dosis de Covid, mientras que entre las antigripales y triple virales se pusieron 98 más.
“Se están colocando alrededor de 200 dosis diarias, así que hoy hubo una mayor demanda con respecto a lo habitual”, afirma Coronel. Se destaca también que la mayoría de los asistentes fueron para recibir su primer y segundo refuerzo, es decir tercera y cuarta dosis.
En el lugar, cabe aclarar, se colocaron vacunas de Covid-19 para “completar esquema” (dos primeras dosis) y para continuar con el primer y segundo refuerzo (tercera y cuarta dosis); antigripales para personas con factores de riesgo o a mayores de 65 años; y refuerzo de Pfizer pediátrica en niños de entre cinco y 11 años.
Enojados y tranquilos
Un llanto. Una expresión de dolor irrumpe en el ambiente, que hasta ese momento se mantenía apacible. Es Nicolás, un pequeño de tres que acaba de recibir el pinchazo en su brazo izquierdo.
El niño, rubio, con el ceño fruncido por lo que acaba de suceder, busca consuelo en sus padres. Sergio Pérez, su papá, se acerca para calmarlo. El pequeño le enseña el brazo maltratado por la vacuna y reclama cariño. Recibe lo que busca, Sergio lo carga en sus brazos y se lo lleva del lugar traumático. Natalia, su mamá, fue quien lo acompañó mientras recibía la vacuna. Ahora ella habla con LA GACETA y cuenta que están a punto de irse a Jujuy para aprovechar el “finde” largo y visitar a la familia de su esposo.
“Soy del personal de Salud y la verdad que el único tiempo que tengo libre es hoy así que primero vinimos aquí. Pero somos de vacunarnos, creemos en las vacunas, por eso vinimos todos, padre, madre e hijo”, dice Natalia y en sus palabras todavía se escuchan rasgos de la tonada santiagueña, de donde llegó a Tucumán hace 20 años.
Jonathan Aguilar (10 años), mientras, no gesticula de ningún modo cuando la enfermera le pincha el brazo con la dosis de refuerzo. Su mamá, Marcela Coria, lo mira en otras de las filas y también espera ser inoculada. “No pudo ponérsela en la escuela porque estaba enfermo y como hoy es feriado vinimos por si tiene algún síntoma, así tiene todo el fin de semana largo para que se componga e ir a la escuela el martes”, explica.
En su caso -se lamenta Marcela- se ve obligada a colocarse ambas vacunas (Covid y antigripal) por su reciente diagnóstico de diabetes.