Una pequeña chispa puede incendiarlo todo

Tucumán está atravesando la época de sequía. Se prevé que hasta fines de septiembre continuarán los incendios. ¿Qué está pasando con el fuego y cómo prevenir desastres?

Aunque se producen por diferentes causas, las sequías y la falta de humedad en el ambiente son las grandes responsables de que un pequeñísimo fuego se convierta en un gran incendio. Y eso es lo que sucede en Tucumán todos los años para esta época, y cada vez con más frecuencia: fuego que es desatado por el hombre, pero dispersado por las condiciones climáticas desfavorables. Y la situación va a empeorar: según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) los incendios extremos podrían aumentar hasta el 50% para fines de siglo.

También es el mismo calentamiento global el que hace que espacios secos ardan en llamas. Pero en nuestra provincia la mayoría de los incendios son previsibles: se producen por quemas intencionales de cañaverales o de pastizales, por fogatas que cazadores furtivos y/o campistas dejan o hasta cosas más simples: un asado o una colilla de cigarrillo mal apagados. “Hay falta de conciencia general”, resume a LA GACETA Hernán Rodríguez Salazar, titular del cuerpo de bomberos voluntarios de Yerba Buena.

Más que fuego

Los incendios tienen muchas más consecuencias que la simple destrucción del ecosistema. Lo quemado florece, pero lo que no se soluciona rápido es lo que pasa en el ambiente. Según datos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), los incendios forestales generan hasta un tercio de las emisiones de carbono de los ecosistemas globales, algo que exacerba el cambio climático. Y eso es muy grave.

Pero también, los incendios inintencionados o malintencionados, movilizan personal en toda la provincia. “Por el momento no hemos tenido tantas intervenciones como en otros años; pero sí hemos tenido algunas aisladas, puntuales. Se debe en gran medida a la lluvia; ha habido un poco más y la humedad ha favorecido a que no sea tan fácil que se produzcan incendios”, explica Salazar, pero advierte: “dos semanas sin agua son suficientes para que se seque todo de vuelta; esta es la época donde empezamos a trabajar mucho por los incendios en cañaverales”.

El bombero comenta que a los incendios hay que dividirlos en dos: los que suceden en el cerro y los que se dan en zonas urbanas: “Los segundos suelen deberse a la quema de pastizales, de maleza o de basura, pero en todos los casos suele pasar que con el viento el fuego se les escapa y un espacio grande termina en llamas”.

Los cerros también arden

Durante la sequía, es normal enterarse que ha habido algún incendio en los cerros. Por la afluencia de público, San Javier es de los más afectados. Rodolfo Salinas Collado, director del Parque Sierra San Javier de la UNT, informa a LA GACETA que hace tres semanas ya hubo un principio de incendio, producido por la acción de cazadores furtivos. “Pero, gracias a Dios, este año nos está ayudando la humedad -resalta-; los tres incendios que tuvimos dentro de la propiedad universitaria los pudimos extinguir rápidamente; no avanzaron más de una hectárea y media”.

Con eso coincide el guardaparque Manuel Pachado. “Ya tuvimos dos eventos de baja intensidad el último mes, uno en la zona de San Agustín y otro en el Taficillo”, comenta. ¿Las causas? Se sospecha que el primero fue producido por una colilla de cigarrillo o por la quema de hojarasca; y el segundo por cazadores furtivos. “Venimos con pocos incidentes -confirma-, pero ya se ha pronosticado que vamos a tener mucha radiación solar, y eso va a predisponer a que cualquier chispa lo encienda. Sospechamos que las condiciones de riesgo de incendio van a subir mucho pronto”.

Y hay otros factores para la creación de incendios, dice Salazar y resalta: “también se producen por la picardía de algunos: en 2020 tuvimos un incidente cuando el fuego se expandió rápido y al otro día teníamos otro foco a un kilómetro de distancia. Evidentemente fue intencional”.

La mejor prevención

“Lo que pedimos es siempre lo mismo: que se difunda el índice de riesgo de incendio y que los transeúntes y visitantes no enciendan fuego en el bosque, porque cualquier chispa puede encender todo el suelo”, destaca el guardaparque.

Para evitar los incendios -los que podemos prevenir- es necesario empezar a tomar medidas, no sólo para cuidar el planeta, sino para salvaguardar a los bomberos que día a día ponen en peligro su vida. “Una buena manera es denunciar al 103 si tenemos la sospecha de que alguien está encendiendo fuego de manera deliberada o si vemos que alguien lo está haciendo en un lugar no permitido -advierte Salazar-; también se puede avisar al cuartel, brindando la mayor cantidad de datos posibles”.

El jefe de bomberos considera que la mayoría de los incendios se producen por desconocimiento y por la falta de concientización. “Y eso tiene que empezar desde muy abajo -destaca-; por eso nosotros concientizamos a las escuelas”.

Para fortalecer el cuidado del cerro, en San Javier ya está terminando de capacitar a un grupo de 10 voluntarios, de entre 18 y 25 años. En las próximas semanas, se formará una brigada específica para combatir incendios forestales.

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