El empate del “Santo” llegó cuando menos lo esperaban en Floresta

Frustró una fiesta.

FATAL. Abreliano cometió un error gravísimo y All Boys abrió el marcador. Nunca se logró asentar y fue el primer recambio. FATAL. Abreliano cometió un error gravísimo y All Boys abrió el marcador. Nunca se logró asentar y fue el primer recambio.

All Boys era pura ilusión. Y anoche armó una fiesta que San Martín terminó frustrando con su remontada final. Pirotecnia, humo y cientos de banderitas caracterizaron la previa del partido que los hinchas “albos” esperaban que catapultara a su equipo a la segunda posición de la Primera Nacional.

Es que desde la pérdida de categoría en la temporada 2013-2014, nunca antes el “Albo” había construido una campaña como esta, con apenas tres derrotas en 30 fechas y con expectativas ciertas de quedarse, de mínima, con un puesto de privilegio para el reducido. “Cuando juega All Boys, para nosotros no juega un club de fútbol, juega el club de nuestro barrio. Es parte central de la identidad de Floresta”, declaró un hincha enfundado en una abrigada campera negra con la tradicional inscripción CAAB sobre la parte posterior.

El “Bocha”, al igual que sus compañeros de platea, rebosa de confianza, cree que el equipo de Aníbal Biggeri es capaz de cumplirles el sueño de volver a la élite del fútbol argentino.

Floresta es el barrio de origen de All Boys (fue fundado en 1913), aunque en realidad, técnicamente, su cancha con capacidad para 21.500 espectadores está ubicada en Monte Castro, barrio colindante de clase media y con mayoría de casas añosas y bajas.

Como sea, el “Blanquinegro” modelo 2022 ha transformado el “Islas Malvinas” en una fortaleza: invicto como local en la temporada, anoche estuvo a minutos de vencer a San Martín, en medio de una expectativa descomunal.

Desde temprano, hinchas “caracterizados” se dieron cita como lo hacen habitualmente a metros de la esquina de las calles Alcaraz y Mercedes, ya con toda la parafernalia musical tribunera, prolegómeno de lo que sería su aliento constante en la popular (con variadísimo repertorio).

En los últimos tiempos, “La Peste Blanca”, como se autodenomina la barra brava, ha estado envuelta en una interna aún no zanjada y que promete ofrecer nuevos capítulos, a menudo violentos y por ende inquietantes para los tranquilos habitantes del barrio que los cobija.

Una hora y media antes del pitazo inicial de Yamil Possi, el plantel “albo” llegó al estadio en un micro al compás de los bocinazos de los conductores y los cánticos improvisados de los transeúntes en las calles aledañas a la vivaz avenida Álvarez Jonte.

En la fresca, pero agradable noche de sábado, muchísimas familias -desde personas de la tercera edad hasta niños y niñas en vigilia por la inminente llegada de “su” día- se acercaron al estadio, presintiendo que se trataba de una velada de aquellas que pueden inclinar la balanza del destino.

“Dale, dale All Boys, hoy te vinimos a alentar, para ser campeón hoy hay que ganar”, gritaban. Y apostaban a que una victoria los hiciera soñar cada vez más despiertos.

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