Habrían encontrado muerta a la presunta asesina de la hija de un pensador ruso cercano a Putin

El cuerpo de Natalia Vovk tenía 17 puñaladas. Fue encontrado en un departamento que alquilaba.

Habrían encontrado muerta a la presunta asesina de la hija de un pensador ruso cercano a Putin
28 Agosto 2022

Natalia Vovk, la presunta autora del atentado que acabó con la vida de Daria Duguina -hija del filósofo ruso Alexander Duguin, allegado al presidente de ese país, Vladimir Putin-, fue hallada muerta en un departamento que alquilaba.

La encontraron durante la noche, con 17 puñaladas en el cuerpo y con un papel en la mano.

Daria Duguina, de 29 años, falleció el 20 de este mes en las afueras de Moscú, luego de que había detonado un dispositivo explosivo colocado en su auto, en el que supuestamente también iba a viajar su padre, quien decidió cambiar de vehículo a último momento.

Según la investigación del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), la autora del atentado fue la ciudadana ucraniana Vovk, nacida en 1979. El FSB reveló que Vovk había llegado a Rusia el 23 de julio con su hija de 12 años y alquiló un departamento en el mismo edificio dónde vivía Duguina.

Desde entonces presuntamente vigiló a su víctima y, tras el homicidio, se marchó a Estonia con su hija por medio de la provincia rusa de Pskov.

El pensador Duguin promueve a Rusia como un país religioso, cristiano, de valores tradicionales y liderazgo paternalista, y desdeña los valores liberales de Occidente.

En marzo, Duguina había sido sancionada por Estados Unidos por su trabajo como jefa de edición de United World International, un sitio de internet al que Washington acusa de diseminar desinformación y propaganda prorrusa.

Al anunciar las sanciones, Estados Unidos citó un artículo suyo de este año en el que decía que Ucrania iba a "perecer" si se adhería a la OTAN.

Rusia invadió Ucrania el 24 de febrero pasado luego de que Estados Unidos rechazó las exigencias de Putin de archivar los planes de adhesión a la OTAN de la ex república soviética, algo que Moscú ve desde hace décadas como una amenaza a su seguridad y una "línea roja" que nadie debe trasponer.

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