En la UCR se juntan y en el PJ hacen cálculos

Parte de la familia radical, un núcleo reducido de diferentes expresiones internas referenciadas en unos cuantos dirigentes, ha dado un paso político significativo: acordó respaldar la candidatura a gobernador del diputado Roberto Sánchez. Sucedió en un encuentro reciente en la casa radical, donde estuvieron el concepcionense, los intendentes Mariano Campero y Sebastián Salazar, los legisladores José María Canelada y José Ricardo Ascárate, el polítólogo Ariel García, los ex congresistas José Cano, Teresita Villavicencio y Silvia Elías de Pérez, y el concejal Agustín Romano Norri, entre otros.

La novedad podría convertirse en un punto de inflexión si en adelante todo el radicalismo se sube orgánicamente a esa postulación; para lo cual es necesario el instrumento partidario que le de fuerza política e institucional a la pretensión de la UCR. No puede ser por otro medio que a través de la estructura más representativa del partido: la convención provincial. Ese cuerpo legisferante debería reunirse este mes, posiblemente el 18 o el 25, para adherir a la resolución de la convención nacional del radicalismo de mantenerse en Juntos por el Cambio.

Se trata de una declaración de no ruptura por parte de la UCR que bajada al plano provincial adquiere relevancia, especialmente porque el PJS integra la coalición a nivel local y porque su principal dirigente, Germán Alfaro, también aspira a la gobernación. Ese plenario podría servir para cohesionar aún más a los correligionarios bajo el paraguas de “Sánchez gobernador” si es que se aprueban -al margen de aquella adhesión- dos propuestas que también surgieron en aquella última reunión: la de conformar una comisión de acción política en respaldo a la postulación del ex corredor de autos y otra que avance en acciones de consolidación territorial del espacio. Un ejemplo para entender lo último, arrojado por Ascárate a la mesa, es que en las mejores elecciones de la oposición en la provincia, sólo consiguieron un comisionado rural, cuando son 93 las delegaciones comunales.

¿Qué se quiso apuntar?, que se puede aspirar a llegar al Gobierno con un buen candidato al PE, pero que si no se ganan por lo menos la mitad de las comunas de nada serviría el esfuerzo principal. Es decir, abarcar territorio, con buenos candidatos, y mucho, mucho, trabajo territorial. O sea, no pensar en quintitas de poder, sino en grande, arriesgando.

En la conversación, además, alguien susurró detenerse en los recursos necesarios para la campaña, una tercera pata, fundamental para una buena acción electoral.

Al margen, los correligionarios deberían preocuparse por un elemento adicional que los puede poner en aprietos y que tendrán que incorporar en sus cálculos: el adelantamiento de los comicios provinciales. Y no para junio, sino para meses antes, lo que los obligaría a apurar acuerdos y definiciones políticas para concretar las candidaturas y para asociar el mayor número de estructuras partidarias a la alianza opositora.

Ya deslizamos en esta columna que el fallo de la Sala I de la Cámara en lo Contencioso Administrativo le abrió la puerta al Ejecutivo para que pueda llamar a elecciones no sólo en junio, sino también para que lo pueda hacer en febrero, marzo, abril o mayo, o cuando quiera. Una convocatoria para el primer semestre puede desacomodar cualquier estrategia opositora si es que no están preparados para el imprevisto.

Especialmente si el PJ tucumano tiene en cuenta dos aspectos: 1- adelantar los comicios, 2- ganar con la mayor diferencia posible. Ambas consideraciones van de la mano con los intereses políticos de Manzur y de Jaldo en la provincia y con la necesidad del Gobierno nacional de tener elecciones provinciales con victorias del peronismo antes de las primarias de agosto. Es que con la gestión de Alberto Fernández en picada en las encuestas, mostrando un Gobierno debilitado y apostando a que Massa acierte a encauzar la economía, los desdoblamientos electorales podrían jugar en su favor -las administraciones peronistas, claro, se quieren despegar del arrastre negativo de la gestión nacional- para las PASO -si se hacen- y para las generales.

En resumen: la mejor elección en el menor tiempo posible. Manzur podría estar evaluando la posibilidad de proporcionarle una victoria a su amigo Fernández, pero más que nada para fortalecer sus eventuales pretensiones de jugar en el escenario nacional. Nada mejor, entonces, que adelantar la votación tucumana a abril o mayo y tratar de imponerse con la mayor diferencia posible -a tales fines le convendría una oposición fracturada y dispersa- para mostrar credenciales suficientes para subirse a una eventual fórmula nacional.

Cabe mencionar que para convertirse en precandidato para las primarias abiertas de agosto hay tiempo hasta julio para postularse. O sea que si los comicios provinciales son en abril o mayo, por ejemplo, el jefe de Gabinete tendría dos y tres meses para jugar en la liga nacional mostrando la cucarda de una victoria provincial. Podría hacerlo eventualmente como vicegobernador electo -si es que consigue una habilitación judicial- acompañando a Jaldo. Hasta al tranqueño le convendría la alternativa, si no es que ya está cerrada entre ambos, y la mantienen en reserva para sorprender.

Vaya un detalle: para que la votación provincial sea en mayo el Gobierno tiene tiempo hasta noviembre para convocarla -con 180 días de anticipación-; si es para abril debería hacerlo en octubre, y así sucesivamente. Vaya un dato histórico; en 2006, el Gobierno llamó a elegir los convencionales constituyentes el 18 de febrero, cuando toda la oposición estaba veraneando, y consiguió 36 de las 40 bancas en juego.

Quienes más deberían tener en cuenta todo este escenario posible son los correligionarios, para no verse sorprendidos por las eventuales maniobras de los compañeros, que saben sacar ventajas de calendarios y de sistemas electorales. Y ambas instancias están bajo su dominio.

Los radicales tienen que tomar nota. Las propuestas de armar un par de comisiones bien sirven a este propósito, aunque todavía falta mucho para que esa familia núcleo del radicalismo actúe como un bloque monolítico. Lo de Sánchez gobernador dista mucho todavía del Sánchez conducción, por más que presida el partido. Aún reina la desconfianza en ese equipo; reunirse fue un buen primer paso, por lo menos para desahogarse y exponer líneas de acción y buscar coincidencias. Que los participantes del plenario hayan consensuado avalar la postulación del diputado nacional fue una manera de cerrar filas tras un propósito unificador y, a la vez, implicó un mensaje de mancomunión puertas afuera de la UCR.

Es una forma de decir que todo el partido se ve representado por el concepcionense, al tiempo que significa que esa postulación a la gobernación ahora sí ya es innegociable para los correligionarios. Máxime si la convención provincial partidaria lo respalda. Después no habrá vuelta atrás, les será imposible bajar la candidatura de Sánchez, so pena de parecer un partido debilitado y que falta a su propia palabra y convicción. Podría suceder si se producen situaciones imprevistas que obliguen a modificaciones de último momento o bien que el propio parlamentario resuelva bajarse del primer lugar de la fórmula.

Alfaro debe estar tomando nota de los últimos sucesos internos en la UCR, porque él también quiere disputar por el sillón de Lucas Córdoba y, seguramente, quedarse con la Capital, su zona de influencia territorial. La comisión de acción política, por más que se llame “Sánchez gobernador”, no debería proponerse como misión desplazar a Alfaro de la coalición, por el contrario, debería ser la que tienda los puentes con el PJS para acordar con el intendente capitalino y presentar una opción de poder más fortalecida. Habría que ver cómo se conforma esa comisión, porque su integración dirá mucho sobre cómo puede terminar la relación entre la UCR y el alfarismo. De hecho, en el debate interno participaron funcionarios municipales de Alfaro.

Lo primordial es darle una fórmula de consenso alternativa a los tucumanos; se deslizó en esa reunión. Cuando se habló de puentes, la referencia era a que esa comisión acerque a Sánchez y a Alfaro, para que no sólo dialoguen, sino para que salgan a caminar juntos, a presentarse públicamente como opción opositora. Buenos propósitos.

Pero, no todo fue un lecho de rosas en la reunión, fue tensa y hubo veladas críticas hacia la dupla Sánchez-Campero. Se escucharon frases tales como esto no es una estudiantina; hay que ser serios y respetar lo que la convención nacional resolvió; algunos quieren que vos seas candidato, pero pocos que seas gobernador; en la mejor elección de Cano sacamos un 40% y un solo comisionado. Tras lo cual Sánchez dio el visto bueno para que se constituyan esas comisiones, mientras que su socio político, Campero, permaneció en silencio.

A muchos les llamó la atención que el yerbabuenense no emitiera palabra. Tal vez porque, de alguna forma, todos terminaron de darle la razón cuando apoyaron la consigna “Sánchez gobernador”. Campero, tras los comicios de 2021 soltó un “Sánchez gobernador es innegociable”; justo lo que dijeron los correligionarios.

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