Carlitos Balá: el "chupetrómetro", "sumbudrule" y cómo nació "qué gusto tiene la sal"

El actor, humorista y animador murió a los 97 años. Dejó un legado de frases icónicas y de canciones en generaciones de argentinos.

CARLITOS BALÁ. Foto de Facebook/CarlitosBalaOficial CARLITOS BALÁ. Foto de Facebook/CarlitosBalaOficial
23 Septiembre 2022

“¿Qué gusto tiene la sal?”. “Angueto, quedate quieto”, “Sumbudrule”. “Ea, ea, ea, pé, pé”. “Un kilos y dos pancitos”. A partir de finales de 1950, cuando comenzó su extensa carrera televisiva, Carlitos Balá logró cautivar con sus frases y simpatía a generaciones de argentinos. Por eso su fallecimiento, a los 97 años, se convirtió en tendencia rápidamente en las redes sociales.

Estaba casado desde 1958 con Martha Venturiello, con quien tuvo dos hijos, Martín y Laura. Su nieta, también llamada Laura, siguió sus pasos como conductora infantil, y además es cocinera. Fue ella quien confirmó la triste noticia del deceso reconocido animador.

Carlos Salin Balaá nació el 13 de agosto de 1925, en el barrio porteño de Chacarita. En la carnicería de su papá, Carlitos solía inventar pequeñas obras de teatro, recuerda una nota de Teleshow. Las representaban figuras de papel en escenarios armados con cajones de verdura. Para garantizar el público en la vidriera, colgaba un cartel que decía: "Hoy función". Solía escaparse del colegio para ver a ídolos en el cine: Chaplin y Buster Keaton. Sin embargo, era muy tímido. Solía recordar su primer papelón: en un acto escolar debía decir un verso corto sobre la provincia de Mendoza y se lo olvidó. Por eso, durante largos años, las funciones quedaron solo para sus íntimos.

Carlitos Balá: el chupetrómetro, sumbudrule y cómo nació qué gusto tiene la sal

Sus amigos amaban sus chistes, pero la timidez lo paralizaba para probarse en el espectáculo. Pero a los 30 años aceptó la invitación de uno de ellos para realizar una prueba para el programa éxito de la época: "La revista dislocada". Se presentó como “Carlitos Valdez”. Cuando su voz salió por la radio su padre no lo reconoció. Desilusionado, conservó el Carlitos pero a su apellido le sacó una a. Así, nació Carlitos Balá.

Explosión de talento, el flequillo y "sumbudrule"

Sus inicios fueron en la radio, pero en la televisión encontró el éxito y la explosión de su talento. En el año 1961 apareció en "La telekermese musical" que salía por Canal 7 y su éxito no tuvo techo. Tres años después tuvo su propio ciclo en Canal 13: "El soldado Balá". Su programa más recordado fue sin dudas "El Show de Carlitos Balá".

Se presentaba con su característico peinado de pelo lacio con flequillo, que mantuvo hasta su adiós. Miles de chicos lo imitaban, para espanto de directivos y maestros que preferían el pelo cortito. El problema mayor de las maestras era el “¡Sumbudrule!”, que consistía en pasarle a un compañero la mano por la cabeza como una araña, cuando estaba distraído. Este gesto desesperaba a los docentes, hartos de escuchar en la fila. “Señorita, fulanito me hace sumbudrule”, era el reclamo recurrente en las aulas.

El clásico El clásico

Batía records de audiencia con personajes como "el Indeciso", el "Mago Mersoni" y el "Hombre invisible". Además desplegaba maravillosas y pegadizas frases de su invención como “¿Un gestito de idea?”, “¡Mirá cómo tiemblo!” y “Observe y saque fotocopia”.

Otra gran estrella fue el "chupetómetro", un enorme recipiente cilíndrico donde miles de chicos depositaron sus chupetes. “Nunca los conté, ojalá lo hubiera hecho, porque hubiera entrado en el Guinness. Dos, tres millones, qué sé yo”, reveló alguna vez Carlitos Balá.

La creación de dos éxitos: el gusto de la sal y Angueto

Una de las frases más famosas en una época del país, en tiempos donde la "viralización" era mediante el boca en boca", fue la frase: "¿Qué gusto tiene la sal?". Carlitos Balá hacía esa pregunta en su show de TV y todos los chicos contestaban gritando: "¡¡¡Salaaaado!!!".

La idea nació en 1969, en una tarde tranquila en Mar del Plata. Un chico lo miraba atento y Balá, haciendo como que no lo veía, preguntó varias veces en voz alta: “¡El mar! ¿Qué gusto tendrá el mar?”. El niño permanecía silencioso. Y Balá siguió: “Ahhh, el mar tiene gusto a sal. Pero, ¿qué gusto tiene la sal?”. Y antes de salir corriendo, el chico le respondió. “Pero, ¿qué gusto va a tener la sal? ¡Salada!” Y así nació un éxito que atravesó generaciones de argentinos.

El clásico gesto de Carlitos Balá. El clásico gesto de Carlitos Balá.

Angueto, el perro invisible, surgió en una tienda en Disney. Balá, siempre, atento encontró una correa rígida y se le ocurrió el chiste del perro. “Un turista que estaba al lado (nuestro) se asustó y me gustó la idea porque pensé que podía ser un buen personaje. Cuando llegué a Buenos Aires, mandé hacer una correa similar y le puse Angueto por mi hija Laura. Cuando era chica, con mi mujer le decíamos 'Anguetita', una palabra inventada”, reveló el humorista en una entrevista.

Gracioso, puntual y solidario

Bala era famoso por su profesionalismo. Jamás llegaba tarde y se encargaba de supervisar personalmente que todo estuviera perfecto. Era muy meticuloso y responsable para controlar que los espacios fueran seguros y sin riesgo. Su buena onda con sus pequeños seguidores era legendaria. No era una actitud impostada para las cámaras ni una estrategia de marketing. Genuinamente se divertía con ellos.

En los tiempos que recorría el país con el Circo de Carlos Balá, su asistente sabía que debía visitar los colegios de la zona. Preguntaba qué chico, qué familia pasaba por dificultades económicas, y eran invitados gratis a la función. No recibían las entradas sobrantes ni las peores ubicaciones. Eran los invitados preferidos de Balá.

En medio de la pandemia mostró su compromiso con el bien común. Grabó un video haciendo tomar conciencia a los argentinos de la importancia de respetar la cuarentena total para evitar la propagación de la covid-19.

“Hacé como yo, me quedo en casa. ¿Y vos?”, dijo el generador de tantas carcajadas desde su casa de Recoleta. Y compartió el video en su cuenta de Facebook, donde cuenta con más de 900.000 seguidores.

El 16 de marzo pasado, cuando recién comenzaban a conocerse las recomendaciones sobre cómo evitar el contagio del coronavirus en la Argentina, Balá hizo otro posteo en que el decía: “Queridos Balacitos: a lavarse bien seguido las manos, utilizar alcohol en gel, cubrite con el pliegue del codo cuando tosés o estornudás, ante un cuadro de fiebre, tos o dificultad para respirar, consultá al médico. Cuidate vos mismo y cuidá mucho a tu prójimo... Cariños y salud para todos. Nos vemos... Eaeapepeeeeeee”.

En 2016, recibió un llamado desde Roma. Era el papa Francisco. “Me dijeron que cumple 90 años”, comentó el Sumo Pontífice. Balá contestó con el mismo tono que su personaje Petronilo: “y no le han mentido”.

El Papa lo invitó a visitarlo, y fue nombrado "Embajador de la Paz". “Viajé hasta Roma y me dijo: 'Lo veo bien, Balá', a lo que yo le contesté: 'ha cambiado los lentes'", narró en una entrevista.

Una historia de amor

Carlitos Balá estuvo casi siete décadas de su vida junto a Marta Venturiello, o "Martita", como la llamaba. La descubrió entre los más de quinientos invitados en una fiesta de casamiento. Caballero, cuando las luces se apagaron se ofreció a acompañarla a su casa en el colectivo, de vuelta a casa. En el trayecto, para hacerla reír, se puso a vender lapiceras entre los dormidos pasajeros. 

Carlitos Balá y su esposa, Martita. Carlitos Balá y su esposa, Martita.

En el 2019, el programa de Santiago del Moro, Marta contó que estuvo toda su vida con él. “Desde los 18 años, siete de novio, 56 de casados. Me presenta como su mamá”, dijo la mujer entre risas. Y agregó: “Para mí es un chico caprichoso”.

Este jueves, Carlitos Balá tuvo una descompensación y debió ser internado de urgencia en una clínica porteña. No resistió. “Estamos devastados pero unidos y así se fue él, con la familia unida y mucho amor”, dijo con tristeza su nieta, Laura, a Teleshow. El recuerdo de sus frases icónicas, sin embargo, quedará grabado para siempre en la memoria de millones de argentinos que crecieron con el "ea ea ea pe pé".

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