Diplomacia creativa vs. “Diplogarrote”

10 Octubre 2022

Carlos Duguech

Analista internacional

“Conjunto de los procedimientos que regulan las relaciones entre los estados”, la segunda acepción de la palabra democracia en el diccionario de la RAE. La palabra a rescatar es “regular” (las relaciones). Y aquí, la segunda acepción es la elegida: “Ajustar, reglar o poner en orden algo”. Cuando se habla de Corea del Norte, se la incluye en la lista de los nueve países nucleares a la vez que se demoniza a su líder Kim Jong-un, de la República Popular Democrática de Corea del Norte. Bastardeada la palabra democracia a partir de que en los regímenes de partido único –por eso dictatoriales- con epicentro en Moscú (tiempos de la guerra fría). Otro ejemplo: RDA (República Democrática Alemana). O República Democrática de Vietnam, entre otros estados. Mientras duró lo que algún poeta o pícaro estadista denominó “guerra fría” a la parte todavía caliente del Siglo XX (en la “posguerra”) en la piel rugosa de la Humanidad aparecieron preocupantes lunares. Hasta hoy, nueve. Los arsenales nucleares de EE UU, Gran Bretaña, Francia, Rusia, China, Pakistán, Israel, India y Corea del Norte. Este país, que había suscrito el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) decidió en 2003 retirarse. A partir de allí, al igual que Israel que nunca lo firmó, se decidió por el arma nuclear. Acumuló 50 ojivas nucleares y orientó su capacidad (ingeniería misilística) desarrollando unidades como las que lanzó recientemente sobre el mar del Japón. Son 10 y en coincidencia con ejercicios militares conjuntos Corea del Sur-Estados Unidos,

Una vieja costumbre

Cuesta el cambio cuando no se ponen en remojo las viejas ideas para que, ablandadas, puedan moldearse a los nuevos tiempos y a las otras realidades. El bloqueo a Cuba, por ejemplo, que este año cumple seis décadas, no muestra resultados beneficiosos para nadie. Lejos de ello, Cuba recibe más apoyo internacional por uno de los más prolongados “castigos no militares” de un país a otro. En julio último Kim Jong-un hizo alardes de su potencial nuclear y que ello le permitía prepararse para enfrentarse a EEUU. Insistía en un concepto, aprendido al pie de la letra de las potencias nucleares occidentales: la “disuasión nuclear”. No sólo no se guarda para sí sus planes nucleares -como lo hace el gobierno de Israel- sino que se vanagloria de su armamento.

Haberse escindido de las naciones suscribientes del TNP hace casi dos décadas le permitió a Norcorea avanzar sobre esa materia tan sometida a controles propios y espionajes de terceros países. La mirada permanente y la inteligencia precisa y abarcativa de la CIA (Central Intelligence Agency) posiciona a los EEUU para formalizar en contra de Corea del Norte advertencias y acciones en su perjuicio. Las relaciones semejan los alternativos movimientos de fichas en el juego de oca ante los lanzamientos de misiles balísticos y alguno tan riesgoso como uno de los últimos sobrevolando cielo japonés que alertó a los nipones al punto de ordenar que se refugiasen por seguridad.

Era natural, previsible, ante la escalada de lanzamiento de misiles por Corea del Norte que EEUU implementó sanciones variadas. Hasta para personas que habían facilitado la exportación de petróleo a Corea del Norte, asunto vedado. Las sanciones implicaron (gestión del Departamento del Tesoro) que incluye a dos bancos rusos por transacciones favorables al régimen de Kim Jong-un.

Hasta aquí, lanzamiento de misiles a voluntad de Corea del Norte mientras EEUU y Corea del Sur- vaya casualidad- están desarrollando maniobras similares conjuntas. Puros amagues, dirán los analistas. pero demasiado interés entre las partes de destruirse, llegado el caso.

¿Y la diplomacia?

Corea del Norte tiene el 40 por ciento de su población en pobreza. En un país socialista de partido único (Partido del trabajo) la pobreza no debería ser tan extensa. Pero también está a la vista que un gasto anual militar de 3.600 millones de dólares con un ejército de 1,3 millón de soldados y una reserva de seis millones, la pobreza es consecuencia directa de un país que llegó a ser uno de los más gastadores en armas del mundo.

Cuando los humos de la IIGM ya se habían diluido en la atmósfera cinco años después de los bombardeos atómicos a Japón emerge un conflicto en la península de Corea, que en 1945 fuera repartida entre la ex-URSS y los EEUU en dos tajadas, a ambos lados del paralelo 38. La República Popular Democrática de Corea del Norte ligada al esquema de la ex-URSS y China y Corea del Sur en el área hegemónica estadounidense.

Pareciera que no hay más recurso que la amenaza tanto por unos como por otros, luego de la guerra desde 1950 a 1953, que ha producido un sangriento resultado: 3,5 millones de muertos, y con la intervención irregular de Naciones Unidas en el conflicto que prácticamente lo llevó a cabo EEUU, con algunas alianzas parciales de varios países a su requerimiento.

Si a un país con pobreza extrema (40%) con desproporcionados presupuestos y equipamiento militar se le ofreciera un cuasi “Plan Marshall” para su desarrollo a cambio de suspender su industria bélica nuclear estaría asegurándosele dos ventajas: Corea del Sur jamás lo atacaría; la economía desarrollaría potencialidades para el bienestar y no se obligaría a modificar el régimen. Sólo a condición de cesar su desarrollo nuclear bélico. Diplomacia creativa es eso. Posible, necesaria, económica para todos. Mejor que el “diplogarrote”.

La amenaza nuclear

Putin, desde los primeros tiempos, aún antes 24 de febrero en que invadió en son de conquista a Ucrania, fue el primero que mencionó el arsenal nuclear. El de Rusia. En una columna de ese tiempo preguntábamos (unos días antes de la invasión) ¿Era necesario, señor Putin, hablar de su arsenal nuclear? Hasta hace unos meses en el mundo se hablaba del sistema de protección de los arsenales nucleares. Ni siquiera la “crisis de los misiles” de Cuba tuvo la trágica fotografía que hoy mismo muestra al mundo-no solo a Ucrania y Rusia - involucrados en la guerra. El título de un film calza justo en este esquema: “Apocalipsis now”.

En tiempos en que ONU tiene un Consejo de Seguridad de manos atadas (Rusia guerrera, culpable y sin embargo juez con podcer de veto) y China (la apoya al no condenarla) revela la necesidad de una reforma a fondo del organismo internacional por excelencia. Sólo esperar que la sangre no enrojezca las aguas del río. Y que las naciones, todas, se pronuncien en una Asamblea General Extraordinaria de la ONU. Ya. Ya mismo. No puede el destino de la humanidad estar en manos tan desaprensivamente guerreras de tantos Putin en la Tierra.

Nobel de la Paz

Pocas veces antes el Comité Noruego que otorga el Nobel de la paz diseñó, a la vez, un mensaje tan oportuno y preciso. Las organizaciones rusa “Memorial” y la ucraniana “Center for Civil Liberties” y el bielorruso Ales Bialiatski fueron elegidos destacando las valientes “críticas al poder” y a la vez “la denuncia de crímenes contra la humanidad”. El Comité Noruego del Nobel expresó que “desea honrar a tres destacados campeones de los derechos humanos, la democracia y la convivencia pacífica en los países vecinos Bielorrusia, Rusia y Ucrania”. Esto fue parte del comunicado del viernes último. Insistencia del Comité Noruego: ya en 2021 el Nobel fue para dos periodistas, uno de ellos Dimitri Muratov, redactor jefe de “Novaya Gazeta, de Moscú. Hoy enmudecida por Putin, ese tirano nuclear.

Este columnista tenía en mente que el Director General de OIEA, el argentino Rafael Mariano Grossi pudiera ser también galardonado por su continuo y simultáneo trabajo en proteger la seguridad de la central nuclear ucraniana Zaporiyia, la más grande de Europa y en reanudar la inserción de Irán en el acuerdo 5+1 para nuclearización únicamente de uso pacífico.

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