Ajuste: “Esto muestra un desprecio hacia la educación”

25 Octubre 2022

Paulo Falcón

Mmiembro del Consejo de Gobierno de Unesco Iesalc

A partir de 2006, con la sanción de la Ley de Financiamiento Educativo, se generó un compromiso de incremento de la inversión en educación, ciencia y tecnología por parte del Poder Ejecutivo Nacional, las Provincias y la CABA, en forma progresiva, hasta alcanzar en el año 2010 una participación del 6% en el producto bruto interno, lo cual fue una definición de Estado relevante. Pese a ello, en todos estos años, ese porcentaje solo fue alcanzado nominalmente en el año 2015. Por lo que podemos decir que la regla presupuestaria argentina -gobierne quien gobierne- ha sido y es, no cumplir con el compromiso de inversión pública acordada por ley a la educación. Esta desinversión educativa fue realizada por medio de estas 3 acciones básicas: 1- El Presupuesto a la Baja, como el presentado por el Poder Ejecutivo Nacional al Congreso para el 2023, que ronda en una merma del 15%, si la inflación no supera los 60 puntos anuales, si lo hace, el recorte será mayor aún. 2- El Recorte Presupuestario, como el que está ocurriendo, desde el 23/8/22, de $50.000 millones, lo que representa una baja del 5% en el presupuesto nacional. 3- La Subejecución, lo que implica un recorte en la ejecución presupuestaria, sea por decisión política o ineptitud administrativa.

De modo que la iniciativa presupuestaria que se encuentra actualmente en debate parlamentario, no tendría que sorprendernos. Sostiene coherencia con el recorte de este año y las subejecuciones realizadas previamente, tanto por Nación, como por provincias, mostrando una clara distancia entre discursos y realidades. Pensar que esto no repercute en la calidad educativa, el bienestar docente o en los aprendizajes estudiantiles, es ignorar el impacto de estas medidas, es desidia educativa.

De izquierdas a derechas, todos ven a la educación como una de las funciones sustantivas de los Estados, nadie en su sano juicio puede argumentar en contra de ella, ni de las bondades de contar con una educación que sea inclusiva, equitativa, de calidad y para todos, pero para que esto sea así, hace falta buena inversión. Recortar el presupuesto educativo, siempre es una mala decisión, pero hacerlo en un contexto de pobreza e indigencia como el actual, saliendo de una pandemia, que fue una tragedia también en lo educativo, muestra un desprecio hacia a la educación como constructora de futuro, como transformadora de realidades. Salvo que en realidad esto muestre las verdaderas intenciones de quienes así lo definieron: tener un pueblo con menos oportunidades y más dependencia.

Esperemos que todos los actores del sistema educativo se expresen y que el Congreso de la Nación pueda entender a la educación como una inversión importante y se revierta el recorte.

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