Antoine Maignan
AFP
¿Boicotear para enviar un mensaje o viajar a Qatar para ver uno mismo lo que ocurre? Los aficionados del mundo entero abordan el primer Mundial organizado en un país árabe con preocupaciones, pero el escepticismo de muchos hinchas europeos es menos palpable en otras regiones del planeta.
“No podría hacer una fiesta en un cementerio”, señaló Fabien Bonnel, fiel seguidor de la selección francesa, miembro del grupo Irrésistibles Français.
Haciendo referencia al número de muertos en las obras de las infraestructuras para el torneo, difícilmente cuantificables, este fan resume con esta frase su posición de boicot total al torneo. “Ni siquiera pienso ver un solo partido. Si somos cientos de miles los que lo hacemos, servirá para enviar un mensaje, quizás tenga un impacto en las audiencias, los patrocinadores y todo el negocio de la FIFA”, añadió.
Esta decisión individual no se traslada a la de su colectivo de hinchas, que ha decidido no posicionarse. Como Bonnel, numerosos aficionados han elegido boicotear el torneo, especialmente en Alemania, donde varios grupos ultras, entre otros los del Borussia Dortmund, han mostrado en los últimos días su posición contra Qatar a través de pancartas en los estadios.
Misma situación para ‘3LionsPride’, un grupo de hinchas inglés para aficionados LGBTQ+, que no se desplazará: “Esperamos guardar silencio mientras que la FIFA nos anima a respetar una cultura que no acepta las voces, haciendo un llamamiento a ‘un evento limpio sin homosexuales ni perturbadores’. La hipocresía es repugnante”.
Estas renuncias no han impedido al comité de organización lograr el pleno, vendiendo 2,89 millones de entradas de 3,1 disponibles, según el balance de mediados de octubre.
Presupuesto
A pesar de las preocupaciones, éticas o presupuestarias, los hinchas viajarán de manera masiva a Catar desde América Latina, con 70.000 mexicanos y 30.000 argentinos, según fuentes diplomáticas.
“Claro que tenemos preocupaciones con respecto a la manera en la que son tratadas las mujeres en Qatar, pero nos hemos preparado bien. Nos aconsejan vestirnos diferente, por ejemplo para ir a la playa, señala Barbara Coubrey, una aficionada argentina de 45 años.
Uno de los líderes de los fervientes seguidores mexicanos, el famoso Caramelo, es también consciente de que estará prohibido “introducir alcohol” en el país, pero está orgulloso de su amplia delegación, a pesar de que tenga que pagar tres o cuatro veces más caras las ‘chelas’ (cervezas).
El costo del viaje es otro de los grandes problemas. David Cebollada, presidente del principal grupo de aficionados de España, calcula en unos U$S 7.002 dólares el viaje más sencillo, con un alojamiento en pequeñas casas prefabricadas. “Esto ha desanimado a muchos de nuestros miembros”, lamentó este hincha de 48 años. “Pero boicotear no me parece lo correcto. Es cosa de los responsables, de los políticos, los que decidieron atribuir el Mundial a este país”, explicó.
Daniel Ruhe, un fan alemán de 38 años, ve en este Mundial de talla humana la oportunidad de experimentar varios partidos y varias culturas cada día. “Si usted mira las condiciones en las que se han celebrado los últimos mundiales, tendría razones para boicotearlos a todos”, añadió este informático, que intentará ver 14 partidos en ocho días.
Impaciencia
“Se vivirá de manera diferente, ni mejor ni peor. Tengo miedo de quedar decepcionado porque no hay gran cosa que hacer, pero tengo ganas de ir para verlo yo mismo, hacer mi propia opinión”, comentó Guillaume Aupretre, aficionado francés de 25 años, que viajará a Qatar del 25 de noviembre al 1 de diciembre. “No quiero ser estigmatizado porque voy, que vaya no quiere decir que lo apoye”, subrayó.
Más allá de las polémicas, el Mundial de Qatar será una ocasión única para los fans de Oriente Medio de vivir el evento cerca de su casa.
“Estoy muy impaciente, este torneo va a probar que el mundo árabe es capaz de organizar grandes torneos deportivos”, aseguró Bader al-Khamis, profesor de biología en Riad, que no podrá ir a Qatar por razones profesionales.
“Las críticas son duras. Las perspectivas culturales en Europa son diferentes a las de nuestra región. No es lógico cambiar nuestra cultura solo por la Copa del Mundo”, añadió.
Millonario pedido
Amnistía Internacional encabezó un grupo de organizaciones que solicitan a la FIFA que aporte U$S440 millones de indemnización a los trabajadores que fueron explotados en las construcciones de los estadios.