ENSAYO
FILOSOFÍA DEL CUIDADO
BORIS GROYS
(Caja negra – Buenos Aires)
Cada vez más y con mayor insistencia, se nos conmina desde los medios, la publicidad y las redes (los canales por donde la doxa hacer circular todos los discursos sociales) a cuidar nuestro cuerpo como el último de los bastiones de la trascendencia que, como todo mandato social, tiene causas y consecuencias concretas.
Pero esto es algo más que una exigencia actual. Si bien el cuidado de las vidas humanas es lo que define a las sociedades contemporáneas, para las cuales la medicina ha pasado a ocupar el lugar de la religión y el bienestar físico reemplazó a la salvación de las almas (y el hospital, a la Iglesia), es uno de los nudos centrales de la filosofía occidental. Y su autor, reconocido en nuestro país por sus trabajos orientados al arte contemporáneo, fruto de sus reflexiones sobre la modernidad, la posmodernidad y la subjetividad, recorre las diferentes escuelas filosóficas que se ocuparon del vínculo entre el cuidado y el cuidado de sí (cuando el yo se convierte en un objeto de cuidado) para entender la genealogía de esta relación.
Autoconservación
Encuentra ya en el método socrático, la mayéutica, una analogía entre cuerpo y cuidado, al considerar al filósofo la partera de la verdad y nos recuerda que, frente a la centralidad del cuidado y el control de las almas durante los siglos de dominio del cristianismo, fue la Revolución Francesa como culminación de la historia, según Hegel, la que destronó el temor a Dios y lo reemplazó por el temor a la muerte.
Del Estado de Terror, dice Foucault, se pasó a un Estado Pastoral, legitimador del statu quo, que propende a la autoconservación y cuyo objetivo será el cuidado de la salud de la población. Y aquí es donde nace el Estado biopolítico, aquel que, paradójicamente, nos enferma para cuidarnos con el único objeto de que podamos seguir trabajando.
Una de las consecuencias del paso del cuidado al cuidado de sí, según Groys, es la aparición del ser creativo que exigía presentarse a sí mismo como excepción, de lo cual el arte de vanguardia hizo su estandarte, mientras que el mundo digital nos exige presentarnos a nosotros mismos como si fuéramos otra persona, otro de los modos posibles de la autoprotección.
En la Antigüedad clásica, el cuidado era considerado trabajo de esclavos. Hoy, que es ejercido mayoritariamente por mujeres, todavía no es remunerado. Otra de las caras de un mundo despojado del ser que Heidegger anticipó y que hoy se expresa dramáticamente en los millones de migrantes que han perdido el suyo.
PERFIL
Boris Groys (Berlín, 1947) es filósofo y crítico de arte. Es profesor en la Universidad de Diseño de Karlsruhe, la Academia de Bellas Artes de Venecia, la Universidad de Nueva York y la Universidad de Münster. Reflexiona sobre el arte moderno, la posmodernidad, los medios y la subjetividad. Es autor de 30 libros.
María Eugenia Villalonga
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