El orgullo de quienes vieron crecer a Exequiel Palacios, el primer tucumano campeón del mundo

En la casa del barrio Banda Padilla de Famaillá, casa del campeón del mundo en sus primeros meses de vida, se emocionan.

LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL LA GACETA/FOTO DE OSVALDO RIPOLL

El permiso lo otorga Gabriel González. “Ahí juega cuando viene”, señaló el joven de 13 años. Él es el primer anfitrión en lo sería el hogar del campeón del mundo tucumano, Exequiel Palacios. La indicación de uno de los tantos primos de “Pala” está dirigida hacia el fondo del gran terreno que ocupan las familias del clan en el barrio Banda Padilla de Famaillá. Dos arcos formados por cañas verdes son la referencia para que la mente delimite la canchita de fútbol.

Ese potrero no es donde el mediocampista se formó. Palacios, a los pocos meses de nacer, viajó hacia Buenos Aires. Papá Luis y mamá Mariela podían “buscarle la vuelta”, pero no veían un futuro prometedor para su familia. Entonces, la diestra campeona Palacios la afinó, primero, en una escuelita de José León Suárez y después, en River.

Palacios muestra su evolución cuando viene en la cancha famaillaense. El campo que tiene dos superficies de juego, tierra con piedras y césped con yuyos, es el lugar donde los picaditos con la familia y amigos siempre se dan. “Ya pintaba para crack”, afirmó Nicolás González. Fácil es decir ahora, no sólo para éste primo sino para todos, que Palacios es un fuera de serie, pero la referencia de González está apuntada hacia la adolescencia del jugador. “A los 13 o 14 años, cuando ya estaba en las inferiores de River, jugábamos y ya era muy bueno”, recordó. “Pala” no solo vuelve por la comida casera de la abuela Azucena Palacios cuya casa es como el portal de acceso al resto de las viviendas del lugar, el jugador también vuelve seducido por esa canchita. Ahí hay más amor que en cualquier otro estadio de Qatar o de Alemania, liga en la que Palacios juega defendiendo la camiseta de Bayern Leverkusen.

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Por éstas horas en la mismísima casa del barrio Banda Padilla no pueden asegurar nada sobre los días que le quedan al jugador en el país. Desde el domingo, cuando Argentina le ganó la final a Francia, hay gente que se llega hasta la casa para hacer averiguaciones.

“Lo vivimos y seguimos viviendo”, explicó Romina Maldonado. La tía de Palacios se reconoce tan tímida como una niña pequeña. “No me gusta salir mucho, tampoco las cámaras, las grabaciones y las fotos”, afirmó. La descripción propia se condice con el esfuerzo periodístico para que Romina acceda a hablar. Pero el entusiasmo mundialista todo lo puede, ahí nomás la tía buscó camisetas, la de Bayer Leverkunsen y una joya: una de las que el famaillaense usó durante la Copa América que la Selección de Lionel Scaloni ganó en 2021. “Si salgo, la gente ya sabe y nos preguntan. No pueden creer que alguien de aquí sea campeón del mundo. Me dicen: ‘fue de tu familia. Fue el ‘Exe’”, relató.  

“La gente está a la expectativa de si él viene o no”, es la misma percepción que tiene Camila González. Otra de las primas del campeón recibe constantemente consultas. “Como todas las veces que viene, se saca fotos y firma autógrafos. Comparte asados con los chicos del barrio también”, explicó la integrante del cuerpo de la Policía.

“Con los chicos del barrio le hacíamos tipo una custodia”, contó el primo Nicolás. La última vez que Palacios visitó Famaillá fue en 2019. Ya había levantado la Copa Libertadores en la mundialmente trascendental final disputada en Madrid ante Boca. En aquella ocasión, la fama ya estaba en otra dimensión por lo que el jugador optó por alojarse en un hotel antes que en la casa de Azucena. “Acá no está nada cerrado y pueden entrar por todas partes”, remarcó Nicolás.

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El dato no hace más que confirmar que si Palacios asoma por tierras tucumanas, habrá una multitud que querrá estar cerca. Más teniendo en cuenta que a diferencia de la última visita llegará con tres coronas más en su foja deportiva si se cuenta la Copa América, la Finalissima (vs. Italia) y el Mundial.

“Uno ni cae todavía de todo el éxito que está teniendo. Porque hasta hace algunos años, el venía acá y era uno más de nosotros. Fuimos a bailar a Mango, un boliche de aquí con sus padres y amigos”, contó Camila sobre uno los mejores recuerdos recientes. “Es una emoción tan grande que toda Argentina esperaba. Yo no tenía dudas”, afirmó Romina. Pero, por las dudas y ante el debut con derrota... “Al segundo partido me fui a prenderle velas a San Expedito”, reconoció. Y ya están prendiendo más, no sólo ellos sino toda Famaillá, para que el campeón pueda llegar.

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La mejor bandera que le queda es la Argentina

A Exequiel Palacios lo persigue un lindo problema. Se generan pocas veces y tienen que ver con el cariño que provoca alguien exitoso y de buena calidad humana como lo describen. La familia paterna del jugador es de Famaillá, mientras que la materna es de Santiago del Estero. Hace pocos días Elsa Ponce, mamá de Mariela Rodríguez que es la madre del jugador, en un reportaje dijo que Palacios es “un santiagueño más”. Camila González, una de las primas del jugador, contó una divertida anécdota en relación. “Me acuerdo que cuando fuimos a pasar un año nuevo en la casa de él en Buenos Aires, viajamos con mi abuela y mis hermanas; también fueron los parientes de Santiago. Estábamos en la mesa. Una abuela decía que era santiagueño y la otra, tucumano y se tiraban la pelotita las dos”, contó riéndose. Concretamente, “Pala” nació en octubre de 1998 en el hospital de Famaillá. Con la humildad que lo caracteriza, tiene gran aprecio por ambas provincias. Así lo describió Romina Maldonado. “Le encantan los dos lugares. Él no elige ir de vacaciones a Cancún, a la playa. Es Santiago o Tucumán. Es así, cada vez que él puede, el viene a Famaillá o va para Santiago”, reveló la familiar del jugador.

Por lo pronto, la bandera tucumana o la bandera santiagueña, quedan relegadas porque hoy al campeón mundial, la mejor bandera que representa es la Argentina.

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