Del Norte para el mundo: Los ponchos catamarqueños que mezclan lo autóctono con la tecnología NFT

Un proyecto disruptivo, tecnológico y autóctono.

Del Norte para el mundo: Los ponchos catamarqueños que mezclan lo autóctono con la tecnología NFT

La tecnología 3.0 llegó para quedarse, haciendo que los modelos de negocios y comercialización sean cada vez más abiertos a nuevos mercados. ¿Quién dijo que lo nuevo no puede vincularse con lo autóctono y lo tradicional? La respuesta para ese interrogante la encontró Florencia Sosa, la CEO más joven del país, quien ideó un proyecto de comercialización de ponchos de vicuña a través de la tecnología blockchain.

La idea de que las comunidades tejedoras de Laguna Blanca en Belén están excluidas de los mercados internacionales quedó atrás. Andina NFT es el nombre con el que Florencia Sosa y Florencia Bovo bautizaron este innovador proyecto que tiene por objetivo vender productos confeccionados en alta montaña a través de cryptomonedas. 

“Cuando empecé a recorrer el interior de Catamarca y a conocer los pueblos rurales, me encontré con esta comunidad de tejedoras; y al interiorizarme de sus realidades, me di cuenta que cuentan con productos muy buenos en cuanto a nivel moda, es decir, muy exportables. Un producto en los que han puesto los ojos marcas europeas como Louis Vuitton”, comienza contando Florencia Sosa a La Gaceta.

Y explica que, si bien las mujeres tienen la capacidad de producción, no cuentan con las herramientas necesarias para desarrollarse en los nuevos mercados. Es por eso que su función principal es facilitarles la logística de comercialización tecnológica.

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 “Yo les brindo la plataforma y el “know how” tecnológico que a ellas les excede. Esto no es una causa solidaria, pensé en desarrollar algo que no sea una marca de ropa, porque si bien me gusta la moda, no me quería vincular a ello. Empezamos a trabajar, a sondear el mercado, y me di con esta gran comunidad del arte que existe en el mundo tecnológico. Si bien el 2022 no fue el mejor año para los NFT y todo lo relacionado con el mundo crypto, sí creo que hay una gran curiosidad a la que yo quería sumarme de alguna manera”, detalló la empresaria e influencer que lidera la Federación Económica de Catamarca.

Un poncho único y diferencial

El propósito de Andina es la venta de los ponchos catamarqueños en mercados que, hasta hace un tiempo, eran inimaginables para las mujeres de Laguna Blanca. Florencia remarca que si bien este tipo de productos son bastante comunes para la sociedad del norte de Argentina, no lo son tanto para compradores del exterior. 

Según explica, hoy en día la lana de vicuña es una de las materias primas más costosas y requeridas a nivel internacional. “Hay países como Perú que han sabido desarrollar muy bien su marca país y sus productos artesanales y han hecho un gran trabajo en cuanto a involucrarlo a la tecnología. Argentina no tiene nada  así todavía, pero mi intención es sacar el nicho de lo artesanal, lo rural, lo excluido del resto del mundo”.

La confección de esta prenda es un oficio que se transmite de generación en generación y resulta muy importante para ellas poder mantener la cultura y la tradición. Incitar a las próximas generaciones a mantenerlas. 

“Cuesta mucho esto de hacer que a las nuevas generaciones les interese el tejido cuando saben que hay otras oportunidades en el mundo. Por eso Andina permite generar un negocio que pueda brindarles economía del futuro y que motive a las nuevas generaciones a seguir por ese camino”, reflexionó la CEO.

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El valor agregado

Florencia Sosa posee una marcada inclinación por fomentar el empoderamiento de las mujeres y así lo demuestra en cada uno de los proyectos en los que se embarca. Con la creación de Andina su objetivo principal fue visibilizar y contar la historia de cada una de las mujeres que trabajan en los tejidos en alta montaña. 

“Así como comprás un cuadro y sabes quién lo hizo, quien está detrás, pensé cómo puede ser que te llegue un tejido que demora tanto tiempo en hacer y no tengas idea quien está detrás de eso”, fundamentó.

Asimismo, detalló que los ponchos son productos de triple impacto: primero porque son totalmente sustentables. “Trabajamos con el pelo de un animal que no muere ni sufre, necesita la esquila de hecho”. 

Segundo, porque es un trabajo íntegramente artesanal. “Lo hacen en el fondo de sus casas, donde se juntan en familia a realizar el chacu que es la esquila: juntan el pelo y lo dividen”. 

Y por último, genera un impacto económico en sus finanzas. “Un poncho lleva entre cuatro y ocho meses de confección. Es una tarea muy individual, pero también en comunidad, no hay industria privada, no hay otro lugar en el que se puedan desarrollar en esa comunidad entonces esto también les genera una repercusión muy grande en la economía de cada una”.

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¿Cómo funciona Andina?

Actualmente la comunidad de tejedoras de alta montaña está conformada por, aproximadamente, 400 mujeres. En ese contexto, Andina realiza cápsulas de más o menos 80 a las que se van sumando cada vez más trabajadoras con sus productos. 

La modalidad es mediante “pre order”; es decir, les hacen el pedido, ellas comienzan a trabajar y demoran un tiempo estimado de cuatro a ocho meses dependiendo el tamaño del poncho. “Hoy venden un poncho al año cada una y mi intención es que podamos triplicar o cuadriplicar sus ventas o lo que les de la producción”, dijo esperanzada.

En cuanto al trabajo audiovisual – ya que cada pieza trae consigo un código de scaneo para que el comprador pueda conocer la historia de su creadora en primera persona- Florencia comentó que ya lo tienen casi todo cubierto desde que realizaron las entrevistas al inicio del proyecto.

Luego, llega el tejido a Catamarca capital y dese allí se encargan de armar toda la logística para venderlo al resto del mundo. En cuanto al precio, Sosa resalta que el monto es íntegramente fijado por sus creadoras y en capital solamente se le agregan los gastos de logística.

“Lo estamos comercializando hoy por la plataforma de Connie Ansaldi que se llama Carnaval. Todavía es muy difícil penetrar en el mercado de NFT, de las cryptomonedas, porque no se puede pagar con tarjeta sino que tenés que tener una Wallet (billetera virtual)”, detalló.

Si bien este proyecto está dando sus primeros pasos, incursionando en un mercado nuevo y con gente nueva, un negocio de estas características implica prueba y error vinculando dos mundos totalmente diferentes. 

No obstante, Sosa indica que desde su lanzamiento hasta ahora la repercusión ha sido positiva, se han ejecutado muchas ventas en el mercado de NFT. “Aspiramos a que exista un mercado en el exterior que nos apoye y nos colabore. 

La tecnología 3.0 llegó para quedarse. Estamos todos en la misma búsqueda. Lleva tiempo y hay que ser pacientes porque no es lo mismo colgar un producto en una tienda nube que venderlo por NFT, es una plataforma nueva con la que nos tenemos que amigar y que les va abrir un mundo distinto a muchísimos emprendedores que tal vez no encuentran su lugar”, manifestó.

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