Los daños que provoca la contaminación acústica

04 Enero 2023

Vive en la vía pública. Bocinazos. Escapes. Taladros. También se lo padece en el hogar, generalmente a causa de vecinos desaprensivos que atormentan con la propalación de música a un elevado volumen durante varias horas a la madrugada. El ruido se ha convertido desde hace años en un peligro para la salud. “Fronteras 2022: ruido, llamas y desequilibrios” se denomina el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que fue publicado en 2022. Entre otras cosas, señala contaminación sonora prolongada y de alto nivel perjudican la salud y el bienestar de los ciudadanos.

San Miguel de Tucumán es una ciudad ruidosa, especialmente en el centro. Santiago del Estero, Entre Ríos, Monteagudo, Córdoba, 24 de Septiembre, Salta, Jujuy, son calles que tienen un flujo excesivo de colectivos, de automóviles y de motocicletas; en las horas pico hacen estragos en los oídos y en el cerebro de los transeúntes y de los vecinos. Un semáforo en rojo puede desatar una cadena de bocinazos, de histéricos conductores que creen que así lograrán que se pongan rápidamente la luz verde. También es cierto que el exceso de vehículos provoca embotellamientos cada vez más importantes, como consecuencia de la falta de un plan efectivo de reordenamiento del tránsito.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo máximo que soporta un ser humano son 70 decibeles (dB). A partir de los 70 dB y hasta los 80 dB, se pueden producir daños físicos y emocionales. Por ejemplo, 90 dB es el sonido de las sirenas de ambulancias; 100 dB produce el motor de un colectivo en mal estado al frenar, y el martillo mecánico; 110 dB soporta quien baila en un boliche o lo que emite una motocicleta; 120 dB generan los parlantes traseros de un automóvil a alto volumen; 130 dB produce un trueno a 600 metros a la redonda y 140 dB produce un jet antes de despegar. La particularidad de la contaminación acústica es que su impacto no se percibe en apariencia.

El informe de la OMS señala que los efectos que el ruido provoca en la salud o en la audición generalmente se advierten a largo plazo, y es difícil asociarlos a este tipo de contaminación. Todos los sonidos son vibraciones; no existe la diferencia física entre un ruido y un sonido agradable. La diferencia radica en cómo el oyente responde a estos sonidos. En otras palabras, el ruido es cualquier sonido que no se quiere escuchar. La ONU Medio Ambiente propone incrementar las zonas verdes en las ciudades porque la vegetación absorbe la energía acústica, dispersa el ruido y amplifica los sonidos naturales, que atraen además la vida silvestre. La ONU advierte sobre la necesidad de que haya más carriles para bicicletas, porque indirectamente le restringen el espacio a los vehículos a motor y, por lo tanto, se produce una reducción del ruido.

Vivimos en una cultura del ruido. Por lo general, en recitales, en festivales, en fiestas se aturde a las personas y se atenta contra la comunicación. Para combatir este flagelo se debería diseñar una política integral que contemple, la salud, la educación, el urbanismo y el tránsito. La contaminación acústica no es otra cosa que una falta de respeto al prójimo y un atentado a la calidad de vida.

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