A 199 años de la muerte de Bernabé Aráoz ya debe ponerse de relieve el significado de una figura fundante de nuestra historia. Precisamente, una producción en nuestra sección Literaria del domingo se titula “Bernabé Aráoz, rescate del olvido”, en la cual historiadores y ensayistas analizan el rol del primer gobernador tucumano, clave en la Batalla de 1812 y en la Independencia en 1816. “Para entender fenómenos de valor americano, como la Declaración de la Independencia, este hacendado y hombre de armas tucumano es realmente una referencia ineludible”, explica uno de los historiadores, que señala el valor del encuentro de Aráoz con Belgrano en La Encrucijada, donde él y sus allegados convencieron al general de dar batalla en 1812.
En los últimos tiempos se ha dado a conocer la entidad histórica de Aráoz y en su homenaje se han hecho cantatas y poesías y compañías teatrales, agrupaciones gauchas, libros, documentales y escritos literarios, lo cual ha posibilitado que sea declarado por Ley Héroe provincial de las Batallas de Tucumán y Salta, señala otro historiador.
Pero hubo una mirada histórica peyorativa sobre la figura de Aráoz y de caudillos como Martín Güemes. En ello fueron claves algunos libros de Bartolomé Mitre, que a mediados del siglo XIX sembró los cimientos de los sentidos colectivos de la identidad argentina. En su “Historia de Belgrano” arroja un saldo negativo respecto del primer gobernador tucumano, a quien le otorgó limitados alcances políticos, dijo que estaba saturado de pasiones locales y consideró que no merecía un lugar en el podio. También dos pensadores finiseculares, Paul Groussac y Antonio Zinny, que dieron impulso a las primeras páginas sobre Historia de Tucumán, si bien reconocían cierto aporte de la familia Aráoz en la Batalla de Tucumán (1812) y en tiempos del Congreso (1816), se nutrieron de una valoración negativa del federalismo, explica un historiador.
Fue durante la Generación del Centenario, cuando comenzó a cambiar la mirada sobre el prócer tucumano, con los trabajos de Juan B. Terán de 1910, y la “Historia de la República de Tucumán” de Jaimes Freyre, surgidos de una pujante élite intelectual asociada a la Universidad Nacional de Tucumán. Estos trabajos comenzaron la discusión académica con algunas afirmaciones de la obra mitrista y reivindicaron el lugar de la región norte en la historia argentina. Por cierto que la mirada nacional sobre la identidad del país se ha mantenido con la visión centralista rioplatense y apenas en los últimos tiempos se ha dado impulso a la reivindicación de hechos y figuras del comienzo de la patria. Actualmente, se debate en Diputados un proyecto de Ley, que tiene media sanción en el Senado para declararlo héroe nacional. Su historia y leyenda están siendo incorporadas a la currícula educativa, rescatando valores trascendentes para nuestra provincia. Bernabé Aráoz consolida al pueblo tucumano como cuna de valientes héroes, forjadores de nuestra nacionalidad, señala uno de los historiadores. En vísperas de los 200 años de su muerte, creemos que un mayor conocimiento de este líder llevará a conocer mejor aquellos acontecimientos que llevaron a la construcción de Tucumán como provincia y del país mismo, señala uno de los autores de la producción. En este sentido, advierte que “las agendas del presente condicionan la mirada hacia atrás. Cada pueblo narra su pasado, vive su presente, proyecta su futuro”. Bueno sería que este proyecto de prócer nacional no sea sólo una iniciativa de unas cuantas personas, sino una causa surgida de la convicción de los tucumanos en su totalidad, más allá de sus pertenencias políticas.