La fiesta de la Selección: ¿No tenían entradas? Bienvenidos al Fan Zone

Más de 3.000 personas -muchos tucumanos- disfrutaron como si estuviesen en el estadio... y gratis

NO PUDO SER. Muchos fueron con la esperanza de conseguir tickets en reventa. NO PUDO SER. Muchos fueron con la esperanza de conseguir tickets en reventa.

La fiesta fue total en Santiago del Estero, que durante toda la jornada se convirtió en la capital de la República Argentina. La fiebre por la Scaloneta copó cada rincón de la ciudad, que tuvo tres epicentros muy marcados: el estadio, el hotel donde se concentró el plantel y el Fan Zone ubicado en el Centro de Convenciones denominado FÓRUM.

Este último lugar de encuentro propuesto por la organización fue un éxito. Desde temprano varios artistas desfilaron por el escenario poniéndole color al calor que había acompañado la jornada.

A partir de las 17, la fiesta se empezó a armar en el FÓRUM. Cuando la agrupación El Mestizo empezó su set el público ya había ocupado casi todos los rincones del espacio dispuesto al aire libre. La participación de Proyecto Gavilán y Los Manseros Santiagueños terminó de armar la celebración, que tuvo su fuerte cuando los jugadores argentinos abandonaron la concentración y miles de fanáticos se trasladaron desde la Casa de Gobierno hacia el Fan Zone.

Más de 3.000 personas vivieron el partido como si estuvieran en la cancha. La interacción con las pantallas gigantes fue constante. La primera ovación llegó alrededor de las 19.30 cuando la transmisión oficial enfocó a Rodrigo De Paul y Nicolás Otamendi en el campo de juego del Madre de Ciudades. Pero lo más emotivo llegó minutos después, cuando el equipo saltó al terreno y se entonó una versión con tinte local del Himno Nacional.

El Fan Zone estaba provisto de todo lo necesario para pasar una tarde en familia inolvidable. Había un sector especial para niños, con metegol, bancos y mesas para descansar o merendar, cuadros para pintar, peloteros, cama elástica y música a tono. Para los más grandes también había opciones. Una gigantografía del plantel invitaba a tomarse una selfie para el recuerdo. Un miniescenario con dos copas del mundo y una imagen que tenía a Lionel Messi era la propuesta para levantar el trofeo. También había una figura de De Paul a escala para posar ante las cámaras y guardar en el baúl de los recuerdos. En la zona de food trucks estaba lo interesante para la mayoría. Cervecerías, comida al paso, heladerías... De todo un poco y para todos los paladares.

A la hora del partido, las emociones no tardaron en llegar. El “uuuuh” retumbó dos veces cuando Lautaro Martínez no pudo definir en la línea cuando apenas iban tres minutos. Los lamentos fueron en tiempo real y también cuando la TV mostraba la repetición. Las caras largas de los más chicos se multiplicaron cuando el arquero visitante le sacó dos buenas pelotas a Messi, pero pasado los 20 minutos llegó el alivio. El capitán -¿quién si no?- hizo delirar a todos con su gol número 100. El que todos habían ido a ver.

Fueron tres ovaciones para el “10”, el más aplaudido de la noche para redondear un primer tiempo que terminó con 5-0 y el grito de la canción de guerra que recuerda a los pibes de Malvinas, habla de Messi y Maradona y el deseo de la tercera. El “Muchachos” sonó bien fuerte durante el entretiempo y sólo fue interrumpido cuando La T y la M entonó “Pa la selección”, otra de las canciones más populares de estos tiempos.

Invasión tucumana para ver a la Selección Argentina

Como era de esperar, miles de tucumanos dijeron presente en el Madre de Ciudades. Entre las camisetas de la Selección, se camuflaban algunas de Atlético. Las de San Martín, al ser de otro color resaltaban mucho más, al igual que las de Lastenia, Amalia y Sportivo Guzmán.

También hubo hinchas que llegaron desde San Cayetano. “Salimos a las 13.15 y almorzamos en el camino porque no pude salir antes del trabajo. Vinimos a verlo a Messi, por ellos”, señaló el papá de Sabrina, Guadalupe y Joaquín. El problema es que eran cinco, y sólo contaban con dos entradas. Al igual que muchos otros, se lanzaron a la ruta con la esperanza de encontrar oportunistas que ofrecieran tickets en reventa.

“Yo me vine solo en un colectivo con 50 desconocidos”, comentó Federico Govetto Sosa, que se contactó con la peña “Ciudadela” de Tafi Viejo y pagó $67.000 por el traslado y una platea alta Este sin numerar.

“No conocía a nadie, pero antes de llegar a San Cayetano ya era amigo de todos”, comentó entre risas, antes de aclarar que una vez en viaje tuvo que poner algo de dinero para las bebidas y el asado que compartieron todos en el camino: “fueron monedas a comparación de lo otro. Pero valió la pena, no me dolió para nada. Es la primera vez que veré a Messi y quizás sea la única”. Ojalá que no, Fede, ojalá que no.

No faltaron los desilusionados

Ya desde la mañana se fueron congregando frente a las puertas del hotel cientos de hinchas que esperaban ver a los jugadores cuando subieran al micro para salir rumbo hacia el estadio. Sin embargo, la espera de varias horas no valió la pena: tres colectivos estacionados en fila taparon la entrada e impidieron apreciar con claridad el paso del plantel. Luego, una nueva decepción: una vez que los futbolistas estuvieron ubicados en los asientos del micro, se enfocaron en sus celulares y no saludaron a la gente que los esperaba, a excepción de Ángel Di María y Julián Álvarez.

Cortame la música

Tras el entretiempo se produjo un momento insólito: Pablo Aimar debió pedirles a los integrantes de La T y la M que dejaran de tocar porque ya había comenzado el segundo tiempo.

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