Sergio Berensztein: “Los temblores políticos y económicos pueden ser severos”

El politólogo afirma que el Gobierno hace malabares para evitar que se profundice la crisis. También que no fue un renunciamiento generoso lo que hizo Macri al declinar su candidatura.

Sergio Berensztein: “Los temblores políticos y económicos pueden ser severos”

Sergio Berensztein tiene la sensación de que la Argentina se enfrenta a temblores políticos y económicos por problemas estructurales en las placas de un país en crisis. En una entrevista concedida a LA GACETA, el analista político sostiene que el Gobierno de Alberto Fernández no tiene un plan económico que sea creíble para que el mercado se calme y lo mejor que le puede pasar es terminar el mandato sin mayores contratiempos. Paralelamente, el consultor afirma que los movimientos telúricos no afectan tan solo al oficialismo, sino que se expanden hacia la oposición. En ese aspecto, considera que la renuncia a toda candidatura de Mauricio Macri no es para nada generosa porque, de antemano, el líder del PRO sabía que estaba en desventaja en imagen frente a otras figuras dentro de Juntos por el Cambio.

-¿Dónde estamos parados y hacia dónde va la Argentina?

-Estamos parados en el medio de una falla de placas tectónicas y no sabes cuándo va a temblar todo. Esos temblores políticos y económicos pueden ser severos, particularmente profundizados por la sequía que tanto impactó a nivel de las reservas del Banco Central y en la recaudación fiscal. Si antes de conocerse esos datos, el escenario era dudoso para que se llegara a buen puerto, hoy hay que imaginarse qué efectos producirá la seca en la economía. Frente a esto, el Gobierno viene haciendo esfuerzos para evitar que se profundice la crisis, sacando conejos de la galera, que causan diferentes impactos en la actividad, cada vez más acotados, pero pagando costos cada vez más altos. Y todo esto se blanqueó cuando Alberto Fernández fue hasta la Casa Blanca a solicitarse a su par estadounidense, Joe Biden, que contribuya en las gestiones para que la Argentina consiga fondos. Esta cumbre se realizó en medio de un estado en el que la inflación sigue espiralizándose, con un gobierno cada vez más disfuncional y paralizado por la cuestión electoral. El silencio oficial ante las cifras de pobreza ha sido una clara muestra de que el Gobierno se quedó sin narrativa. Ni siquiera Aníbal Fernández (hoy ministro de Seguridad) salió a decir algo. Es un funcionario que, en otras oportunidades, te justificaba hasta porqué llovía para arriba. Se quedó callado. Antes, cuando fue funcionario de la ex presidente Cristina Fernández, citaba las estadísticas de Alemania y hoy ya no lo hace.

-¿La cumbre entre Fernández y Biden fue solo para lograr la foto buscada desde hace tiempo o hubo algún tipo de acuerdo?

-Fue una reunión largamente deseada por Fernández, pero que ha llegado en un momento particularmente inoportuno, porque el jefe de Estado argentino está muy debilitado y con una perspectiva dramática para el oficialismo actual. Todo el mundo sabe que él está en la última etapa de gestión, y él fue a los Estados Unidos con una larga lista de pedidos. Es cierto que Alberto Fernández logró lo que Cristina nunca pudo alcanzar: juntarse con el presidente de los Estados Unidos en la Casa Blanca. Más allá de esto, hay que ver si logra que prosperen algunas de las solicitudes expuestas.

-¿Cómo puede caer la decisión judicial estadounidense en la reputación del país respecto de la expropiación de YPF, con la baja credibilidad que ya tenía el mercado hacia la Argentina?

-Hoy se observa una larga improvisación. Se están inventando tipos de cambio para generar ingresos de más divisas que, en el fondo, no hace más que reconocer el atraso cambiario. Todo esto es muy raro. ¿Podrías hacer otra cosa? Tal vez no. Anunciar que se hará un plan serio en este momento no parecería algo creíble para el mercado. Ese programa, si existiera, no tendría credibilidad aun cuando lo impulsen Alberto, Cristina y el mismo ministro de Economía, Sergio Massa. ¿Cómo haces para convencer al mercado? Lo mejor que pueden hacer es tomar decisiones de coyuntura que no impliquen un escenario de crisis más profunda.

-Entonces, ¿qué país tenemos y que país podemos llegar a construir?

-No creo que este Gobierno llegue y logre plantear ese debate. Lo que necesitar es llegar, lo antes posible, a la próxima elección sin que se desbarranque el país. Pensar en que se pueden construir consensos en el último tramo de una gestión que no recreó el escenario para alcanzarlo suena a utopía. Hoy la política no puede dar ese debate de cara a la sociedad si no lo intentó hacer antes, en años que no fueron electorales. ¿Qué podemos hacer? Creo que nada, porque la situación es lamentable desde el punto de vista político y el Gobierno no puede resolver problemas importantes este año. Lo mejor que puede hacer es no agravarlos, con este estiramiento de plazos para pagar las deudas y sin poder político.

-Con lo que pasó en los últimos días en el Congreso, ¿puede decirse que Cristina Fernández perdió el control del Senado?

-Por supuesto. De eso no hay ninguna duda. El Senado era su pequeña zona de confort institucional. Ahora le resulta disfuncional y sobre todo con un poder de influencia cada vez más acotado. Aquella zona de confort ya no la tiene más. En todo caso, me parece que se adelantó el futuro, en este aspecto.

-¿Por qué?

-Porque el futuro de Cristina es esto que vimos: un mundo en donde ella es minoría. Lo que son las paradojas de la política. Hasta hace no mucho tiempo, la vicepresidente de la Nación se daba el gusto de partir el bloque para designar representantes en el Consejo de la Magistratura. Hoy ella misma abrió una caja de Pandora y se encuentra que, en la actualidad, se le parte el bloque oficialista y ella se queda sin nada.

-¿Qué repercusión electoral tendrá esta debilidad institucional de Cristina?

-Creo que no influirá en nada, porque ella ya tiene limitaciones electorales y no creo que ese escenario se modifique. En todo caso, creo que es más bien un problema de la política, que de la sociedad toda.

-Con la renuncia a la candidatura de Mauricio Macri, ¿puede decirse que se realinearán los planetas dentro del universo de Juntos por el Cambio?

-Puede resultar controversial lo que diré, pero estoy obligado a plantearlo: si Macri hubiese tenido mejores números en la opinión pública, ¿se hubiera bajado? A las claras, no fue un renunciamiento generoso, como dijo la mayoría de la dirigencia del PRO y que lo calificó como políticamente correcto. Es egoísta. La entiendo, porque probablemente hubiese hecho lo mismo, pero no es generosa. En todo caso, se preserva de una eventual derrota. En su espacio hay otros que tienen mejor imagen, como Patricia Bullrich u Horacio Rodríguez Larreta. No es que Macri perdía contra el peronismo, sino contra los referentes de su propio espacio. Entonces, es una decisión entendible porque él no pudo recuperarse de lo que fue el final de su mandato anterior. Hablar de altruismo político no es correcto. No hay actitudes de esa naturaleza en la política.

-¿Será una batalla interna entre halcones y palomas, entre Bullrich y Larreta?

-Lo mejor que puede pasarle a Juntos por el Cambio, desde la faz electoral, es que vayan juntas las dos vertientes nítidas que hay en ese espacio. Uno puede pensar que la fórmula ideal sería un halcón y una paloma o viceversa. Antes fue pingüino o pingüina. Hoy parece que cambiamos de aves.

-¿Y el radicalismo?

-La UCR podría tener un candidato propio, aunque no ganara. Probablemente se conforme una fórmula híbrida. Claramente, el radicalismo tiene bien ganado un lugar que no poseía hace ocho años, en 2015, cuando se constituyó Cambiemos. Hay que ver en qué termina todo esto y si logra un triunfo en primera vuelta que le permita tener un mayor peso en Diputados porque, de otro modo, JxC estará de alguna manera condicionado a lo que pueda acontecer con Javier Milei. Hay que ver también si tendrá músculo, equipos, programas y liderazgo para realizar un cambio integral en la Argentina que, con la gestión actual, quedará una gestión debilitada y con un horizonte económico cada vez más complejo. Hacia adelante, la gobernabilidad será clave. La pregunta que nos hacemos es si habrá colaboración o cooperación hasta el cambio de mandato, sin importar quien se adjudique la elección.

-¿Es posible que haya consensos básicos entre las distintas fuerzas políticas?

-No creo; lo veo poco probable. La lógica electoral plantea un escenario de diferenciación porque no se hacen acuerdos cuando se disputa el poder. Hoy no veo voluntad para hacer un pacto de esas características.

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