El robo de motocicleta, una cuestión cultural

El robo de motocicleta, una cuestión cultural LA GACETA / FOTOS DE ANALÍA JARAMILLO

Es una de las pocas modalidades delictivas que, cada tanto o mejor dicho cuando muere alguien, sacude a los tucumanos. En esta oportunidad, muchos tucumanos se espantaron con la viralización de un video donde se podía observar cómo una joven sufría el robo de su motocicleta. Pero detrás de ese caso hay muchos otros más que no dejan de ser graves. Esa víctima tuvo la suerte de seguir viviendo, pero otros no: perdieron la vida por ese bien.

Como lo hacía todos los días, Daiana Ávila (28 años) subió a su motocicleta para trasladarse a la pollería donde trabajaba. Al llegar a la esquina de San Luis y Alsina, un motochorro se plantó en el medio de la calle para detenerla. La joven no tuvo tiempo de frenar, lo embistió y cayó pesadamente al suelo. Salvó su vida porque tenía puesto el casco, pero quedó inconsciente y el delincuente huyó con el rodado. El asaltante fue detenido pocas horas después y ya fue procesado por la Justicia. El fiscal Carlos Saltor consiguió que un juez le dictara prisión preventiva por 30 días.

A menos de 20 cuadras de ese lugar, en la esquina de Chacabuco y el pasaje Juana Azurduy pasó otro caso similar. Pero como sus imágenes no fueron viralizadas, no tuvo la misma repercusión. El 31 de marzo Roberto Gramajo (54) volvía de trabajar y fue interceptado por dos motochorros que lo empujaron y lo hicieron caer de la moto en la que se desplazaba. El hombre luchó para que no le quitaran el rodado que usaba para cumplir con sus obligaciones laborales. Uno de los delincuentes, para vengarse, le disparó en una de sus piernas. Fue internado en un hospital, con una herida que en principio no era grave, pero le provocó la muerte el jueves pasado. Los autores de este homicidio todavía no fueron identificados.

También a 20 cuadras donde ocurrió ese último caso, el 24 de febrero, Johana Isabel Carrizo (32) viajaba en moto con su marido y su hijo de apenas tres años. En la esquina de Gutenberg y Thomas Edison, dos motochorros le estaban robando la moto a un motociclista. La víctima del ataque intentó detenerlos arrojándoles piedras. Uno de los asaltantes disparó su arma y una bala impactó en la espalda de la joven madre. Fue internada en el hospital Padilla. Los médicos decidieron operarla siete veces, pero su corazón dejó de latir el 30 de marzo. Los autores de este hecho ya fueron procesados por el fiscal Diego Hevia y su auxiliar Fernando Isa. La causa ahora está en una fiscalía de Homicidios.

En negro

En lo que va del año, son seis los crímenes generados por la inseguridad. Dos de ellos tuvieron que ver con el robo de motocicletas. No es más ni menos que los últimos años. En Tucumán, el robo de este medio de transporte genera muerte. Tampoco hay registros sobre cuántas personas sufrieron heridas por este delito.

El segundo jefe de la Unidad Regional Tucumán Juan Ibáñez. después del caso Ávila, reconoció que sólo en San Miguel de Tucumán se denuncia el robo de dos rodados por día, pero ahí no están contempladas las cifras en negro, por lo que ese número sería mucho mayor. Así lo hacen saber los cadetes cuando protagonizan masivas y ruidosas marchas pidiendo por más seguridad.

Los asaltos y las muertes por esta modalidad delictiva crecen porque hay un enorme mercado negro que da de comer a los delincuentes que viven de este tipo de robos. Según las investigaciones, la mayoría de asaltantes son jóvenes de entre 15 y 30 años, con problemas de adicción y la mayoría ni siquiera terminó la primaria. A los rodados los venden en pocas horas, los entregan a terceros para que lo hagan o los cambian por drogas. Pueden llegar a conseguir hasta $50.000, según su modelo y estado. Una cosa es segura: siempre habrá alguien que los comprará. Alguien que no le importe que ese bien pudo haber causado la muerte de una persona, que la consiguió después de hacer un gran esfuerzo y que su verdadero dueño la utilizaba para ir a trabajar o para trasladar a su familia.

En las redes sociales también se puede encontrar cómo funciona esta industria ilegal. Son numerosas las publicaciones en las que se ofrecen la venta de bienes de dudosa procedencia, venta de títulos y documentos en blanco para falsificar una transferencia. Los investigadores saben que si hay oferta es porque alguien los compra. También por el ciberespacio, los delincuentes ofrecen devolver el botín a cambio de una recompensa. Todas son maniobras perversamente planificadas.

Responsabilidad e informalidad

“Para qué voy a hacer la denuncia si nunca la van a encontrar. Busco otra en el ‘Face’ y listo”, resumió Luis. “Soy jardinero y necesito una para volver a trabajar. No tengo la plata suficiente para comprarme una todos los meses y no me queda otra que buscarla en el mercado negro”, añadió. “No me importan los papeles, si me la secuestran en un control, busco otra”, finalizó.

El sincericidio de este joven trabajador refleja dos cosas: por pensamientos como el suyo, no quedan dudas que el robo de motos ya es una cuestión cultural en la provincia. Tampoco hay castigos para los que circulan con los rodados sin papeles, a pesar de que se tratan de bienes registrables. Pero sus frases reflejaron otras realidades. A saber:

- Al no denunciar los robos, las autoridades no pueden realizar un mapa del delito -o el que existe no refleja lo que sucede en las calles- para detener a los que se dedican a este tipo de ilícitos. Todos los hechos reflejados en esta columna fueron cercanos.

- Si una víctima no se presenta en la Policía para denunciar el robo de su moto, la persona que compre en el mercado negro nunca será acusada de encubrimiento por circular en un rodado sustraído.

- Es tan grande el miedo que tienen los motociclistas de ser asaltados que violan las normas para evitar sufrir la inseguridad. Muchos, especialmente los que transitan de noche, anulan el sistema de luces para que los delincuentes no los descubran.

- Cuando el Ministerio de Seguridad organizó el megaoperativo de prevención con un helicóptero sobrevolando la provincia, secuestraron 144 motocicletas. Ni el 10% de estos rodados fueron reclamados por las personas a las que se les quitó porque no circulaban con los papeles correspondientes.

- Los lugares utilizados para el depósito de motocicletas están colmados de rodados por una sola razón: sus tenedores no tienen la documentación para demostrar que son propietarios, ya sea porque fue conseguida a través de un ilícito o porque la compraron y no hicieron la transferencia exigida por ley.

- No hacen falta más leyes, sino que se apliquen las que están en vigencia. Persona que circula en un rodado sustraído debe ser castigado penalmente porque está cometiendo un delito. Varios fiscales se muestran inflexibles con esta situación, pero no son todos.

La responsabilidad para acabar con esta modalidad delictiva no sólo depende del Estado. La sociedad debe aportar lo suyo denunciando. Cuando ello ocurra, se dará un gran paso para luchar contra ese mercado negro que viene cobrándose las vidas de muchos tucumanos.

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