El puente del Rulo ¿podría haber conservado su estructura?

A medida que los tucumanos y los turistas empiezan a recorrer San Javier, las fotos sobre la nueva estructura (sin arco) en El Rulo se viralizan y causan revuelo: los usuarios extrañan el viejo puente. Razones y posibilidades

El puente del Rulo ¿podría haber conservado su estructura?

La apertura del nuevo puente en El Rulo trajo gran polémica. Desde que en las redes sociales se viralizaron algunas imágenes comparativas del antes y el después de la estructura, los tucumanos no pararon: “es una porquería lo que hicieron”; “es horrendo el diseño”; o “el arco formaba parte del paisaje y de la historia de este camino”, son sólo algunos de los comentarios que dejaron los foristas de LA GACETA. Que perdió todo su valor, que “no tiene gracia” o que tranquilamente se lo podría revestir para que vuelva a ser pintoresco. Todos opinaron pero, ¿por qué adquirió esta nueva forma? ¿Podría haberse mantenido la configuración original?

Antes de responder, nos adentremos un poco más en la situación. Lo cierto es que hay muchos tucumanos que no están del todo conformes. Una encuesta realizada ayer en la web de este medio lo confirmó: más del 80 % de los lectores expresó que se encontraban más contentos con la forma del puente viejo; sólo un 10 % dijo que le gustó la nueva estructura. El resto afirmó no haberla visto todavía. La pieza anterior tenía 80 años y ya era característica del trayecto a las yungas; la desaparición de la tradicional bóveda y de la estructura en piedra causó enojos. “Hoy, en un nuevo capítulo de ‘seamos cada día más mersas’ te enseñamos cómo destruir algo lindo que combina con su entorno natural y reemplazarlo por lo más grasa que se te ocurra”, dijo tajante un usuario. Es que el nuevo gris del hormigón contrasta con el verde que había tapado ya la construcción anterior. Y eso también molesta. Pero ese es otro tema...

Algunas justificaciones

Las obras empezaron a fines de octubre con el objetivo de renovar el puente, que ya tenía algunas fisuras en su estructura, principalmente en los estribos de piedra. Las causas declaradas fueron el deslizamiento de los cerros y la presión de agua que ejercían las lluvias sobre la bóveda. Y aunque podría haber sido reparado, en la Dirección Provincial de Vialidad (DPV) consideraron que la mejor alternativa era su reemplazo. “Para nosotros era mucho más barato arreglarlo; podíamos sacarlo, solucionar la parte fracturada, volver a armarlo y largar el tránsito. Pero la obra que hicimos es mucho más moderna; San Javier es una zona geológicamente complicada y hay muchos movimientos en el terreno. Optamos por hacer algo más complejo: con este puente, los empujes (del suelo) no inciden directamente sobre la estructura, sino sobre unos muros de gaviones, revestidos en piedra con alambre. El día en que fallen, en que haya un empuje, simplemente se reparan esos gaviones; no hará falta cambiar toda la estructura, como tuvimos que hacer ahora”, dijo a LA GACETA Ricardo Abad, funcionario a cargo de la DPV.

Esa, indicó, es una de las razones para el nuevo puente. En diálogo con LA GACETA, hace algunas semanas, el geólogo Guillermo Aceñoloza comentó que “lo que pasaba en El Rulo era un tema constructivo, no geológico. Se estaba descalzando por una cuestión intrínseca a la edificación”. Confirmó que San Javier tiene deslizamientos permanentemente, y que esta era una cuestión que había que tener en cuenta para la nueva edificación. Y eso es lo que se hizo, según el relato de Abad.

Pero el nuevo puente también tiene otras justificaciones. “El departamento de Estudio y Proyecto nos sugirió esta alternativa estructuralmente buena, que era lo que necesitamos. Lo que sucede es que hay espacios muy reducidos; todo es muy acotado allí. Aún así, intentamos realizar un pequeño arco arriba (en recuerdo a la vieja construcción). Si te fijás, el puente no es 100% recto -indicó Abad-; y también se hizo así para dar una sensación de amplitud, que el arco no tenía. Es una sensación, porque la calzada no es más ancha; tiene las mismas dimensiones. Pero al no tener el arco, permite que las personas no se alejen del muro y ocupen sólo la calzada que les corresponde, cosa que antes no pasaba: si circulaba un vehículo grande, andaba por el medio”.

Soluciones y posibilidades

Las mayores críticas tienen que ver con la pérdida de una estructura que era símbolo de San Javier. “No podemos lograr que todo el mundo esté de acuerdo en lo que se hace -reflexionó Abad-; lo único que podríamos hacer, y que se está pensando, es algún tipo de revestimiento a las columnas (como homenaje al antiguo puente). Tampoco podemos hacer mucho y revestirlo de piedras por completo, por ejemplo, porque esas piedras se pueden mover y caer. Sólo podríamos pegarlas en las columnas, pero en la viga superior sería imposible, porque el puente se mueve cuando pasa un vehículo”. El funcionario también repitió que el nuevo puente sólo responde a una cuestión de criterios. “Había una estructura vieja que tenía que ser reemplazada; esta es totalmente moderna, tiene distintas fundiciones y trabaja estructuralmente de otra manera. Eso quiere decir que va a durar más; a la bóveda ya se la había cambiado en la década de 1990 y había que cambiarla de nuevo... Con la estructura nueva, a lo sumo tendremos algún asentamiento de tierra para rellenar, pero no deberían afectar al puente”.

Ahora bien, ¿se podría haber hecho una construcción como la que había antes? Eduardo Martel, ingeniero y vicedecano de la Facultad y Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) sugiere que sí era posible. “Lo que hay que decir es que se ha dado una solución estructuralmente adecuada para las condiciones de funcionamiento y para la ubicación del puente. Es una zona de montaña con condiciones particulares en el terreno; y si bien la obra original del Rulo era estéticamente bonita, el arco y los materiales eran los disponibles. Fue una solución noble, dando un buen servicio por mucho tiempo, pero esta obra nueva es conveniente al tiempo actual. Y si está bien ejecutada, se va a comportar adecuadamente para estas condiciones; la tipología estructural usada (de hormigón armado) es justamente para garantizar una vida útil prolongada, y debería ser más confiable que una estructura de piedra, como la que había”, comentó el experto. “Se podría haber hecho un esfuerzo para preservar la estética, o que no haya una diferencia tan notable con el puente anterior. Pero eso, desde nuestro punto de vista, es algo secundario; es resoluble, porque existen arcos articulados, por ejemplo... pero siempre hay un costo adicional. Cuando uno diseña una obra de este tipo, se ponen prioridades, y acá la prioridad fue la ingeniería: que sea una obra que perdure en el tiempo y que no genere dificultades ni interrupciones”, afirmó el especialista.

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