Denuncian al comprador de la casa de Chacabuco 59

Una mujer dijo en la Justicia que Walter Marchese le usurpó su casa en 2019. Similitudes y más casos. Todo un misterio.

EN EL CENTRO DE LA POLÉMICA. Los investigadores sostienen que el móvil del crimen fue la venta de la casa de Laura Gabriela Picciuto. EN EL CENTRO DE LA POLÉMICA. Los investigadores sostienen que el móvil del crimen fue la venta de la casa de Laura Gabriela Picciuto. LA GACETA / FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO

“Hace cuatro años que vengo luchando por recuperar mi casa. Ahora me doy cuenta de que esta persona está impune en Tucumán”. Susana Acosta Fernández habla de Walter Marchese, el comprador de la vivienda de Chacabuco 59, donde encontraron el cuerpo de Laura Gabriela Picciuto. El hombre, que se definió en una entrevista con LA GACETA como comisionista de ventas de autos y viviendas, fue denunciado por la mujer por haberse apoderado de su vivienda.

Esta es una de las tres causas que tiene abierta Marchese en la Justicia. Hay una cuarta que fue archivada. Todos estos expedientes tienen una particularidad: dos de ellos se registraron en mayo, como ocurrió en la vivienda de “Gaby”. Según Alfredo Socci y Natalia Liberman, procesados por el homicidio de la mujer, el 2 de mayo el denunciado, junto a otras personas, con un manojo de llaves, intentaron ingresar al domicilio, situación que fue denunciada en la Policía.

Declararon también que una semana después, el sospechoso, acompañado por la procuradora Luciana Marín (que ya había visitado la casa en abril) y su hermano el abogado Isaías Marín y el ex marido de la víctima José Luis Fumero les anunciaron que Marchase había comprado parte de la propiedad y les ofrecieron dinero para irse del lugar. Ese mismo día, con otros hombres, retiraron todo lo que había en el departamento que ocupaba Picciuto. A los dos días les exigieron que se marcharan.

Mientras tanto, un grupo de albañiles comenzaba con los trabajos de remodelación. Uno de los trabajadores encontró el cuerpo de “Gaby” que abrió la investigación del caso más misterioso de los últimos 20 años en la historia policial de la provincia. Marchese dijo y probó que por $3 millones y una moto de aproximadamente $500.000 le compró a Fumero parte de la casa. Después de haber recibido autorización de la Justicia, siguió adelante con las refacciones. A las dos semanas, la escena del crimen estaba totalmente renovada.

Parecidos

“Leo lo que ustedes publican y descubro que es lo mismo que me hizo a mí”, explicó Acosta Fernández. “Me cansé de caminar por los tribunales para encontrar una respuesta. Mostré la escritura, las hijuelas y nada. A mí me cag... en Tribunales. Marchese tiene denuncias desde 2015, pero nunca le hicieron nada”, añadió.

La mujer contó su historia. Se trataba de una casa que está ubicada en Miguel Lillo al 800, en La Ciudadela. Allí vivían dos hermanas, una con problemas de salud mental y otra enferma de un cáncer terminal que terminó falleciendo. “Un día volvía del cementerio y un vecino me llamó. Me avisaba que alguien estaba entrando a la vivienda. Fui y me encontré con un cerrajero, Marchese y el abogado Marín. Me dijeron que ellos tenían un boleto de compraventa y que yo me estaba haciendo la pícara”, relató.

Los vecinos de la zona respaldaron los dichos de la víctima en la Justicia y durante un recorrido que hizo LA GACETA. “Lo que pasó en la Chacabuco nos hizo acordar lo que pasó aquí. Antes de que usurparan la casa, adictos de la zona entraban y sacaban todo tipo de cosas aprovechándose de que la persona que vivía tenía problemas”, destacó Luciana Herrera. “Lamentablemente nadie escuchó a esta pobre gente que de la noche a la mañana se quedó sin nada. Desgraciadamente sé que terminaron cansándose de no ser escuchados”, finalizó la vecina.

“Este impune tiene todo organizado. A mí me hicieron lo mismo que a Picciuto. Después de haber entrado a la casa, vinieron personas y se llevaron todo lo que había adentro. Se quedaron hasta con el auto de mi hermana que no lo volvimos a ver más”, comentó en una entrevista con nuestro diario. “Después la remodelaron y al poco tiempo la terminaron vendiendo a otro pícaro que pagó mucho menos plata de lo que vale”, agregó.

La víctima cree que Marchese actuó, actúa y actuará porque tiene protección policial y judicial. “En la seccional 3ª, cuando pasó todo esto, ni siquiera me querían tomar la denuncia. Me costó un montón hacerla. Después fui a tribunales, presenté todas las pruebas y varios vecinos contaron lo que realmente sucedió. Lamentablemente nadie hizo nada y ahora quedó involucrado en el crimen. Voy a denunciar todo para recuperar lo que es mío. Espero que las otras personas hagan lo mismo”, concluyó.

Más sospechas

“Lo único que quiero es que se aclare todo esto. La exposición me está perjudicando”, le dijo Marchese a LA GACETA cuando fue entrevistado. El hombre, que está inscripto en la AFIP como vendedor de partes, piezas y accesorios de autos, reconoció que se dedicaba a esa actividad y a la comercialización de casas que le entregaban a comisión. Ese día no quiso aparecer en cámara en LG Play ni que le tomaran fotografías argumentando que no quería ser estigmatizado por una sociedad que no perdona a nadie.

Pero no hizo falta. Al publicarse su nombre, varias víctimas se comunicaron con nuestro diario para contar su experiencia. Uno de ellos fue el allegado de un condenado a robo. Este penado -dijo- le entregó dos casas, una en Yerba Buena y otra en la capital para que las vendiera. Ese dinero lo iba a utilizar para llegar a un acuerdo con la víctima y así tratar de evitar una sentencia en su contra. Marchese aceptó, hizo la operación, pero desapareció. No hay denuncia sobre el caso, ni la habrá. Hacerla significará otro problema legal para el reo.

“Me dejé conquistar con sus palabras. Es muy hábil y encima está acompañado con el mismo abogado que aparece en el caso de la Chacabuco 59”, indicó Hugo C. un comerciante que dijo haber abonado $18 millones por la casa de Yerba Buena. “Sabía que estaba floja de papeles, pero Marchese me prometió que debía aguantar un par de meses para tener todos los papeles. Me pareció un buen negocio. Cuando fui a mostrarle a un amigo, descubrí que había una familia. Ahí me enteré que también se la había vendido a otras personas”, relató. “¿Denuncia? Ni la pienso hacer porque me meteré en problemas. Perdí por ambicioso”, finalizó.

En el mundo ilegal tucumano todos se conocen. El comprador de la casa donde se registró el crimen está marcado. Habría estafado a personas que estarían vinculadas a grupos de Rosario que buscan “blanquear” dinero en otros lugares para alejarse de las miradas de los investigadores. “Está jugando con fuego y él lo sabe. Pero con todo esto ya perdió para siempre”, dijo un narco condenado que sigue las alternativas de este caso desde Villa Urquiza.

En tribunales: se acercan tiempos de definiciones

El fiscal Carlos Sale y su equipo de investigadores avanzan en la investigación del crimen de Laura Gabriel Picciuto. Según confirmaron fuentes judiciales, hasta el momento no encontraron indicios para vincular a Walter Marchese en el crimen de la propietaria, al igual que los hermanos Luciana e Isaías Marín. Por el momento, están reuniendo pruebas sobre supuestas irregularidades en la compra de la vivienda. Si eso llegara a ocurrir, por una cuestión de competencia, deberá girar el expediente a otra fiscalía para que investigue el caso. De las causas iniciadas contra el comprador, al menos dos de ellas se encuentran en el régimen conclusional y una tercera, en el adversarial. Marchese nunca fue condenado por ningún delito.

Las respuestas de la polémica operación

El fiscal Carlos Sale tiene una teoría del caso. Laura Gabriela Picciuto fue asesinada para poder vender la casa en la que vivía. Las sospechas apuntan a su ex marido, José Luis Fumero, pero también están acusados de homicidio Sofía Alejandra di Gianni, Alfredo Socci y Natalia Liberman.

Con el correr de los días, los investigadores van descubriendo algunos indicios sobre esta polémica operación inmobiliaria. Estas son algunas de las respuestas de las dudas que surgen:

- ¿Cómo fue el proceso de comercialización de la casa?

- Según consta en el expediente, Fumero se reunió con la procuradora Luciana Marín de la Fuente para que resolviera los problemas que tenía con su ex mujer, Laura Gabriela Picciuto. La profesional se ofreció a llevar adelante una mediación privada para llegar a un acuerdo que luego sería homologado en tribunales.

- ¿De quién es la casa?

- Es un bien ganancial de la pareja. Está a nombre de Picciuto, pero figura Fumero como su esposo.

- ¿Cómo debería haber sido el proceso de venta de la vivienda?

- Legalmente, Fumero debería haber contado con una autorización de su ex, pero no lo hizo. Por esa razón, intentó recurrir a una mediación para lograr tener la autorización de venta.

- ¿Picciuto quería venderla?

- No. Según declararon la hija y la madre de la víctima del homicidio, “Gaby” les había contado que estaba siendo presionada desde octubre para que vendiera la propiedad. No dijeron quién era el interesado.

- ¿Se hizo la operación?

- Sí. El comprador fue Walter Marchese, un hombre que se dedica a este tipo de negocios y que afronta denuncias en la Justicia.

- ¿Hay detalles de la operación?

- El comprador informó que había acordado pagarle $35 millones por parte de la casa (aunque no especificó cuál). Indicó además que entregó una seña de $3 millones y una moto que tiene un valor de $500.000 y que una vez que Fumero le presente los papeles, le entregaría el resto del dinero. También explicó que su intención era adquirir el resto de la propiedad ni bien se presentara Picciuto. Ricardo Vernal, defensor del ex marido de la víctima del crimen, le dijo a LA GACETA que sólo podía confirmar que Marchese sólo había entregado la moto.

- ¿Cómo se enteró Marchese de la venta de esa propiedad?

- Los investigadores sospechan que la procuradora se la podría haber ofrecido. El hermano de la profesional, Isaías Marín, está vinculado comercialmente a Marchese.

- ¿Hay alguna documentación que respalde la operación?

- Hasta el momento no surgió ningún papel y los allegados de ambas partes señalaron que se trató de una promesa de venta con el pago de una seña que se cerró con un fuerte apretón de manos. Tampoco se había emitido ningún certificado notarial informando sobre la polémica operación.

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