La fugaz aventura de Manzur: una caricia y otro sopapo

Juan Manzur debe pedir que termine cuanto antes esta primera mitad de año. Es que hasta las 20 de anoche, el tucumano tenía una chance más de luchar por su supervivencia política. Sin embargo, lo que simulaba ser una caricia terminó siendo una trampa: le mostraron una mano de lana pero le dieron con una de hierro.

En menos de 48 horas, el gobernador pasó de la convicción a la desorientación. El miércoles por la noche recibió las adulaciones de Cristina Fernández de Kirchner. Fue la propia vicepresidenta la que le ofreció secundar a Eduardo “Wado” de Pedro. Manzur no dudó y se equivocó. Exultante, llamó a una decena de referentes tucumanos del oficialismo para contarles la buena nueva; entre ellos el vicegobernador Osvaldo Jaldo. Fueron todos a Buenos Aires, se tomaron fotos con él y con el ministro del Interior, subieron felicitaciones a las redes sociales y se fueron de boca. La ansiedad los condenó y pasaron por alto un detalle crucial: la perversión, usual, como mecanismo político del kirchnerismo.

El destrato y el avergonzamiento son prácticas comunes en el Instituto Patria. Por eso sorprendía que se anunciara una fórmula con Manzur adentro, después de las últimas palabras que la vicepresidenta había tenido hacia él. “No dejaré al peronismo en situación de debilidad en pleno proceso electoral, como pasó en Tucumán”, había dicho cuando se le preguntó por una eventual postulación suya, justo después de que la Corte Suprema de Justicia nacional volteara la intentona local de Manzur.

La relación entre el tucumano y Cristina es propia de un diván. El ex ministro de Salud fue en 2017 el primero de sus ex colaboradores en “jubilar” a la ex jefa de Estado. Tiempo después de frío y silencio, ya como vicepresidenta lo postuló en una carta pública para la Jefatura de Gabinete. Alberto Fernández accedió en 2021 y lo designó. Luego, ya con los años, Manzur tejió una sociedad con el líder de La Cámpora que le sirvió como escudo protector para sortear los intentos –varios- de derrocamiento que sufrió durante su estadía en el gabinete. Así, con el salvataje de la vicepresidenta y su lobby sindical, empresarial y diplomático, Manzur pudo superar los celos albertistas, los errores propios y el ostracismo tras la llegada de Sergio Massa al Gobierno. Al menos hasta febrero, cuando el Presidente “lo devolvió” a los tucumanos.

Desde entonces, el gobernador deambula entre sopapos y sobreactuaciones para disimular la pérdida de poder. Tras el despido sin causa de Alberto Fernández vino la anulación mediante VAR de su postulación como vicegobernador. La Corte Suprema suspendió los comicios previstos para el 14 de mayo hasta tanto resolviera si era constitucional o no su intento de mantenerse en la fórmula gubernamental por quinto mandato consecutivo. Asediado y cuestionado por la dirigencia peronista, debió dar un paso al costado.

Hay que reconocer que Manzur es un optimista por naturaleza. Y perseverante. Ni el manzurista más entusiasta podía imaginar que su jefe pudiera acabar la semana dentro de la fórmula presidencial diseñada por la vicepresidenta de la Nación. El gobernador, apenas finalizó la elección local, armó las valijas y les dijo a los suyos que se instalaría en Buenos Aires –sin fecha de regreso- para cumplir con su aventura personal. “Ando con ganas de postularme”, dijo hace una semana, montado encima de la pila de votos que había sacado el Frente de Todos en Tucumán y del sorpresivo arrebato de la Capital al alfarismo. El kirchnerismo y el peronismo nacional le hicieron saber que, con las ganas solas, no alcanza para ser candidato.

¿Cómo se gestó la fórmula de unidad entre Massa y Agustín Rossi? Es inevitable concluir, más allá de las declaraciones de rigor que se repitan, que la difusión del binomio Wado-Manzur fue un globo de ensayo. De hecho, bastó que el manzurismo pisara el palito y filtrara esa movida para que los gobernadores pusieran el grito en el cielo. Muchos de ellos, a los que el tucumano consideraba leales. Encabezados por el santiagueño Gerardo Zamora, el catamarqueño Raúl Jalil y por el riojano Ricardo Quintela, forzaron definiciones al ministro de Economía. Al pedido de postulación, el líder del Frente Renovador les respondió con otro pedido: “hablen con Alberto para que se baje Daniel Scioli”. Eso hicieron, y el Presidente les contestó con otro recado: “hablen con Cristina, y yo pongo como vice a Victoria Tolosa Paz”. Le transmitieron a Massa y él hizo lo propio con la presidenta del Senado. Cristina, cuentan, sólo objetó el nombre de la ministra de Desarrollo Social. Finalmente, Alberto se inclinó por Rossi y sellaron todo en un diálogo con Cristina. Otro golpazo del destino para Manzur: quien lo reemplazará en la fórmula de Unión por la Patria es, casualmente, quien lo sucedió como jefe de Gabinete. Caprichos del destino.

Lo llamativo es que el gobernador no haya visto venir este desenlace. En rigor, cuentan que a la misma hora en que todos esos movimientos se producían, él aseguraba a sus colaboradores que su lugar en el binomio era inamovible.

Es probable que Manzur haya pagado esta vez los costos de sus característicos firuletes. Porque aunque ahora celebre la unidad en el oficialismo, tanto Cristina y Alberto, como Massa, los sindicalistas y los gobernadores lo dejaron en soledad. Aquí vale recordar, por ejemplo, que el primer gesto del gobernador tras dejar su despacho en la Casa Rosada fue el despegarse del Presidente que él mismo impulsó. En la mañana del 16 de febrero, al reasumir como titular del Poder Ejecutivo, el ex ministro de Salud nacional se mostró con su fugaz compañero de fórmula y elogió su figura, dando ya una muestra clara de una “desalbertización” acelerada.

Tras este papelón novelesco del oficialismo en pleno, Massa-Rossi comienzan a desandar un camino enrevesado. El binomio, según las primeras impresiones, se muestra más competitivo hacia dentro y hacia fuera que el fulminado Wado-Manzur. Sin embargo, el desafío real estará el mismo domingo 13 de agosto. Con una gestión de gobierno nacional que concentra niveles de rechazo históricos, la fórmula de UP tiene la misión de convencer al electorado que ellos no harán lo mismo que hizo el gobierno que ellos integran. Las encuestas que se conocieron en estos meses, además, no sirven como parámetro. El precandidato presidencial elegido no está al frente y el postulante a la vice prácticamente no aparece en las mediciones.

En las PASO, Massa-Rossi tendrán enfrente a Juntos por el Cambio, que corre con el viento de los desencantados de la sociedad a favor y que diseña una interna sumamente competitiva: Horacio Rodríguez Larretta-Gerardo Morales, Patricia Bullrich-Luis Petri, Facundo Manes y hasta probablemente Elisa Carrió. Más allá de que se trata de primarias en cada frente y no de una competencia cruzada, ¿en qué lugar según la cantidad de votos obtenida pueden quedar los representantes de UP? Por fuera también aparece la sombra de Javier Milei, a quien los sondeos favorecen pero que hasta aquí no ha logrado hacer pie en las provincias.

Así como el triunfo en Tucumán reposicionó al peronismo nacional o al menos le dio mayor ímpetu, el resultado de mañana en Córdoba puede hacer lo propio con JxC. Si Luis Juez derrota al justicialismo de Juan Schiaretti en ese estratégico distrito electoral la oposición tomará un envión anímico vital para afrontar las PASO.

En medio de tanta desazón, algunas certezas dejó la presencia de una comitiva de tucumanos en la Capital Federal. Los dirigentes que acompañaron a Manzur en estas horas de nerviosismo regresan a Tucumán con la lista de precandidatos a diputado nacional en el bolsillo. La nómina que encabezará Pablo Yedlin tiene una tarea tan sumamente complicada por delante: traccionar los votos suficientes para no quedar tan lejos de los 560.000 sufragios que obtuvo el peronismo en los comicios provinciales. El problema es que siempre, después de una elección de renovación de cargos locales y con el futuro garantizado, la dirigencia justicialista se siente “liberada”. ¿Por qué esta vez no se padecería esa “desmovilización” generalizada tan característica del peronismo en los comicios nacionales? Mucho más después del desplante sufrido por el gobernador en las últimas horas, en cuyo futuro luego del 29 de octubre sólo asoma una banca en el Senado. El golpazo de anoche cambió las expectativas y los planes. De luchar por una ilusión, ahora el manzurismo sólo puede pelear por su supervivencia.

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