Las muertes que interpelan a los tucumanos

Fueron siete días intensos que seguramente marcarán un antes y un después en materia de seguridad. La semana pasada las muertes terminaron siendo noticia. También sirvió para que los tucumanos se interpelen sobre el presente que están viviendo. Sin contar que generó numerosas polémicas, discusiones y hasta silbidos en el mítico estadio de La Ciudadela.

En apenas siete días se registraron en nuestra provincia cinco crímenes. El primer semestre del año está por terminar y hasta aquí ya se contabilizaron 48 homicidios. En 2022, en idéntico período del año, hubo 37. El incremento interanual es de casi un 40%. Y es más preocupante si se tiene en cuenta que también aumentaron las muertes por inseguridad, es decir, los homicidios en situación de robo con 12 casos, cuando el año pasado hubo ocho.

Por primera vez en el año, los móviles de los homicidios originados por delitos contra la propiedad pasaron a ser el principal motivo de las muertes violentas en lo que va del año. En segundo lugar, con 10 casos se ubican los crímenes vinculados a cuestiones de drogas, el mismo número de las muertes por violencia intravecinal.

El gobernador electo, Osvaldo Jaldo, sabe de esta situación y está preocupado. Por esa razón, en la primera oportunidad que tuvo después de haber triunfado en las urnas, sentó a toda la cúpula policial y les pidió un mayor esfuerzo. “Nos puso los ‘patitos’ en línea”, explicó un jefe de la fuerza. También se confirmó el nombramiento de 500 efectivos que ya están prestando servicios en las calles de la capital. La idea es hacer foco en la tarea de prevención para tratar de evitar que siga disparándose la tasa de homicidios. Por primera vez, después de dos años consecutivos de baja, los números fueron hacia arriba.

Otros datos

Uno de los datos más preocupantes es que se duplicaron los homicidios de acusados de robos durante estos seis primeros meses del año. No sólo asusta la cifra de siete hechos, casi el doble de casos de personas que murieron en asaltos, sino que también preocupa que este tipo de muertes se están naturalizando en las calles. No hay dudas de que la inseguridad alentó el lamentable “uno menos”.

Detrás de esta situación hay dos cuestiones para analizar:

- Cuatro fueron ultimados a balazos, pero sólo uno de los autores de esos disparos (es un policía) estaba autorizado a portar armas. Muy pocas veces antes había quedado tan evidente una dura realidad: cada vez son más los tucumanos dispuestos a defender lo suyo con una pistola o un revólver sin importar las consecuencias. ¿Qué dirá ahora el electo legislador Ricardo Bussi que durante la campaña prometió que modificaría las normas para que los tucumanos pudieran armarse?

- Todos los acusados de robos que fueron ultimados tenían entre 18 y 29 años, eran esclavos de las drogas y más de la mitad estaba en situación de calle. Esas características hablan de un problema social que recién está quedando al descubierto. Tan grande es el drama que las autoridades tienen inconvenientes para que sus familiares retiren sus cuerpos de la morgue.

Más de lo mismo

SSilvina Alejandra Monzón (50) es la última víctima de un femicidio en la provinciailvina Alejandra Monzón (50) es la última víctima de un femicidio en la provincia. En lo que va del año, son cuatro las mujeres que fallecieron por violencia de género. Fue ultimada por su ex pareja el mismo día que la Oficina de la Mujer de la Corte Suprema de Justicia de la provincia informaba que en todo 2022 se habían registrado tres casos de estas características. Este crimen no es uno más, sino que interpela al Estado.

Durante la audiencia en la que le dictaron la prisión preventiva al acusado, surgió un dato preocupante que generó ruido en todas las esferas estatales. La auxiliar fiscal Luz Becerra confirmó que Monzón vivió durante años una pesadilla. Informó que le tenía tanto miedo que en algunas situaciones se orinaba encima por el terror que le generaba ese hombre que hasta le olía su ropa interior para saber si había estado con otra persona. También dijo que en octubre del año pasado lo denunció en la Justicia. Rápidamente le otorgaron una medida de protección que nunca fue cumplida porque él la había amenazado con matar a sus hijas si denunciaba los incumplimientos. Pero nunca le formularon cargos, es decir, jamás fue acusado formalmente de los delitos por los que sí le prohibieron acercarse a ella.

Es tarde para preguntarse qué hubiera pasado si… Se debe analizar que el sistema sigue fallando. Un papel que garantice una protección no es suficiente, si es que no hay un seguimiento permanente a la víctima y, al menos, una persecución penal contra el acusado. Y claro está, no sólo es responsabilidad de la Justicia, sino de todo el Estado que aún mantiene una enorme deuda con las mujeres víctima de la violencia machista al no brindarle asistencia que las deja abandonadas en un espiral de violencia del que no todas pueden escaparse.

Este caso empañó un fallo novedoso que consiguió el fiscal Ignacio López Bustos. Logró que un hombre fuera condenado por instigación al suicidio, ya que su ex pareja decidió quitarse la vida antes que seguir siendo víctima de violencia de género. La sentencia que recibió es de cumplimiento condicional porque aún se está discutiendo el agravamiento de la pena que se contempla para este delito.

Sin memoria

La semana pasada murió Rubén “La Chancha” Ale, un personaje que fue protagonista de la historia tucumana durante 40 años. Su nombre estuvo ligado a los casos policiales desde los 80. De ser líder de la barra brava de San Martín pasó a ser gerenciador y luego presidente de uno de los clubes más importantes de la provincia. También estuvo vinculado a la política y como gremialista, que puso de rodillas a la provincia y a sus funcionarios por sus violentas acciones. Un personaje que recién al final de su vida fue condenado por el lavado de dinero proveniente de la usura, extorsión, explotación económica del ejercicio de la prostitución y comercio de estupefacientes. Como el mafioso norteamericano Al Capone, fue penado por un delito económico, no por los ilícitos de los que siempre fue sospechoso de cometer.

Su fallecimiento generó todo tipo de reacciones y un sorprendente homenaje. Los directivos de San Martín decidieron hacer un minuto de silencio para recordar al ex presidente. La barra brava le colgó una bandera en su honor. No recordaron que la Justicia Federal probó que el homenajeado utilizó el club de La Ciudadela para blanquear el dinero proveniente de delitos que denigran al ser humano y también se apropió de dinero que era de la entidad, como el cobro de los derechos televisivos. Tampoco se acordaron que los socios y simpatizantes aceleraron su salida con una huelga histórica que consistió en no concurrir a las tribunas porque estaban hartos de sus turbios manejos y de los golpes que mandaba propinar a todos los que lo criticaban. El recordatorio terminó transformándose en un boomerang. Los que sí tienen memoria no sólo no acompañaron la iniciativa, sino que silbaron rabiosamente para repudiarla. Ese fue el único momento sensato de una semana en la que la muerte interpela a los tucumanos.

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