Urgen tareas preventivas sobre los accidentes

04 Julio 2023

Si la ciudadanía fuera religiosamente estricta con respecto a las normas del tránsito, prácticamente no habría accidentes. Los motociclistas circularían con casco por las franjas que les corresponden; los conductores de vehículos circularían a menos de 40 km/h por las calles y a menos de 60 km/ en las avenidas, y el artículo 41 de la ley 24.449 estaría en la punta de la pirámide del respeto: ese artículo dice que el que va a la derecha tiene prioridad, que el que circula por la rotonda tiene prioridad y que hay que detener el vehículo en cuanto se advierte que un peatón ha puesto un pie en la senda peatonal. Apenas esas prevenciones bastarían para vivir en una sociedad con circulación tranquila.

Pero la realidad dice otra cosa. En Tucumán se registraron 222 accidentes fatales de tránsito, según el Gobierno. En la medición de la ONG Luchemos por la Vida, fueron 322, ya que consideran las muertes producidas hasta 30 días después del percance. En la producción de días atrás sobre el caos de circulación de la avenida Francisco de Aguirre, hoy saturada de vehículos que circulan desde y hacia el oeste, el subsecretario operativo de Tránsito municipal dijo que se trata fundamentalmente de una cuestión cultural, como si conductores –y peatones- tuvieran en incorporado en el ADN la falta de respeto a las normas. Algo de eso se puede percibir en los informes sobre accidentes como el del lunes de la semana pasada por LGPlay, donde se veía accidentes protagonizados por motociclistas sin casco, y conductores que no respetaban ni el límite de velocidad ni la prioridad de paso. Es decir, un problema que parece no tener que ver con el conocimiento de la norma, sino con la desobediencia a seguirla, por motivos no explicados.

De estos problemas se habla cada vez que se perciben las emergencias de tránsito. A comienzo de año las autoridades del Hospital Padilla advirtieron de la poca eficacia de la prevención. “No se nota el impacto. A pesar de las campañas de concientización para la prevención de accidentes viales, la gente se sigue subiendo a las motos sin casco, sigue bebiendo alcohol antes de manejar. Todavía nos falta mucho como sociedad para aprender”, dijo la subdirectora Médica del nosocomio. Ya el año pasado, durante el foro de seguridad vial realizado en el mismo hospital, del que participaron autoridades, la Fundación Alerta en el Camino, la Asociación Sindical de Motociclistas Mensajeros y servicios, la Fundación Siempre Verde, la Radio Espacio Vial, Estrellas Amarillas y la Escuela de Conducción de Motos, se advirtió de la contundencia de las cifras: son los jóvenes de entre 15 y 30 años quienes más resultan heridos en choques (62%). El 26% tiene entre 31 y 49 años. El 81% de los que se lesionan viaja en moto, el 10% es automovilista, el 4% lo constituyen peatones y un 3%, ciclistas. El 30% permanece internado varios días en cuidados intensivos. De ellos, un 33% necesita ser sometido a una operación. Si eran motociclistas y no llevaban casco, necesitaron una cirugía neurológica. Unos 300 tucumanos por año quedan con una discapacidad debido a la inseguridad vial.

En ese foro, uno de los participantes advirtió que saber de normas es distinto a aprenderlas: ejemplificó que es frecuente ver a inspectores de tránsito y a policías en las calles frente a los cuales ocurren infracciones constantes -sobre todo de motociclistas- sin que hagan nada, y eso demuestra cómo los mismos agentes han naturalizado las infracciones. De algún modo las están convalidando, dijo, y planteó que deberán advertirlas con silbato y también sancionarlas. Acaso el primer paso para cambiar la situación de la emergencia en tránsito sea que la autoridad modifique sus estrategias frente a un problema que se reitera y se agrava con el paso del tiempo.

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