Hace un cuarto de siglo La Faranda comenzó a construir desde Salta su sólido prestigio como uno de los grupos más importantes del país en el manejo de títeres y objetos en escena.
El talentoso camino realizado desde 1997 se expone en plenitud con “Una aventura flautística”, la creación de Fernando Arancibia y Claudia Peña basada en “La flauta mágica” de Wolfgang Amadeus Mozart, en una versión que remite a la técnica del Teatro Negro de Praga y que se presentará hoy a las 19 en el teatro municipal Rosita Ávila (Las Piedras 1.550).
La historia refiere al eterno enfrentamiento entre Sarastro y La Reina de la Noche, cuyas consecuencias sufrirán los entrañables Papageno, Tamino y Pamina, que deberán superar ataques de monstruos y viajes peligrosos, en un brillante espectáculo para toda la familia, con humor y suspenso.
“Mozart es un músico enorme, magnífico, que emociona y deleita. Esta ópera tiene un argumento complejo pero que puede corresponderse con el de un cuento de hadas, lo que permite diferentes interpretaciones. Es importante que el espectáculo abra lecturas distintas, que ni imaginamos”, afirma Peña en diálogo con LA GACETA.
- ¿Cómo fue el proceso?
- Siempre tuvimos el deseo de contar con música original, escrita e interpretada para nuestras obras. La Faranda es una compañía que dependió, en lo económico, de las funciones que conseguía, por lo que muchos deseos debieron postergarse. Nuestros sobrinos Simón (23 años), Celina (21) y Santiago Seghezzo (18) viven en Basilea (Suiza), estudian música desde muy pequeños y visitan Salta en julio todos los años, desde que nacieron. Siempre asistían a nuestras presentaciones. En 2017 comenzamos a conversar sobre la posibilidad de hacer algo juntos. Con la ópera, los Seguezzo tienen contacto habitual desde pequeños. Mozart es un músico magnífico y “La flauta ” es una obra que ofrecía la posibilidad de una versión disfrutable para cualquier edad.
- Estrenaron hace cuatro años, ¿cuál es el balance?
- Muy buena y gratificante. Personas de cualquier edad pueden disfrutar de esta puesta, según hemos podido apreciar. Tuvimos que pasar la pandemia, con la detención de funciones presenciales, el impacto en el ánimo y la creciente incertidumbre. Pero hemos salido airosos y desde 2021 forma parte del repertorio con mucho éxito. Los músicos tocan en vivo cuando están en el país, y en el resto de las funciones reproducimos una grabación de ellos.
- ¿Por qué es tan seductor Mozart para hacerlo?
- Vienen de una propuesta como “Parana Porá”, casi de cámara, y en la nueva “Idomeneo” retoman los grandes títeres. ¿Qué implican los cambios estéticos?
- Una de nuestras grandes preocupaciones ha sido no repetirnos, no quedarnos en una zona de confort amable y contenedora. Profundizar, investigar, experimentar, arriesgar, prestar mucha atención a las propuestas que surgen con otras personas. Eso enriquece las propuestas, expande las posibilidades escénicas. Y nos despeja, nos da “aire”. “Idomeneo” es otra ópera de Mozart, muy distinta a “La flauta...” y de diferentes épocas en la producción. Los Seghezzo crecen y van avanzando en sus estudios. Nosotros hemos estudiado e incursionado en nuevos medios de expresión. Los dos procesos fueron disímiles y eso se evidencia en las dos puestas.
- ¿Qué ha cambiado estas más de dos décadas en el género?
- Por lo pronto ha cambiado nuestra edad. Y mucho. Parece una broma, pero es un dato importante. La Faranda se fundó hace 26 años, en octubre de 97. Y justo en 2001 dejamos los otros trabajos que teníamos y nos quedamos sólo con este grupo. Tuvimos cada vez más participaciones en festivales de teatro (tanto nacionales como internacionales), ampliamos nuestros circuitos de gira y crecieron las solicitudes de capacitación. Con el aislamiento en pandemia conseguimos acondicionar un espacio de trabajo e investigación que va camino a ser una sala donde también podamos producir y presentar nuestras obras.
- ¿En qué estadío se encuentra el teatro de objetos?
- Está creciendo irregularmente. En algunos lugares, como Buenos Aires, hay un movimiento importante. Los festivales tienden a ser “de títeres y objetos”. Una de las últimas grandes producciones del teatro Cervantes, “Salvajada” de Mauricio Kartún, tiene un gran protagonismo de títeres, máscaras y objetos. “Proyecto Frankenstein” adaptada e interpretada por Luciano Mansur lleva una temporada muy exitosa en el Centro Cultural de la Cooperación, sólo por citar algunas de las muchas propuestas que hay. También se ve una gran participación de los objetos en el teatro en casi todo el país. Pienso que hay que investigar e invertir tiempo y, a veces, eso no está dentro de las posibilidades de los grupos de teatro de las provincias. La mayoría no puede dedicarse de tiempo completo al oficio y eso acota las formas de producción.
- ¿Tiene un suficiente reconocimiento el género?
- Es una pregunta difícil porque la respuesta estaría teñida de una gran subjetividad. El teatro de títeres soporta sobre sus espaldas grandes prejuicios: que está destinado al público infantil exclusivamente, que es un arte “menor”, que es un mero pasatiempo de “feria”… En fin, muy pocos egresados de las facultades de Arte con especialización en teatro siguen el camino de los títeres o de los objetos. No podría dar una explicación, porque es un tema que me excede, pero creo que es una pena. El teatro de objetos y/o de títeres tiene posibilidades infinitas de expresión.