El Gobierno nacional, a través de sus redes oficiales, informó que en enero las cuentas públicas lanzaron un superávit de $518.408 millones. Según los analistas, al ser consultados por LA GACETA, el ajuste dio resultado -al menos por este mes-, pero el futuro de la economía argentina sigue siendo incierto a pesar de los números positivos.
Bajo la consigna “déficit cero” con la motosierra y la licuadora encendidas, Javier Milei concretó su primer mes con sobrante fiscal. Los recortes en distintos sectores, más la licuación de los haberes de jubilados y dependientes del Estado dieron como resultado el cumplimiento de una de las principales metas del gobierno: que los ingresos en las arcas del Estado superen a los egresos. Sin embargo, la presión de distintas áreas y la dureza de Milei muestran incertidumbre en el horizonte cercano.
Pablo Pero, economista, celebró el ordenamiento de la contabilidad pública, dado que considera vital la disciplina fiscal para esbozar un plan de crecimiento económico. Por su parte, la especialista Ana María Cerro describió el excedente fiscal como “positivo y sorprendente”.
Por su parte, Osvaldo Meloni dijo que es muy meritorio poder tener superávit en tan poco tiempo; pero puso énfasis en que (el de enero) es un resultado transitorio y mantenerlo en el tiempo no es tarea fácil.
“Tener superávit genera que la inflación baje considerablemente. Ésta (la inflación) es un impuesto no legislado que golpea en el bolsillo de los que menos tienen, por lo que su control traería beneficios”, señaló Meloni.
Pero explicó que el superávit es causa del ajuste. Y contrastó el corto plazo con el largo: el primero trae costos que la sociedad está pagando; mientras que el segundo, en caso de seguir por esta senda, acercará beneficios como la nula emisión monetaria e inflación, confianza en la moneda, disminución del riesgo país y atracción de inversores. “El único provecho en un periodo más reducido es que el gobierno dio una muy buena señal al costear sus consumos solamente con los ingresos”, expresó.
En tanto Cerro resaltó el hecho de que el déficit ya no se deba pagar con emisión monetaria, lo cual considera un signo positivo para la recuperación de Argentina. Pese a ello, advirtió que las dolencias económicas que sufre el país no desaparecerán de un día para el otro. Tampoco se aventuró a realizar un análisis a largo plazo por la falta de certidumbre que aún se encuentra presente.
El tiempo es clave
Si bien el Presidente y el ministro de Economía, Luis Caputo, lograron su cometido de “déficit cero” y hasta superaron sus propias expectativas con un superávit primario de $2.010.746 millones que se redujo a $518.408 millones al pagar los intereses de la deuda, la gran duda pasa por si todos los meses habrá sobrante fiscal.
Cerro describió al superávit como el producto de la caída de los salarios, las jubilaciones y programas sociales, también lo identifica como consecuencia de los fondos que no fueron girados a las provincias y la gran disminución de los costos políticos. Sin embargo, y a pesar de que para la economista no existe otra salida, todos los sectores afectados evidencian un gran desgaste por la pulverización de sus ingresos. A raíz de esto se estima que una profundización del ajuste, con el fin de garantizar el equilibrio en las cuentas, no es factible. “La prolongación en el tiempo depende de la calle”, aseguró Pero haciendo alusión a una posible resistencia de distintos sectores ante hipotéticos recortes acrecentados.
Acerca de esto, Meloni se pronunció a favor de un ajuste estructural que contenga -entre otras cosas- la privatización de empresas públicas deficitarias con el fin de no seguir licuando ingresos, poder afrontar paritarias y mejorar la relación con las provincias a través del giro de fondos.
Según el director del máster en Economía de la UNT, estos componentes podrían dar buenos resultados ante el desafío de mantener las cifras positivas.
Debate crucial
El impuesto a las ganancias parece ser la negociación bisagra que tiene el Gobierno para garantizar que el ajuste no sea más violento y el buen manejo de las cuentas públicas no tenga obstáculos. Meloni sostuvo que fue un gran error del gobierno anterior, y de Milei acompañar la quita de dicho tributo, dado que esto generó desequilibrios en las arcas estatales. Cerro fue más allá y sugirió una reestructuración del sistema tributario argentino que vaya de la mano con la reformulación de los gastos del Estado.