Las fuertes heladas de julio sumadas a la sequía estacional que todos los años acompaña al campo tucumano, hacen que la vegetación -tanto natural como cultivada- esté muy deshidratadas y muy propensas al fuego. De allí que grandes incendios se vienen dando desde hace muchos días, por todos lados, en el monte, en pastizales montañosos y en campos cultivados -principalmente, cañaverales-.

En Tucumán la zafra está a full y, por ende, se corre el riesgo; y las quemas aparecieron en diferentes zonas. En el monte natural y en pastizales de altura también se dan los fuegos, por lo que se debe seguir trabajando para lograr que disminuyan estos hechos, que tanto afectan a la comunidad.

La quema de cañaverales en Tucumán, como en todas las regiones del mundo, fue una práctica utilizada durante mucho tiempo como método de limpieza de los cañaverales, para evitar la tarea de pelar la caña de forma manual. Con la llegada de las nuevas máquinas cosechadoras integrales, esta tarea, que resultaba parte del esquema productivo de la caña de azúcar, empezó a perder importancia, ya que estas nuevas máquinas podían hacer todo el trabajo sin necesidad del fuego.

Con esto, las quemas se redujeron, pero no en la manera en que uno esperaba; y tienen sus variaciones, de acuerdo a cómo se presentan los inviernos y las primaveras para que haya más o menos incendios.

Conciencia

Actualmente aumentó mucho la conciencia de la sociedad, respecto de la importancia del ambiente y de la lucha contra el cambio climático. En este sentido, lo que antes era visto como una práctica tradicional, fue convirtiéndose en algo que había que erradicar, y que no se podía tolerar más, según indican diversas publicaciones realizadas por técnicos de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc).

Se suma una importante concientización del sector productivo, a partir de estudios científicos generados en Tucumán por esta entidad de investigación, que dan cuenta de los enormes beneficios de no quemar la caña en pie ni los rastrojos de esta una vez cosechada en verde. Entre los beneficios más importantes se encuentran la economía del agua, la protección del suelo y el reciclado de nutrientes que ocurren cuando se deja la cobertura de rastrojos.

Una ley sancionada por la Legislatura provincial en 2004 prohibió la quema de caña de azúcar y de cualquier tipo de vegetación en Tucumán. A esta ley, pionera entre los países productores de azúcar, se le sumaron posteriormente otras leyes provinciales y nacionales, que iban en el mismo sentido, desalentando y multando fuertemente a productores y a ingenios por la quema de caña.

En este nuevo esquema de producción de caña de azúcar, donde se presta más atención a los recursos naturales, a la conservación del suelo y el cuidado del ambiente, la quema resulta muy perjudicial, tanto desde el punto de vista productivo como ambiental. Y, por supuesto, ante la mirada de una sociedad mucho más preocupada por la calidad del ambiente.

Tendencia

Informes de la sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica (SIG) de la Eeaoc, muestran una tendencia clara de que la quema viene disminuyendo año tras año. En 2013 se quemó un 48% de los campos cultivados con caña en la provincia; en el 2023, es decir, una década después, solo se quemó un 13,9%. Si bien es clara, esta tendencia se encuentra muy influenciada por las condiciones climáticas del año. En años con otoños secos y ocurrencia de heladas severas, la quema puede aumentar considerablemente. Y esta campaña, las heladas, que fueron muy fuertes e intensas, metieron la cola, y las quemas aumentaron mucho en estos días.

Está absolutamente demostrado que la quema es muy perjudicial para la actividad y para la producción de caña de azúcar. Tan es así que los productores certifican sus campos con protocolos de prevención de quema denominado “localg.a.p. Caña de azúcar sin uso del fuego”. Para lograr esta certificación, deben cumplir una serie de requisitos que apuntan a prevenir el inicio y la propagación de fuegos en los campos de caña. Esta certificación es voluntaria;, no se paga un diferencial a los campos certificados ni es una exigencia. Pero el año pasado se certificaron más de 54.000 hectáreas de caña de azúcar. Y la superficie certificada crece cada año. En Tucumán, la caña de azúcar es el cultivo con mayor superficie certificada en Buenas Prácticas Agrícolas, pero todavía la quema sigue apareciendo, razón por la cual el trabajo para lograr disminuirla no debe ceder.

La quema de cañaverales puso en alerta a los bomberos en Colombres

Se debe seguir apuntando los cañones a generar conciencia del daño que se provoca, por lo que no se debe bajar los brazos en pos de fomentar esto, mediante la educación y la transferencia de tecnología y de conocimientos hacia los productores y hacia la sociedad en general, para lograr la paulatina eliminación de la quema.

La sociedad es cada vez más consiente del daño ambiental y productivo que se genera con la quema. Y el camino a seguir es trabajar mancomunadamente para lograr que continúe bajando la quema; hasta que sea posible alcanzar su erradicación definitiva.