Este San Martín de Diego Flores demuestra a cada paso que está enfocadísimo en el objetivo de lograr el ascenso a al Liga Profesional.

Puede jugar bien o mal, pero siempre intenta llevar el juego al costado que más le conviene. Sabe plantarse en cada cancha y maneja a la perfección los tiempos y las diferentes situaciones que pueden aparecer durante un partido. Así lo hizo, una vez más, ahora en Paraná, y así logró asegurar su lugar en el duelo decisivo a falta de tres jornadas para el final de la fase regular del campeonato.

Ni las bajas importantes de Gustavo Abregú, Juan Cuevas, Junior Arias y Pablo Hernández pudieron desacomodar una estructura bien ensamblada por un entrenador que logró plasmar su idea de juego y que le ofreció a su equipo una interesante gama de recursos.

Es cierto que en esta ocasión San Martín por momentos sufrió algo más que de costumbre, pero eso tampoco pudo ponerlo de rodillas. Sufrió en parte porque Patronato se jugó la vida (está apremiado por el descenso) y también porque el doble pivot en el medio no rindió como cuando juega Abregú. Matías Ignacio García debió redoblar sus esfuerzos para poder equiparar una zona en la que Leonardo Monje sintió la falta de rodaje.

Pero el “Santo” puso la cara, pasó el sofocón inicial (incluso con un penal en contra antes de los primeros cinco minutos) y no perdonó cuando apareció la chance de castigar a su oponente con ese zurdazo furioso de “Caco”.

Otro punto a favor de este San Martín es que sabe cambiar de acuerdo a la situación. Con el resultado a favor, Flores decidió modificar el esquema para salir a jugar el segundo tiempo.

Con los ingresos de Guillermo Ferracuti (por Iván Molinas) y de Máximo Levi (por Agustín Dattola), el “Santo” se paró con línea de cinco defensores y esperó pacientemente los embates de un “Patrón” desesperado y asfixiado por la situación.

Los chicos de la casa Ulises Vera, Nicolás Moreno, y el debutante Alan Cisnero aportaron frescura, inteligencia y dejaron en claro que en este plantel todos sus integrantes están en condiciones de realizar el aporte esperado.

Agazapado (pero sin sufrir), sabiendo que el resultado le permitía cumplir el primer objetivo, San Martín dejó la imagen de ser un equipo sólido, con ideas claras y variantes valiosas.

Otro punto importante de este San Martín es que corre, corre y no da ninguna pelota por perdida. Con ese hambre de gloria logró sacar una ventaja que lo muestra como el mejor de la temporada. Eso sí, deberá ratificarlo en la finalísima por el ascenso.

Ahora la misión será no relajarse y seguir apuntando algo. Pero este equipo demostró que tiene recursos y puede soñar en grande.