En el mundo actual y debido a la forma en que vivimos los seres humanos resulta clave tener una alimentación saludable que nos permita realizar nuestras actividades y generarnos calidad de vida.
La Organización Mundial de la Salud explica que es necesario llevar una dieta equilibrada, variada y saludable. Esto significa consumir frutas, verduras, legumbres (lentejas, alubias), frutos secos y cereales integrales (maíz, avena o trigo, entre otros).
Para mejorar el consumo de frutas y de verduras se recomienda incluirlas en todas las comidas. Por ejemplo, como colación se pueden comer frutas frescas y verduras crudas, además de consumir una selección variada de estos productos frescos de temporada.
Las frutas y las verduras, muy valiosas para que nuestro organismo se desarrolle y funcione de forma correcta, provienen de la tierra. Son el resultado de una compleja cadena que empieza con buenas prácticas agrícolas y que termina con la presentación de productos nutritivos en la mesa de los consumidores en todo el planeta. En un contexto de pandemia, como el que nos toca vivir, el rol de los productores adquiere un valor aun mayor, ya que son responsables de abastecernos con alimentos esenciales.
La producción a gran escala de frutas, de verduras, de legumbres o de cereales -productos que se encuentran en la base de la pirámide nutricional- es uno de los mayores desafíos del mundo moderno, tanto en países que tienen habitantes con problemas de desnutrición -en general, naciones poco desarrolladas- como en aquellos que sufren problemas de obesidad.
Del campo provienen los productos naturales que pueden corregir aquellas dietas poco equilibradas que conducen, por ejemplo, a la obesidad. Pero la actividad agropecuaria tiene, además, el inmenso desafío de ayudar a cubrir las necesidades alimentarias de una población mundial en constante crecimiento, que en muchos casos no tiene acceso a ciertos productos básicos como las frutas, verduras y legumbres, entre otros.
El segundo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) refiere a la necesidad de alcanzar el hambre cero para 2030, un esfuerzo que será posible si, entre otras cosas, el mundo agrícola logra conformar un sistema equilibrado y eficiente para producir alimentos de manera sostenible.
En este sentido se sabe que para garantizar la seguridad alimentaria es necesario que la agricultura y la ganadería continúen siendo una industria pujante, capaz de ayudar a cubrir en buena medida las necesidades nutricionales de comunidades de todo el mundo. Con el aporte de productos frescos y naturales, puede cumplirse el ambicioso objetivo de ofrecer a todos una alimentación completa, equilibrada y saludable.
Todos saben que la producción de alimentos provenientes de la industria agrícola ganadera -responsable de la producción masiva de alimentos saludables recomendados por la OMS para mantener una dieta equilibrada- cuenta con un recurso natural vital que es el suelo. Y que gracias a todas las actividades que el hombre de campo realiza sobre ese suelo cobran vida los diferentes cultivos que se siembran, que son la base para la alimentación de todos los habitantes del mundo.
El cuidado de los suelos es, por lo tanto, un deber de todos, ya que allí se produce cerca del 95% de la producción de alimentos de todo el mundo. Además, su cuidado y mantenimiento es especialmente importante teniendo en cuenta que solo un 11% de los suelos son considerados adecuados para producir los distintos alimentos que se requieren.
Resulta fundamental seguir trabajando en promover las buenas prácticas agrícolas que permiten que los agricultores produzcan alimentos para una población que crece exponencialmente, haciendo un uso responsable de los recursos naturales y cuidando el ambiente
El mundo actual requiere de alimentos de calidad, inocuos y en cantidad en una población que año a año crece en número, pero también crece en alimentación saludable. Para ello el trabajo del hombre de campo resulta vital para lograr esos objetivos. Las autoridades que dirigen los diferentes gobiernos del mundo deben entenderlo, y dar, mediante sus decisiones, las mejores herramientas para producir más y mejores alimentos.