BOGOTÁ, Colombia.- Atrás quedó la tregua entre grupos guerrilleros en la frontera entre Colombia y Venezuela. Su guerra, que estalló sin un detonante claro, deja decenas de muertos y miles de desplazados como en las peores épocas del conflicto. Desde el jueves, los choques entre organizaciones en la región de Catatumbo, departamento de Norte de Santander, han causado la muerte de al menos 80 personas y la huida de 11.000 lugareños de sus hogares.

Se trata de la peor crisis desde que las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) firmaron la paz en 2016.

Históricamente las montañas de Catatumbo han sido controladas por las guerrillas que nacieron en 1964 con el propósito de tomarse del poder: las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN).

Allí hubo durante años “acuerdos de convivencia” y “de cooperación”, recuerda Carlos Velandia, coordinador del centro de estudios sobre el conflicto GISDE. Pero después de que las FARC depusieron las armas, el ELN aprovechó para asentarse en todo el Catatumbo.

Las pequeñas milicias de los ex FARC que no dejaron los fusiles pidieron ayuda al ELN y se fortalecieron hasta volverse poderosos económica y militarmente. Ahora el comandante del ELN, Antonio García, dice que esa acción “solidaria” fue traicionada y que los disidentes los han amenazado. Andrey, jefe de las disidencias en Catatumbo, denuncia que se trata de un “exterminio” en su contra.

“Alrededor de octubre del año pasado ya había una contradicción entre las dos organizaciones” que antes tenían relaciones de cooperación, dijo a Blu Radio el ministro de Defensa, Iván Velásquez.

Iris Marín, jefa de la Defensoría del Pueblo, señala que la gota que derramó la copa fue una masacre perpetrada la semana pasada en Norte de Santander, atribuida inicialmente al ELN, pero aparentemente perpetrada por las disidencias. “El detonante fue el asesinato de Miguel Ángel López, junto a su esposa, Zulay Durán Pacheco y su pequeño hijo, para endilgárselo al ELN”, asegura García.

En su arremetida el ELN ha asesinado a firmantes del acuerdo de paz de las FARC, bajo el pretexto de que estaban en negocios criminales en una región repleta de sembradíos de hoja de coca.