Son las 10, y todo está casi listo para dar inicio al Seven de Tafí del Valle. La cancha se convierte en el escenario principal. No hay tribunas, pero los asientos se improvisan. Los más precavidos crean sus propias plateas con reposeras; otros optan por sentarse en el piso, mientras que algunos se conforman con apoyarse en uno de los barandales colocados en el sector derecho de la cancha. Aunque todavía no hay mucha acción, varios fanáticos del rugby ya están presentes para presenciar el partido inaugural de la edición número 25, entre Turismo Tafí Viejo y Pálpitos.

El predio cuenta con diferentes carpas que ofrecen juegos y dinámicas para entretener al público. Las parrillas humean y son una pequeña señal de que la estancia El Churqui se convertirá en un “alud humano” en las próximas horas. La pregunta es inevitable: ¿qué hace especial a este evento?

El primer partido finaliza 19-7 a favor de los taficeños, y los más conocedores los colocan como uno de los máximos candidatos para quedarse con el trofeo. La presencia de Aníbal Panceyra, ex Puma seven, y Federico Salazar, un salteño que jugó en 10 ediciones, son algunos de los aspectos que analizan los asistentes. También se habla de la eficacia de Huirapuca -con cinco títulos- y de la posibilidad de alguna sorpresa, como Aguas Palau. Por estas horas, el tema de conversación es el rugby. Sin embargo, esta situación es solo una pequeña parte de la esencia de este clásico de los valles. Entonces, ¿qué otros escenarios se presentarán a lo largo de la jornada?

El clima es festivo. Los pasillos del escenario principal comienzan a llenarse poco a poco. Muchos, antes de centrarse en el juego, recorren el rectángulo para ver qué actividades hay y, sobre todo, para buscar a algún conocido. Los abrazos eufóricos y los saludos a gritos, acompañados de sonrisas, se repiten en cada rincón fuera de la cancha. Los adolescentes, en grupos, ven el evento como un sitio ideal para dispersarse. No es casualidad que, frente al escenario, algunos jóvenes se agrupen para bailar al ritmo de la música o para compartir un almuerzo. Otros simplemente van a apoyar a sus amigos o familiares que integran los equipos.

Una familia con tradición dentro del Seven

La familia Gravano es uno de esos casos emblemáticos. Benjamín, jugador del equipo Sfera, representante de Los Tarcos, llegó acompañado de sus hermanos Mauricio, Guillermo y Candelaria. Los varones tienen un fuerte vínculo con el rugby, mientras que Candelaria juega al hockey en la Primera del club.

“Me pone muy contento compartir esto con mi familia porque es parte de nuestra identidad. Todos disfrutamos el Seven y saben mucho sobre cómo se juega”, dice “Benja”, de 20 años. En otras ediciones, el joven compartió cancha con sus hermanos y fue dirigido por su padre, Ricardo. También asegura que su tío Leonardo, entrenador de Los Pumas Seven, siempre le envía un mensaje de aliento antes de cada competencia.

Esta situación desata inevitablemente un debate familiar: ¿quién es el mejor de los Gravano en el Seven? “Todos son buenos. Ellos se destacan mucho por la altura”, señala Benjamín. “Para mí, el mejor es ‘Benja’, porque viene hace varios años”, opina Candelaria. Sin embargo, Mauricio es el único que salió campeón del Seven. “Fue en 2020, pero él tiene un seleccionado tucumano de Seven”, recuerda. Guillermo, entre risas, concluye: “Yo soy el más ‘perro’”.

La presencia tafinista

A partir de las 14:30, el caudal de gente comienza a aumentar. Muchos aprovechan los food trucks para almorzar, aunque las filas son interminables y la espera supera los 40 minutos. La gran problemática es la falta de cestos de basura, lo que provoca que muchos residuos queden dispersos por el predio.

“Alrededor de 25.000 personas vinieron al Seven. Tenemos toda la plaza hotelera completamente llena. Hoy no hay una casa cerrada en Tafí del Valle”, estimó Inés Frías Silva, vicepresidenta del Ente Tucumán Turismo.

Aunque algunos tafinistos se acercan para ser parte de la fiesta, son la minoría. Para los lugareños, el rugby sigue siendo un deporte en desarrollo, con muchos clichés por derribar. La presencia de Tafí del Valle Rugby Club, más conocidos como los “Chiwankas” (en alusión a los mirlos negros, habituales en la zona), es un incentivo para que varios vecinos se ubiquen detrás de los ingoals.

“Tenemos una aceptación bastante baja. La gente ve el rugby como un deporte bruto y lo malinterpreta. Piensan que es peligroso, pero estamos luchando contra esa percepción. Invitamos a las familias de los jugadores para que lo conozcan”, contó Sergio Cruz, presidente y entrenador del equipo tafinisto. Este equipo, en su séptima participación en el Seven, enfrentó a Trancas Rugby Club, otro equipo en desarrollo.

Con 30 jugadores de diferentes edades, el club aún está en proceso de adaptación y entrena en el predio Democracia de Tafí del Valle. Según el entrenador, la distancia con la capital es un obstáculo para alcanzar mayor competitividad. Sin embargo, están gestionando la personería jurídica para integrarse a la Unión de Rugby Tucumán (URT).

Un pequeño susto

A las 16:10, la organización anunció que un niño se había perdido en la multitud. Describieron su vestimenta, y los asistentes cambiaron el foco de atención para buscarlo. La Policía inspeccionó los diferentes stands.

Tras unos minutos, un hombre encontró al niño debajo de un cartel, donde se había refugiado hasta que aparecieran sus padres. Al reencontrarse, el hombre no pudo contener las lágrimas y alzó al menor para continuar con la fiesta. Muchos asistentes se enternecieron con la escena.

La final

Las fases finales comenzaron a las 17, y la final de oro, entre Aguas Palau y Unsta, se disputó a las 19. Aunque el cielo se cubrió de nubes, la lluvia no se hizo presente, y los paraguas resultaron innecesarios.

El partido comenzó igualado, pero estuvo cargado de tensión. Hubo más de una escaramuza entre los jugadores, e incluso algunos hinchas intentaron involucrarse, lo que terminó con dos expulsados.

El equipo de la Unsta, compuesto por jugadores de Huirapuca, ganó 17-7 y sumó su sexto título. Luego, se realizó la premiación, donde los campeones celebraron arriba del escenario.

Entonces, ¿qué hace especial al Seven? La combinación de emociones, la vida social y el deporte. Cada uno de los 25.000 asistentes encontró un motivo diferente para ser parte de esta gran fiesta del rugby. ¡Felices 25 años, y que vengan muchas ediciones más!