Por Jorge Fernández Díaz
Estuve sentado media hora en el stand de la editorial esperando en vano que llegaran lectores para la firma de ejemplares. Y comprendí entonces que no se trataba únicamente de la mordaza que Bernardo había tejido con tanto éxito, sino de algo más profundo: la inmensa mayoría lo detestaba y no quería saber nada de él, ni a favor ni en contra, y le disgustaba sobre todo portar un libro que llevara su cara.
Este punto enseña mucho acerca de la tensión y las divergencias que existen entre rating, fama y prestigio, y también nos habla de cómo el rey de la comunicación política, el gurú del neoliberalismo, no era reconocido en ese momento ni siquiera como un ser malvado: el desprecio suele ser mucho más cruel que el odio.
Jorge Fernández Díaz: “Ningún periodista argentino fue tan poderoso como Neustadt”Por otra parte, a mí no me había interesado nunca escribir para destruirlo, y eso decepciona siempre a quienes creen que la vida es una lucha sin grises ni matices entre negro y blanco, entre ángeles y demonios.
El propio Mariano Grondona, interrogado en el filo de la medianoche por Mario Pergolini, se había sentido decepcionado con mi obra, puesto que esperaba información más caudalosa sobre el dinero que su ex compañero había cobrado para impulsar tal o cual idea.
El lobby mediático, como se ha dicho, no es fácil de demostrar. Ni si quiera tan “fácil” como una coima, puesto que muchas veces viene revestido como una publicidad facturada. Curiosamente, las principales y más dañinas campañas de Neustadt (la que acabó, por ejemplo, con el ferrocarril en la Argentina), eran ocurrencias ideológicas y a lo sumo buscaban agradar al establishment, que seguía premiando con pauta ese camino. Es evidente que Neustadt se hizo rico con esa promiscua aunque naturalizada relación de décadas, pero lo hizo mientras garantizaba una audiencia masiva. Cuando su público menguó, muchísimos anunciantes también le dieron la espalda.
Con todo, lo más relevante para mí, como escritor, era simplemente contar la vida compleja de un hombre poderoso, una especie de Ciudadano Kane de la era de la telepolítica, que había reinventado su pasado, que escondía un drama existencial y cuya trayectoria se entrelazaba con los grandes acontecimientos del siglo XX.
* Fragmento de Bernardo Neustadt. El hombre que se inventó a sí mismo (Planeta).