¿Un club? ¿En Tafí del Valle? La idea rodó sobre la mesa, germinó y terminó haciéndose realidad allá por 1964, en terrenos donados por la familia Chenaut. “El Bebe” Esteves fue su primer presidente. ¿Unas Olimpíadas Intervillas? ¿En pleno verano, cuando muchos eligieron la playa? La propuesta cobró vuelo y en 1972, mientras el Club crecía a toda velocidad, las Intervillas concretaron su primera edición, multitudinaria y exitosa. Tanto que el encuentro se convirtió en un clásico estival tucumano. Moraleja: hay que prestarles atención a los visionarios, a quienes van para adelante por más compleja e improbable que parezca una iniciativa.

La palabra elegida no es azarosa. Encuentro. De eso se tratan la mística del Club de Tafí del Valle y la convocatoria de las Olimpíadas, que este fin de semana celebraron nada menos que 51 ediciones. Encuentro y también tradición, porque -siguiendo con las muy buenas ideas- hace seis años se decidió distinguir a los “históricos” de las Olimpíadas. Figuras que pusieron el hombro a lo largo de décadas y hoy disfrutan, a modo de reconocimiento, el homenaje de ver su nombre al frente de las Intervillas.

Este año el elegido es Otto Paz, quien con sus 85 años representa la memoria viva de las Olimpíadas. Fiel representante de una gran familia de deportistas tucumanos y sinónimo de Tafí del Valle, Otto no olvida que en la primera edición de 1972 fue campeón de rugby, aunque con una particularidad: formaba parte del equipo de San Pedro de Colalao, coronado tras vencer en la final a Raco por 25 a 0.

Las Olimpíadas nacieron con un múltiple propósito. Por supuesto que se trataba de una invitación a confraternizar entre las villas veraniegas y fue así que a la primera cita asistieron equipos de San Pedro, Raco, Villa Nougués, El Mollar y La Banda, además del anfitrión. Con el paso del tiempo fueron sumándose varios más, entre ellos Yerba Buena, Marcos Paz, San Javier, El Corte... Y así como variaba la cantidad de participantes -a veces fueron más, a veces menos-, también fue modificándose la programación. Mucho tuvo que ver en esto el permanente crecimiento de la infraestructura del Club de Tafí del Valle. Algunas disciplinas se incorporaron, otras fueron descartadas. Esto da cuenta también de la intención por mantener a las Olimpíadas vivas, acordes con los tiempos que corren. Por eso en la primera edición hubo criquet y postas a caballo, mientras que hoy una de las atracciones es el golf.

Pero hay más que confraternidad, porque las Intervillas apostaron desde el primer momento a fomentar el turismo en el Valle de Tafí. Hubo una visión allí, mucho antes de que la zona se transformara en el motor económico que es hoy. Los pioneros atisbaron un horizonte de desarrollo y pensaron en el deporte como imán para atraer visitantes que pronto podrían convertirse en veraneantes.

Son muchos los motivos que hacen de las Olimpíadas Intervillas un clásico. Allí, en el Club de Tafí del Valle, cada verano la amistad se hace fiesta de puertas abiertas. Quienes lo vivieron pueden dar fe de eso.