Las fuertes heladas que se vienen dando en la provincia en lo que va de este invierno sumado a la sequía estacional que todos los años acompaña al campo tucumano hace que la vegetación, tanto natural como cultivada, se encuentre muy deshidratadas y muy propensa al fuego. Esta situación, de hecho, viene sucediendo desde hace muchos días, con incendios por todos lados: pastizales al borde de las rutas y caminos, fuegos en la alta montaña y campos cultivados -principalmente, cañaverales-.
Todos saben que la zafra azucarera en Tucumán está a full, con movimientos permanentes de transporte y de personal, que pasan de un lugar a otro cosechando la materia prima en muchos lotes que actualmente tienen el follaje seco. Y al pasar las máquinas, todo el residuo de cosecha queda sobre el suelo.
Debido a ello, el riesgo de que sucedan incendios -intencionales o accidentales- es alto. Y por ello se debe ser cuidadoso y responsable con lo que se hace.
Cuando llega el frío también el monte natural y los pastizales de altura están propensos a incendiarse, por lo que se debe seguir trabajando para evitar que esos fuegos aparezcan y que también afectan a la comunidad.
La quema de cañaverales en Tucumán, como en todas las regiones del mundo, fue una práctica utilizada durante mucho tiempo como método de limpieza, para evitar la tarea de pelar la caña de forma manual. Esta tarea, que resultaba una parte del esquema productivo de la caña de azúcar, con la llegada de las nuevas máquinas cosechadoras integrales empezó a perder importancia, ya que estas nuevas máquinas podían hacer todo el trabajo sin necesidad de la quema.
Con esto, las quemas disminuyeron, pero no de la manera en que uno esperaba. Además, muestran sus variaciones de acuerdo a cómo se presentan los inviernos y las primaveras, para que haya más o menores incendios.
Actualmente aumentó mucho la conciencia de la sociedad sobre la importancia del ambiente y de la lucha contra el cambio climático. En este sentido, lo que antes era visto como una práctica tradicional, fue convirtiéndose en una práctica que había que erradicar y que no se podía tolerar más.
Todos estos criterios son dados a conocer al sector productivo mediante diferentes publicaciones realizadas con los organismos de investigación agropecuaria.
Se suma una importante concientización por parte del sector productivo, que mediante estudios científicos generados en Tucumán por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), que advierten sobre los enormes beneficios de no quemar la caña en pie ni los rastrojos una vez cosechada en verde.
Beneficios
Entre los beneficios más importantes se encuentran la economía del agua, la protección del suelo y el reciclado de nutrientes que ocurren cuando se deja la cobertura de rastrojos.
También rige una ley sancionada por la Legislatura provincial en 2004, que prohibe la quema de caña de azúcar o cualquier tipo de vegetación en la provincia. A esta ley -pionera entre los países productores de azúcar- se le sumaron posteriormente otras leyes provinciales y nacionales que iban en el mismo sentido, desalentando y multando fuertemente a productores y a ingenios por la quema de caña.
En este nuevo esquema de producción de caña de azúcar, donde se presta más atención a los recursos naturales, a la conservación del suelo y al cuidado del ambiente, la quema resulta muy perjudicial, tanto desde el punto de vista productivo como ambiental y, por supuesto, ante la mirada de una sociedad mucho más preocupada por la calidad del ambiente.
Datos de la sección Sensores Remotos y Sistemas de Información Geográfica (SIG) de la Eeaoc muestran una tendencia clara de que la quema viene disminuyendo cada año. En 2013 se quemó un 48 % de los campos cultivados con caña en la provincia, mientras que en los dos últimos años ese valor bajo a alrededor de un 12%.
Esta tendencia si bien es clara, se encuentra muy influenciada por las condiciones climáticas del año: en años con otoños secos y ocurrencia de heladas severas, la quema puede aumentar considerablemente; y en esta campaña las heladas -muy fuertes e intensas- jugaron una mala pasada y las quemas aumentaron mucho en estos días.
Se encuentra totalmente demostrado que la quema es muy perjudicial para la actividad y la producción de caña de azúcar, tal es así que los productores certifican sus campos con protocolos de prevención de quema denominado “localg.a.p. Caña de azúcar sin uso del fuego”. Para lograr esta certificación deben cumplir una serie de requisitos que apuntan a prevenir el inicio y la propagación de incendios en los campos de caña.
Pero reiteramos que el fuego se da en casi todo el territorio provincial; y las ultimas noticias así lo demuestran.
En Tucumán, el cultivo de la caña de azúcar ocupa la mayor superficie certificada en Buenas Prácticas Agrícolas. Pero todavía la quema sigue apareciendo, y el trabajo por lograr disminuirla no debe ceder.
Se debe seguir trabajando en esa línea, para generar conciencia del daño que se provoca. No se deben bajar los brazos en lograr fomentar mediante la educación y mediante la transferencia de tecnología y de conocimientos hacia los productores y hacia la sociedad en general, para lograr la paulatina eliminación de la quema.