La Ciudadela se prepara para una noche que puede definir el futuro inmediato de San Martín. No es un partido más: frente a Deportivo Maipú, el “Santo” se juega mucho más que tres puntos. Es el duelo que puede marcar la diferencia entre mantener vivo el sueño del ascenso directo, resignarse a la incertidumbre del Reducido o comenzar a ver el sueño alejarse peligrosamente.

Una victoria lo pone de nuevo en carrera por el liderazgo; un tropiezo, en cambio, lo condena a depender de otros y a seguir escuchando el murmullo de una hinchada que ya no admite excusas.

La campaña está atravesada por la irregularidad. San Martín apenas sumó nueve puntos en los últimos 10 partidos, con un saldo de dos triunfos, tres empates y seis derrotas. Esa cosecha no sólo lo dejó lejos de la cima, sino que también encendió dudas sobre su carácter competitivo. La salida de Ariel Martos, cuestionado y golpeado incluso por hechos de violencia en su entorno, abrió paso a la llegada de Mariano Campodónico, quien asumió con la misión de darle identidad y resultados a un plantel presionado por la tabla y la gente.

El inicio del nuevo ciclo no fue sencillo. En el estreno en la cateoría cayó contra Deportivo Madryn y luego apenas rescató un empate en casa frente a Alvarado, que pelea por escapar del descenso. Dos actuaciones que reflejaron las falencias en la generación de juego, la falta de contundencia en el área rival y los horrores defensivos. Con ese trasfondo, el choque con el “Botellero” aparece como un punto de quiebre: ganar significaría recuperar confianza, dar un salto en la tabla y volver a hacer de La Ciudadela una fortaleza.

El calendario es otro factor de presión. Después del duelo de esta noche, el “Santo” deberá enfrentar a rivales exigentes como All Boys, Arsenal, Atlanta, Quilmes y Racing de Córdoba. Son partidos que se viven como finales, con un margen de error mínimo. La preocupación no pasa sólo por mirar hacia arriba, sino también por cuidar la plaza del Reducido. El propio Maipú, octavo en la tabla, amenaza desde atrás y se ubica apenas cuatro puntos por debajo. El riesgo de quedar comprometido es tan real como la ilusión de acercarse al primer puesto.

“Necesitamos más tranquilidad para dar el último pase. De acá hasta el final nos quedan ocho partidos, ocho finales, y lo tomamos de esa manera”, expresó Matías García.

“En la semana habíamos trabajado bien y se vio un funcionamiento más acorde a lo que quiere Mariano. Hay cosas por corregir, pero se notó una mejora respecto al debut. Nos falta calma en el área; sobre todo en el último pase”, analizó Juan Cuevas. “Es un momento del campeonato en el que todos se juegan algo. Esta es una cancha difícil y los rivales lo saben”, agregó el volante, que más allá de los ajustes pendientes, destacó la idea de que el plantel empieza a interpretar lo que pretende el entrenador.

“Si no creyéramos en el ascenso, no tendría sentido seguir. Esta es una categoría dura, todos vienen a defenderse a La Ciudadela y eso lo hace más complicado. Pero quedan muchos puntos en juego y mientras las matemáticas nos den, nosotros vamos a pelear por esa final; y si no es allí, será por el Reducido”, explicó García.

Una declaración que transmite la convicción de un equipo que no quiere resignar la pelea pese a los tropiezos recientes.

No obstante, el vínculo con la hinchada también es parte de la ecuación. “La gente no estuvo mal. Viene a alentar y pide entrega, eso no se le puede fallar. Tenemos una deuda de local, pero tratamos de enfocarnos en lo que hacemos en la semana y de confiar para hacerlo de la mejor manera. Eso nos hará más fuertes. Los errores y las derrotas sirven para aprender, y nosotros tenemos que dar lo mejor por el club”, remató Cuevas.

Lo que se viene para San Martín

En esa sintonía, un triunfo en esta oportunidad podría ser clave; no sólo para la tabla, sino también para recomponer la relación con la tribuna y con esos hinchas que hoy se muestran molestos y desilusionados.

Más allá de los cálculos y las cuentas que impone la tabla, lo que se juega esta noche en La Ciudadela es mucho más profundo: la posibilidad de que San Martín vuelva a creer en sí mismo.

Ganar significaría volver a subirse a la pelea por la cima, alimentar la confianza del plantel y comenzar a reconciliarse con una hinchada que espera señales concretas. Empatar o perder, en cambio, sería hundirse un poco más en la incertidumbre y agrandar el caos.