A los 20 años muchos están decidiendo qué camino seguir. Pero para la tucumana Athina Salim, y sus compañeros Juan Andrés Quiroga, Ana Paula Tissera y Naomi Couriel, el rumbo está claro: la ciencia y la tecnología son su modo de entender el mundo. Todos estudian Ingeniería en Inteligencia Artificial en la Universidad de San Andrés (UdeSA), una carrera pionera en Sudamérica, y acaban de ganar la primera competencia de computación cuántica organizada por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) con el apoyo de IBM.
El certamen, una hackathon de seis horas presenciales, reunió a estudiantes de todo el país y propuso un desafío tan complejo como apasionante: desarrollar un protocolo de comunicación cuántica capaz de detectar espías en un canal de transmisión de datos. El equipo ganador estuvo integrado por una tucumana, un sanjuanino, una porteña y una santafesina, todos de la Universidad de San Andrés, que lograron destacarse entre más de 70 participantes por su precisión, creatividad y manejo técnico.
“Nos sorprendió la calidad de su trabajo, sobre todo por cómo resolvieron la mitigación de errores, uno de los grandes desafíos de la computación cuántica”, reconocieron los jurados del ITBA e IBM.
Una competencia que rompió barreras
La Computing Society del ITBA, una organización estudiantil que impulsa proyectos tecnológicos, fue la encargada de llevar adelante esta iniciativa, que procura acercar el universo cuántico a las universidades argentinas.
“La idea era que los participantes aprendieran desde cero. Organizamos cuatro workshops a lo largo de octubre, con ejercicios guiados y clases sobre programación cuántica”, explicó Ignacio Searles, codirector del evento.
El interés fue enorme: más de 200 inscriptos de distintas universidades, aunque sólo 70 participaron finalmente de la jornada en el campus del ITBA. “Queríamos que fuera un espacio de descubrimiento y no solo de competencia”, agregó Searles.
Durante el encuentro, los equipos trabajaron con Qiskit, la plataforma de código abierto desarrollada por IBM que permite simular circuitos y algoritmos cuánticos desde una computadora común. “No usamos una computadora cuántica, sino que recreamos su comportamiento a través del software, con todos los desafíos que eso implica”, manifestaron los ganadores.
Una tucumana entre los vencedores
Entre los cuatro integrantes del grupo está Athina Salim, una joven tucumana de 21 años que decidió dejar su provincia para estudiar en Buenos Aires. “Pensaba quedarme en Tucumán, pero esta carrera no estaba allá. Fue una decisión difícil, pero me alegra haberla tomado”, contó a LA GACETA.
Athina vive en la residencia universitaria de UdeSA junto a estudiantes de todo el país. “Aprender lejos de casa te enseña mucho más que lo académico. Te obliga a crecer, a ser responsable y a confiar en vos”, dijo.
Con sus compañeros "Juanchi", Ana Paula y Naomi se conocieron en el primer año de la carrera, donde descubrieron un interés común por la matemática, la programación y las olimpíadas de ciencias.
“Siempre nos gustaron los desafíos”, afirmó Juanchi. “Esta competencia fue una forma de aprender algo que no se enseña todavía en las universidades argentinas. Nos metimos a fondo y nos enamoramos del tema”, agregó.
Entre bits y qubits
La computación cuántica es una de las áreas más prometedoras de la tecnología moderna. A diferencia de las computadoras tradicionales, que procesan información en bits, con valores de 0 o 1, las máquinas cuánticas operan con qubits, que pueden representar ambos valores a la vez gracias a la superposición cuántica.
Esto permite resolver cálculos infinitamente más complejos en menos tiempo, algo clave para campos como la ciberseguridad, la inteligencia artificial, las finanzas o la investigación científica.
El proyecto de los estudiantes de UdeSA simuló un protocolo de distribución de claves cuánticas, un sistema que garantiza la detección de cualquier intento de interceptar información. “En un canal clásico, si alguien roba los datos no lo sabés. En un canal cuántico, podés detectarlo. Esa es la diferencia”, explicó Ana Paula.
El trabajo del equipo se destacó porque, además de cumplir con el objetivo del desafío, incorporó mecanismos para reducir errores y acercar la simulación a un escenario real, algo que impresionó a los jurados.
La curiosidad que los mueve
Los cuatro estudiantes coinciden en que su motivación principal fue la curiosidad. “Siempre escuchás hablar de la cuántica como algo inalcanzable, de científicos en laboratorios secretos. Pero nos dimos cuenta de que podíamos aprender y aplicarlo desde acá”, apuntó Noami.
Esa idea de “bajar la ciencia a tierra” atraviesa todo su recorrido. “Creo que lo importante es animarse. Si hubiéramos pensado que era demasiado difícil, no lo habríamos hecho. Aprendimos un montón en el proceso”, dijo Noami.
Durante la competencia, los mentores del ITBA acompañaron a los equipos. Entre ellos, Santiago Feldman, estudiante avanzado y creador de los talleres previos. “Nos ayudó a entender la lógica detrás de los algoritmos cuánticos y a experimentar sin miedo”, recordaron.
Después de doce horas de trabajo intenso, entregaron su código con la sensación de haber llegado al límite de lo aprendido. “Cuando anunciaron que habíamos ganado, no lo podíamos creer”, aseguraron.
Un futuro sin límites
Hoy, además de estudiar, algunos ya trabajan en proyectos tecnológicos. Naomi se desempeña como AI engineer en una empresa argentina; Ana Paula colabora en docencia como ayudante estudiantil; "Juanchi" planea un intercambio en Estados Unidos y Athina explora el campo de la ciberseguridad cuántica.
Su sueño es que la computación cuántica deje de ser una rareza y se convierta en parte del desarrollo tecnológico del país. “No hay ningún centro de investigación cuántica en Latinoamérica todavía. Ojalá algún día lo haya en Argentina”, dijo Athina.
Los cuatro coinciden en que el primer paso para eso es formar más jóvenes en ciencia y tecnología. “Estamos en un momento en que todo se puede aprender online. Hay que tener curiosidad, ganas y animarse”, resumió "Juanchi".