La industria manufacturera argentina es más importante de lo que parece: aporta el 18% del producto bruto interno (PBI) y da trabajo formal a 2,5 millones de personas, entre otras contribuciones. Sus sueldos superan el promedio del sector privado y su productividad es de las más altas del país. Sin embargo, el informe más reciente de Argendata, la iniciativa de Fundar, advierte que la Argentina no logró sostener su crecimiento industrial en el largo plazo: desde 1970, se convirtió en una de las economías más desindustrializadas del mundo.

Una industria fuerte en la región, pero alejada de los países líderes

En comparación con los países vecinos, la Argentina todavía se destaca. Su PBI industrial per cápita, de U$S 2.752 dólares, supera al de Chile, Brasil, Colombia y casi toda América Latina, salvo México. Aun así, el contraste con las potencias industriales es evidente: Alemania cuadruplica la cifra con U$S 10.858 dólares por habitante, y China, que hace 40 años fabricaba productos simples, ya la supera con U$S 3.361.

El informe de Argendata subraya que la industria local tiene una estructura más avanzada que la media regional, pero que no logra alcanzar la escala ni la complejidad de las economías desarrolladas. El sector es capital-intensivo, genera empleo formal y mantiene salarios altos, pero sus exportaciones industriales siguen por debajo de las importaciones.

Qué pasó con la industria argentina en los últimos 50 años

Entre 1970 y 2023, el PBI industrial per cápita cayó 8%. La producción creció 73%, pero la población aumentó 91%. En ese mismo período, países como Estados Unidos, Francia o Japón lograron expandir su industria y mejorar su productividad. En Corea del Sur y China, el salto fue descomunal: más de 5.000% y 9.000% respectivamente.

Los investigadores de Argendata, Daniel Schteingart y Nicolás Sidicaro, explican que la Argentina combinó ciclos de crecimiento cortos con crisis prolongadas y políticas inestables. Esa falta de continuidad impidió sostener la inversión tecnológica necesaria para avanzar hacia sectores de mayor complejidad.

Aun así, el país conserva ventajas: una base industrial más sólida que la media latinoamericana, y una participación destacada en rubros agroindustriales, farmacéuticos y metalmecánicos.

Un sector que paga mejor, pero con brechas internas

En promedio, quienes trabajan en la industria ganan 17% más que el resto de los asalariados privados. Es uno de los pocos sectores que sigue ofreciendo estabilidad, capacitación y trayectorias profesionales ascendentes. Pero dentro de la industria, las diferencias son notorias: un operario del petróleo gana hasta cuatro veces más que uno de la madera o la confección.

Los mejores salarios están en ramas de alta productividad, como la química, los metales comunes, la automotriz y la tabacalera. En cambio, sectores como calzado, muebles o textiles se mantienen rezagados. Las razones combinan tecnología, tamaño empresario, calificación y poder sindical.

El futuro de la industria depende de la innovación

La industria explica el 49,7% del gasto empresarial argentino en investigación y desarrollo. Aunque ese porcentaje está por debajo del promedio mundial (65%), sigue siendo el principal motor de innovación del sector privado. Según Fundar, más de la mitad de esa inversión se concentra en la industria farmacéutica, seguida por la química, la metalmecánica y la alimenticia.

Para los especialistas, la clave está en sumar valor agregado y desarrollar tecnología propia. Sin políticas estables y financiamiento a largo plazo, la industria corre el riesgo de seguir dependiendo de productos basados en recursos naturales.